Raúl Crespo
Bill Clinton y George Bush, se olvidaron de América Latina, 16 años de indiferencia le recordó a la administración Obama, lo ocurrido en 1947 con Ho Chi Minh, Washington, lo veía como un personaje dirigido desde Moscú, insignificante y pequeño.
Washington, se olvido de Sur América, y algo parecido ocurrió con Hugo Chávez, en 1999, el Departamento de Estado no le asigno importancia a la gestión bolivariana hasta el 2002, pensaron que con el golpe, la IV flota, la OEA, se frenaría el crecimiento bolivariano.
La política exterior de EEUU, concedió a la OTAN y a la Nueva Europa, que ya se extendía desde 1992 hasta el mar Negro, pasando por el Caspio a los Urales, una importancia decisiva para el futuro del poder mundial estadounidense.
Suponían que, con Alemania, España, Reino Unido, Francia, era suficiente para consolidarse en Asia Central a través de Afganistán, con Japón y Corea del Sur, frenando a Corea del Norte, con los chinos como aliados, y con Israel, Egipto, Arabia Saudita, la OTAN, doblegarían a Irán, no resulto así, George Bush, descuido su propia nación y desde Venezuela, los Sudamericanos eligieron su propio destino hacia la izquierda en la primera década del siglo XXI.
Con Bush, EEUU, descubrió la incapacidad de su inmenso poder económico y militar para derrotar la superioridad humana de los movimientos revolucionarios en Irak, Irán, Palestina, Venezuela, Corea del Norte, Bolivia, Nicaragua, El Salvador, Uruguay, Brasil, Líbano, y otros países. Desde un punto de vista económico y militar los estadounidenses no pueden sostener sus habituales relaciones de dominación y dependencia, recurrieron a China, como otro imperio económico a la cual la Red Africana de Investigación sobre el Trabajo califico como las peores empleadoras del mundo por los malos tratos a los trabajadores y por violación de los derechos humanos.
No pueden evitar que las naciones pobres aun bajo presión política y sanciones económicas se alíen entre ellas diversificando sus mercados y reestructurando el abastecimiento de materias primas con profundas repercusiones políticas desde Sudamérica, Asia y Medio Oriente, abriendo otros mercados para sus productos, y, las afectaciones proyectadas con las sanciones a Irán, por la invasión a Iraq, o la guerra en Afganistán, se traducen en incompetencia político-económico estadounidense para el sistema capitalista global.
En esas circunstancias, Venezuela, fiel a su autonomía económica y política soberana, profundizo relaciones comerciales sur-sur, y con Irán, Vietnam, Camboya, Bielorrusia, Rusia, China, Corea del Norte, países de África, prácticamente con todo el mundo, alianza revolucionaria establecida no solo por la crisis económica sino por la ideología social que permite acercarse al mundo sin presiones políticas ni dependencias económicas escalofriantes, tradujeron las nuevas relaciones bilaterales en dignas, soberanas, y con cambio de tecnología.
El criterio de Washington, sobre la necesidad de una relativa estabilidad interna en las naciones subdesarrolladas es lo que ha tenido como resultado una larga lista de intervenciones estadounidenses, llevo a Obama, a realizar alianzas con Rusia y China, explica la estrategia mundial de EEUU, para la continuidad directa de intromisión por parte del Departamento de Estado para preservar esa forma de colonialismo tradicional a través de una diminuta e históricamente oportunista clase burguesa en la región.
Venezuela, Irán, Corea del Norte, Cuba, Palestina, constituyen en esencia la intervención estadounidense contra otro modelo de vida, mas si esta involucrado el petróleo que incorpora elementos sociales al desarrollo de otras naciones como lo hace Venezuela, en el Caribe y en Centro América.
Para EEUU, fracasar desde Colombia contra Venezuela, como ya lo hace en Irak y Afganistán, militarmente, y con el fracaso político-económico con Irán, Corea del Norte y Venezuela, es para Washington, una demostración de que aun con la ayuda de la ONU y Europa, esas intervenciones diplomáticas masivas son insuficientes para frenar las revoluciones sociales en todo el mundo con China y Rusia, como aliados de los estadounidenses, es una nueva repartición del planeta con los minerales o las armas.
Como intermediarios, tanto rusos como chinos no descuidan sus relaciones comerciales con todos los continentes, acarrean la misma dependencia económica y militar, pero, al menos, EEUU, ya no es la potencia predominante, sigue siendo otra ruleta capitalista con nuevos actores como el G20.
China económicamente, Rusia militarmente, con las naciones miembros del Consejo Permanente de Seguridad penetran mercados que antes los norteamericanos eran los amos absolutos es, para EEUU, un retroceso en su papel de súper potencia dominante.
Revela el fracaso militar desde Vietnam, hasta Afganistán e Irak, con afectaciones económicas globales y nuevas políticas regionales, resultado de las nuevas alianzas revolucionarias.
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