
Los seis hombres estaban en un pequeño bote cuando presuntamente abrieron fuego contra el USS Ashland, un buque de guerra que patrullaba el Golfo de Adén. El Ashland devolvió el fuego y hundió el barco, asesinando a una de las personas a bordo.
El resto de los tripulantes fueron capturados y llevados de regreso a Estados Unidos donde fueron acusados de piratería en un tribunal penal.
Sin embargo y en virtud de una ley de 1819, la piratería implica «robar, abordar un barco o tomar control de él » y el juez del caso dijo que la definición utilizada por los fiscales en EE.UU., que catalogan de piratería a «cualquier asalto armado no autorizado», era demasiado amplia.
El juez del caso Raymond Jackson rechazó la acusación de piratería aunque los ciudadanos somalíes igualmente serán sometidos a juicio en octubre, acusados de otros actos de violencia.
Los seis acusados son inocentes.
Omar Jamal, secretario de la misión somalí de Naciones Unidas en Nueva York, celebró la decisión y señaló que «la decisión del juez es muy clara».
«El tema de la piratería es muy confuso y muy complicado, y hay un montón de cuestiones jurídicas pendientes, cuestiones de derecho internacional, por lo que el hecho de que el juez haya rechazado los cargos de piratería -a pesar de que todavía se enfrentan a algunos cargos menores- es un nuevo comienzo. Es un paso muy pequeño en la dirección correcta».
Además, según Jamal, esta decisión sienta precedentes para futuros casos legales relacionados con la piratería.
La resolución del tribunal determina que en ningún momento los acusados intentaron subirse al barco estadounidense.
«Por primera vez desde 1820 este tribunal debe emprender la tarea de interpretar el estatus de pirata y aplicarlo a las acciones que ocurren en aguas internacionales», dice el documento.