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Puerto de Buenos Aires (archivo)


Bs. A.s. -La Unión Europea llevará a la OMC el reclamo por las supuestas trabas argentinas a la importación de alimentos.

En el Gobierno argentino lo toman como una acción fuera de toda proporción, porque el problema, aseguran, no es de tanta relevancia. “Son cuatro o cinco contenedores demorados, por un valor de 100 mil dólares. Hay una clara utilización política de una cuestión absolutamente menor”, manifestó el secretario de Comercio y Relaciones Económicas Internacionales, Alfredo Chiaradía, quien encabeza las negociaciones con el bloque europeo por parte del Mercosur, buscando celebrar el tratado de libre comercio más importante del mundo. Al respecto, aseguró ante este diario que se buscará cuidar a los sectores industriales sensibles. Es que el acuerdo supone una apertura externa perjudicial para la manufactura local.

La intención de los europeos de elevar la discusión a los foros internacionales fue confirmada por Joao Aguiar Machado, principal referente del bloque europeo en las rondas UE-Mercosur que finalizaron ayer en Buenos Aires. “Vamos a levantar esta cuestión ante el Consejo de Mercancías de la OMC la próxima semana –en la reunión del organismo en Bruselas–”, afirmó. “Es un problema bilateral, pero puede tener implicaciones a nivel de toda la negociación birregional, por eso quise alertarlos de que es mejor encontrar una solución”, agregó Machado, en referencia a sus conversaciones con la delegación argentina.

“Vamos a ir a la OMC a explicarles que no hay medidas, sino que es una circunstancia igual a lo que puede suceder en cualquier otra parte del mundo. Se está llevando fuera de proporción un problema menor. Son cuatro o cinco contenedores por un valor de 100 mil dólares”, respondió Chiaradía. Según su criterio, los países ricos aplican fuertes subsidios al sector financiero, inmobiliario, automotor, del acero o de aeronaves. “Eso tiene un efecto distorsivo del comercio muy superior a las medidas en frontera de los países pequeños”, manifestó. Además, criticó el papel de los medios de comunicación local: “Llevan la voz de la parte europea”, les dedicó.

El freno a las importaciones de alimentos comenzó a implementarse desde la Secretaría de Comercio Interior a fines de abril. Fue a través del pedido a los empresarios supermercadistas para que dejen de comprar estos productos y con la demora en la entrega de certificados del INAL (Instituto Nacional de Alimentos) hacia los importadores, que impedía el normal desarrollo del circuito de comercialización. En general afectó a productos premium, que apuntan a satisfacer pautas elevadas de consumo.

Cerca de Guillermo Moreno explicaron que la medida no guardaba tanta coherencia en sí misma, ya que los montos afectados son muy bajos y la reacción adversa superó la mínima ventaja que se pudo haber sacado. Indicaban que formaba parte de una estrategia general comercial frente a la crisis global, en un intento de “mostrar las cartas” y plantarse con una posición de potencial proteccionismo en un contexto de sobrestocks en los países ricos, con el euro depreciándose y el superávit externo local en deterioro. Durante la última semana, supermercadistas e importadores admitieron que la traba informal se había liberado casi totalmente.

Sin embargo, los europeos siguen pendientes de esta disputa. La lógica que subyace puede parecerse a las “señales” de Comercio Interior. Machado declaró que uno de los objetivos de la UE respecto al freno a la compra de alimentos era “llamar la atención” y consideró que “el mismo se ha cumplido”. La persistente queja europea, además de problemas puntuales por los alimentos, podría entenderse como una toma de posición contra las trabas comerciales en general, con la intención de profundizar sus exportaciones como forma de paliar la crisis continental.

Con este difícil escenario internacional y con estructuras económicas que favorecen la inserción industrial europea en el Mercosur, se monta el posible mayor tratado de libre comercio del mundo. Más allá de la protección de sectores industriales sensibles por parte del Mercosur, el tratado está fundado por la idea de la especialización por ventajas comparativas, un patrón que define para la Argentina la agroexportación y para Europa la incorporación de valor agregado. A pesar de ello, los negociadores argentinos aseguran que las reuniones interbloque “fueron muy fructíferas”. Los próximos encuentros serían en septiembre en Bruselas, ya bajo la presidencia pro témpore del Mercosur a cargo de Brasil.