Fabián Escalante, ex jefe de la Inteligencia cubana, escribe ahora libros sobre los complots de la CIA

Paula Corroto
Público
El día que triunfó la revolución en Cuba, Fabián Escalante, de 18 años y militante de las Juventudes Socialistas, estaba preso. Sin embargo, dos años después, en 1961, ya formaba parte del servicio de seguridad del régimen. Aquel jovencito de familia revolucionaria su bisabuelo participó en la primera guerra de la independencia en el siglo XIX se había convertido en el hombre que iba a salvar de la muerte a Fidel Castro en buena parte de los 636 intentos de asesinato que se cometieron contra el comandante entre 1961 y 1963.

Cuarenta años después de aquellos hechos, este general retirado cuenta sus experiencias en doce libros que ayer, durante la II jornada de la Semana Negra de Gijón, se pusieron por primera vez a la venta en España. En títulos que cabalgan entre el género del ensayo y la novela como Operación exterminio. 50 años de agresiones contra Cuba relata las conspiraciones y complots que, especialmente durante la década de los sesenta, se pergeñaron contra el régimen cubano.

«El atentado más importante fue la bomba que le intentó colocar a Fidel la policía de Nueva York en el Parque Central [Central Park] en 1961. En este atentado también estuvo involucrada la mafia de Chicago y Florida», recordaba ayer este hombre que a sus 69 años mantiene un cierto deje militar en su discurso y sus gestos. También recuerda cómo EEUU trató de envenenar a Castro con unas cápsulas que «por suerte» no llegó a ingerir en un batido de chocolate («Fidel tiene la rara habilidad de presentir las emboscadas») y cómo su equipo logró desactivar las ocho granadas que le iban a lanzar durante un partido de béisbol en octubre de 1961. «En ese tiempo llegó a haber hasta 5.760 actos terroristas en Cuba», asegura.

Todo aquello ocurrió en una época en la que el servicio de seguridad de Cuba estaba compuesto por apenas un centenar de personas que no superaban los 30 años de edad. «Yo entré con 20 años y allí nadie tenía experiencia», apostilla. El momento más crítico, en su opinión, se produjo en 1962, cuando el Ejecutivo del presidente John Fiztgerald Kennedy creó una base en Miami generosamente financiada para contrarrestar las actividades revolucionarias cubanas. Estaba compuesta por 400 oficiales y más de 4.000 agentes. «Al otro lado, sin embargo, lo único que teníamos era improvisación. La seguridad era muy simple. Existían varias secciones y sólo había 12 oficiales por sección», reconoce el antiguo jefe de la Inteligencia cubana, que también combatió en Angola y que conoció de cerca los entresijos de la Contra nicaragüense.

Grupo de disidentes

Hoy, según Escalantre, los tiempos han cambiado. Las épocas no son comparables. Ahora bien, también insiste en que «la guerra psicológica no ha variado nada». Y pone un controvertido ejemplo: «Lo que en Europa y EEUU se llaman presos de conciencia son, en realidad, contrarrevolucionarios que cobran un salario para actuar contra Cuba. La famosa disidencia, por otra parte, no supera el centenar de personas. No creo que a eso se le pueda llamar disidencia», asegura. En este sentido, reitera que Cuba hace todo lo posible «para que los presos no se mueran, pero si alguien quiere hacerlo, creo que es una decisión personal».

Precisamente, con respecto a los encarcelados y la reciente noticia de la liberación de 52 de ellos durante una visita del ministro de Exteriores de España, Miguel Ángel Moratinos, Escalante señala que es «falso» que no se hayan hecho liberaciones hasta ahora. «Además, no se olvide que están presos por cobrar un salario de la sección de intereses de EEUU», afirma. La etiqueta de preso político no le gusta.

A pesar de esta defensa cerrada de la Revolución, el ex general sí cree que hay cosas que deben cambiar en la isla. Una de ellas, las represalias contra los homosexuales. «No lo comparto. No dudo que alguien haya podido ser represaliado por esto».

Fabián Escalante era casi un adolescente cuando Fidel y compañía entraron en La Habana. Él sabe que es producto de una generación. «Yo estuve en el lugar y en el momento adecuado para ser general». Y para salvarle la vida a Castro varias veces.

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