Ciudad CCS

Un documento de las Fuerzas Armadas estadounidenses menciona a Colombia como “nación anfitriona” de programas de Defensa Interna Extranjera, a partir de los cuales el Departamento de Estado, en coordinación con el Departamento de Defensa de EEUU apoya a gobiernos extranjeros en el combate de “la subversión, la insurgencia y el terrorismo”.

Fechado el 12 de julio y dirigido al Jefe de Estado Mayor por el teniente general Lloyd J. Austin III, el documento establece la doctrina y un manual de procedimiento de las Fuerzas Armadas de EEUU en materia de Defensa Interna Extranjera ( FID, por sus siglas en Inglés). Un programa que prevé la intervención de las Fuerzas Armadas estadounidenses en proyectos internos de otros países destinados a “liberar y proteger a su sociedad de la subversión, crimen, insurgencia, terrorismo y otras amenazas a la seguridad”.

Colombia, El Salvador, Kuwait, Filipinas y Afganistán, son mencionados como beneficiarios del programa.

De acuerdo con lo que allí se explica, las políticas de FID de EEUU están orientadas a asistir a la llamada “nación anfitriona” para anticipar, eludir y contrarrestar amenazas o potenciales amenazas, y luego profundizar en la causa fundamental de la inestabilidad, para lo que serán fomentados programas de apoyo para la seguridad y la defensa internas, así como también programas de desarrollo.

 

“Estados Unidos considerará el apoyo de FID cuando el desorden interno existente lo justifique, o su posibilidad de amenazar los objetivos estratégicos de Estados Unidos, o cuando la nación amenazada lo solicite y sea capaz de usar efectivamente la asistencia estadounidense”, recalca el texto en uno de sus apartados, en donde se establece también que será el presidente de la nación, asesorado por el Secretario de Defensa y el Secretario del Departamento de Estado quien se encargue de determinar los países destinatarios del programa. “Es importante enmarcar el esfuerzo de FID de Estados Unidos dentro del contexto de la doctrina estadounidense bajo la cual se implementa”, recomienda.

 

MÁS ALLÁ DE LO MILITAR


“Los programas militares y paramilitares son necesarios para el éxito pero solos no son suficientes”, observa el documento para explicar la estrategia de apoyo denominada de Desarrollo Interno, necesaria para la “estabilización de un país”.

Según el texto, los oficiales militares tienen más acceso y más credibilidad en naciones anfitrionas cuando son influidos y dominados por sus propias fuerzas armadas, no obstante, “las características de la FID involucran los instrumentos del poder nacional más allá del instrumento militar (diplomático, informativo y económico), a través de las cuales las fuentes del poder estadounidense (financiero, inteligencia y seguridad) pueden ser aplicadas”.

En este marco se plantea la estrategia del desarrollo balanceado, destinado a promover políticas sociales y económicas para “evitar la frustración social”, la promoción de la seguridad interna, la neutralización política, destinada a separar de la población “de manera física y psicológica el elemento insurgente o criminal”, para lo que menciona que deben ser utilizadas “todas las medidas legales (menos aquellas que degraden la legitimidad del gobierno) para desacreditar, interrumpir, prevenir, desorganizar y derrotar la organización insurgente”.

Asimismo, se menciona la importancia de la movilización política, para conseguir apoyo popular para el gobierno, así como los medios de comunicación.

 

INTERVENCIÓN ARMADA


El informe de 200 páginas, que incluye gráficos explicativos, planillas-guía para describir a posibles países anfitriones y ejemplos ilustrativos, legitima estrategias como la interveción militar directa.

La cooperación en materia de seguridad, uno de los pilares fundamentales del programa, implica el establecimiento de relaciones estrechas entre el departamento de Defensa estadounidense y las Fuerzas Armadas del “país anfitrion” de manera que sean garantizados los intereses de seguridad de Estados Unidos, se desarrollen capacidades de defensa, operaciones multinacionales e incluso libertades para “un acceso de contingencia en el país anfitrión”.

Se especifican entonces herramientas como el apoyo indirecto, destinado al fortalecimiento de las estructuras militares locales, el directo que implica el uso de las fuerzas estadounidenses en operaciones cívico-militares, psicológicas, de inteligencia y comunicaciones, la movilidad, el apoyo logístico e incluso las operaciones de combate, que deben ser autorizadas por el presidente.

Para estas acciones se prevé la prestación de asistencia en entrenamiento, material, asesoría o asistencia a las fuerzas locales.