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Los biólogos marinos observan algunos fenómenos extraños. Los peces y otra fauna silvestre parecen huir del petróleo en el Golfo de México para reunirse en las aguas menos contaminadas de la costa, una tendencia que despierta preocupación.
Las vacaciones en las playas de Florida y Alabama no parecen ser las soñadas para miles de familias que esperaban disfrutar del mar y la arena blanca. Además del petróleo, que se convirtió en un invitado inesperado, ahora están apareciendo delfines y tiburones frente a varios balnearios, en aguas sorprendentemente poco profundas para su costumbre. Estos animales huyen de la marea negra que avanza en el sur de Estados Unidos, casi dos meses después de la explosión de una plataforma de la petrolera BP en el Golfo de México.
En una notable derivación de la peor catástrofe ecológica en la historia de EE.UU., que se convirtió ya en un dolor de cabeza para el gobierno de Barack Obama, los biólogos marinos observan algunos fenómenos extraños. Los peces y otra fauna silvestre parecen huir del petróleo en el Golfo de México para reunirse en las aguas menos contaminadas de la costa, una tendencia que despierta preocupación.
Si en las primeras semanas tras la explosión y hundimiento, el 20 de abril, de la plataforma petrolera “Deepwater Horizon”, el derrame preocupaba considerablemente al estado de Louisiana y sus intrincados pantanos, ahora los temores se dirigen hacia los centros turísticos de Alabama y Florida.
Lisas, cangrejos, rayas y peces pequeños se congregan por millares en torno a un muelle en Alabama. Aves empetroladas se arrastran a las ciénagas.
La presencia de los animales cerca de la costa significa que su hábitat está contaminado y la consiguiente sobrepoblación podría provocar una mortandad masiva a medida que se agota el oxígeno. Además, estas especies se vuelven presa fácil para los depredadores.
“Haciendo una comparación, uno podría preguntarse por qué la fauna silvestre corre a los bordes de un bosque que se incendia. Multitudes de peces, tiburones y tortugas tratarán de huir de aguas al detectar que no es apta” para la vida, explicó el biólogo marino Larry Crowder.
El incontrolable derrame que se originó tras el estallido de la plataforma que operaba la petrolera británica ha generado una catástrofe ambiental que superó ampliamente al desastre del Exxon Valdez, en 1989. Expertos estiman que hasta 60.000 barriles de petróleo se vuelcan a diario en el mar, unas 12 veces más de lo que se estimaba en un principio. Ya fracasaron varios intentos de la compañía por detener la fuga de crudo.
El miércoles, tras una reunión con los directivos de la petrolera británica, Obama anunció que BP creará un fondo de 20.000 millones de dólares para indemnizar a los afectados por el derrame. Ayer, el director ejecutivo de la empresa, Tony Hayward, enfrentó duras críticas en el Congreso de EE.UU., donde pidió disculpas.
Los científicos ven cosas extrañas al tratar de comprender las consecuencias para miles de especies marinas. Cada día, biólogos marinos y otros expertos en botes cuentan las aves, tortugas y otras criaturas muertas, pero el total sorprende por ser tan bajo dada la magnitud del derrame. Las últimas cifras revelan la muerte de 783 aves, 353 tortugas y 41 mamíferos. Por el desastre del Exxon Valdez en Alaska murieron 250.000 aves y 2.800 nutrias marinas.
Los investigadores manejan varias hipótesis: la vastedad del derrame significa que los científicos hallan apenas una fracción de los animales muertos. Muchos se hunden hasta el fondo donde son devorados por otras criaturas. Además, grandes cantidades de aves mueren en el corazón de los pantanos de Louisiana, donde buscan refugio. “Así es como entienden que deben protegerse”, señaló Doug Zimmer, vocero del Servicio de Peces y Vida Marina.
Durante casi cuatro horas el lunes, un bote de la organización Greenpeace surcó las aguas frente a las islas y manglares de la bahía de Barataria al sur de Louisiana. Vieron delfines jugando entre las manchas de crudo y pelícanos empetrolados alimentando a sus pichones, pero no vieron animales muertos. “Creo que esto se debe en parte a que el impacto de la crisis apenas comienza”, señaló el biólogo marino John Hocevar.
El recuento de la vida silvestre muerta en el golfo no sólo tiene interés académico: ayudará además a determinar cuánto deberá pagar BP por los daños.