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El grueso de la huelga está siendo protagonizado por los trabajadores que dependen de la administración pública, aunque también está previsto que paren durante unas horas algunos empleados del sector privado.

La huelga general convocada por la CGIL, el principal sindicato de Italia, convocada para este viernes está paralizando el país a causa de la interrupción del transporte público y la celebración de manifestaciones en ciudades como Roma (centro), Nápoles (sur), Milán y Bolonia (norte), entre otras muchas.

El motivo de la huelga es protestar contra el ajuste presupuestario recientemente aprobado por el Gobierno que dirige Silvio Berlusconi y que en estos días está siendo debatido en el Parlamento. Entre otras cosas, prevé el congelamiento de los sueldos de los funcionarios hasta 2013 y el recorte del presupuesto destinado a las regiones y demás entes locales, así como a los entes públicos en general, lo que, según afirman los detractores del plan, supondrá un empeoramiento de los servicios a los ciudadanos.

Aun con todo, la CGIL ha sido el único sindicato que ha rechazado abiertamente el ajuste, que define como «equivocado, injusto y deprimente», ya que carga el peso de la corrección económica «sobre las espaldas de los de siempre».


El grueso de la huelga está siendo protagonizado por los trabajadores que dependen de la administración pública, aunque también pararán durante algunas horas algunos empleados del sector privado. En cuanto a su alcance territorial, será nacional, a excepción de las regiones de Liguria, Toscana y Piemonte que harán huelga el próximo 2 de julio. Además de dificultar la movilidad en las principales ciudades italianas, la huelga también ha provocado ya cancelaciones en algunos aeropuertos como el de Fiumicino (Roma), donde fueron suprimidos vuelos de las compañías Brussels, con destino Bruselas; Vueling, con destino Sevilla; y EasyJet, con destino Malpensa (Milán), entre otros. Otras compañías, como Alitalia o Iberia, optaron por reprogramar las operaciones.

Muchos trabajadores aprovecharon el día para salir a la calle y protestar contra el modo en que el Gobierno ha decidido afrontar la crisis. Desde Bolonia, la subsecretaria general de CGIL, Susanna Camusso, denunció que el ajuste sólo pide sacrificios a los trabajadores y a los ciudadanos de a pié mientras que tendrían que ser «los que tienen más» los que contribuyan a remediar la crisis.

Los líderes de la oposición también se manifestaron como muestra de apoyo a los trabajadores. En Nápoles, lo hizo el líder de Italia de los Valores (IDV), Antonio Di Pietro, mientras que en Milán, adhirió a la protesta el secretario general del Partido Demócrata (PD), Pierluigi Bersani.