Arnau Carné

Ha pasado otra vez. Ver en las noticias con impotencia como el ejército israelí ejecutaba otra operación con muertos saltándose cualquier norma que pretenda regular los excesos en un operativo militar, ya no hablemos de las normas que pretendan defender los Derechos Humanos.

Esta vez ha abordado en aguas internacionales los barcos llenos de activistas de distintas nacionalidades que llevaban ayuda humanitaria a la bloqueada Franja de Gaza, Palestina.

Las informaciones sobre las personas activistas muertas aún no están muy claras, el ejército israelí trata de impedir las comunicaciones que puedan esclarecer los hechos.

La ONU ha condenado los hechos y pide a Israel que los investigue, aunque no ha querido condenar al gobierno israelí.

Mientras, la sociedad solidaria con Palestina y contraria al Estado racista de Israel pide cada vez con más fuerza el fin del bloqueo en la Franja de Gaza y el Boicot, las Desinversiones y las Sanciones a Israel para acabar con su impunidad en la violación sistemática de los Derechos Humanos.

¿Y todo eso qué tiene que ver con Colombia?

Relaciones entre Colombia e Israel

“Colombia es el país de América Latina con mayor relación con Israel a nivel político, con un intercambio militar muy fuerte”. Estas son las palabras del presidente del Centro Israelita de Bogotá, Marcos Peckel. (http://www.prensajudia.com) Y nos dan una idea de cómo están las relaciones entre los Estados colombiano e israelí.

Según reportes del Ministerio de Comercio Exterior, Israel es el primer socio comercial de Colombia en el Medio Oriente. 315 empresas de ese Estado exportan a Colombia. Este mercado representa más del 80% del intercambio comercial con esa zona. (http://www.eldiario.com.co 17/03/2010)

La embajada de Israel a Colombia, en su página web (http://bogota.mfa.gov.il) apunta que las relaciones entre ambos países se manifiestan en varios aspectos, como el de la cooperación internacional, que comenzó en los años 60 luego de que se abriera en Israel el Centro de Cooperación Internacional (Mashav), que ofrece más de un centenar de becas a profesionales para realizar cursos a lo largo del año, de las cuales se benefician alrededor de 100 colombianos.

Anualmente, más de 100 colombianos participan en cursos y encuentros en distintos centros y institutos educativos de Israel. A la vez, cientos de expertos israelíes han hecho visitas académicas, que han terminado jugando un papel importante en el desarrollo de sectores agrícolas como el bananero y el de la floricultura, y también en los sectores de educación y salud, entre otros.

El área comercial también es un pilar importante de las relaciones bilaterales, ya que aparte de que Colombia es el tercer país más importante para el comercio entre Israel y América Latina; hoy en día el 90% del comercio que Colombia realiza con el Medio Oriente se hace con Israel, el cual en el 2002 alcanzó los 200 millones de dólares, nivel que se mantiene actualmente.

Israel importa de Colombia materias primas, minerales, productos agrícolas e, incluso, telenovelas. Israel ha exportado hacia Colombia sus sistemas de irrigación, productos agroindustriales, químicos, plásticos, de comunicaciones y de salud.

Hasta aquí podría parecer que se trata de una relación privilegiada, pero normal, a nivel comercial entre dos Estados. Pero lo que realmente puede preocupar a las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos son otras relaciones.

Israel arma a Colombia

Este es el titular de una noticia del 11/02/2008 del periódico nicaragüense “El nuevo diario” (http://www.elnuevodiario.com.ni). Según esa noticia el gobierno colombiano tenía previsto adquirir trece aviones caza bombarderos Kfir, supersónicos de origen israelí, y repotenciar otros once, para completar una flota de 24 cazas para usar en labores de inteligencia y bombardeo en el conflicto interno y como fuerza disuasiva frente a cualquier ataque desde el exterior.

Esa es la información que facilitó el Ministro de Defensa colombiano, Juan Manuel Santos, (hoy candidato a la presidencia de Colombia), en su visita a Israel en febrero de 2008 para entrevistarse con el entonces presidente Shimon Peres, el primer ministro Ehud Olmert y varios altos funcionarios del gobierno israelí.

Sobre esa misma visita, el diario colombiano “El Tiempo” (http://www.eltiempo.com), en una noticia publicada el 11 de febrero de 2008 destaca las declaraciones de Ehud Olmert: “Entre Colombia e Israel no hay límites en cuanto a los campos en los que podemos cooperar”.

Y a la pregunta de “¿Qué puede recibir Colombia de Israel en materia de lucha contra el terrorismo?” el ministro de Defensa colombiano Juan Manuel Santos responde que “Israel tiene unas de las mejores inteligencias del mundo. El terrorismo se combate sobre todo y ante todo con inteligencia y es mucho lo que Israel nos puede enseñar y ayudar en ese tema. Hay acuerdos concretos, pero no para discutirlos en público”.

Expresar que unos acuerdos no son para discutirlos en público cuando hacen referencia a labores de “inteligencia” en medio de un conflicto armado dónde abundan las denuncias de violación del Derecho Internacional Humanitario y con un Estado que ha reconocido ciertos métodos de tortura en los interrogatorios como ‘legítimos’, da argumentación suficiente para preocuparse.

Por otro lado, en un artículo publicado en el periódico también colombiano “El Espectador”(http://www.elespectador.com), con fecha 8 de agosto de 2009, se apuntaba que cada vez es mayor la importancia del armamento y la asesoría de inteligencia de Israel en la guerra colombiana. De hecho, Israel, así como Estados Unidos, es desde hace 20 años uno de los países que más armamento suministra a Colombia, destacando la adquisición por parte de Colombia de la fábrica de fusiles Galil en 1994.

En ese artículo, el ministro Santos declaraba que los dos países (refiriéndose a Colombia e Israel), así estén separados por diez mil kilómetros de distancia, tienen como enemigo común al terrorismo y que por eso, además de suministros, comparten información de inteligencia.

Sobre cuestiones de inteligencia, se menciona que los periódicos israelíes Yediot Aharonot y Haaretz revelaron que la liberación de Íngrid Betancourt y de sus compañeros de cautiverio (polémica por las denuncias de uso indebido de la iconografía de Cruz Roja y de Telesur por parte del ejército colombiano) “implicó a decenas de expertos de seguridad”, gracias a la coordinación de la empresa Global CST, a la que le atribuyeron un contrato por US$10 millones en Colombia. Esta empresa es propiedad del ex jefe de planificación del Estado Mayor de Israel, el general Israel Zivn.

La “guerra sucia”

En paralelo a las relaciones bilaterales oficiales entre Estados, pero denunciadas sus complicidades por organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, las relaciones entre Colombia e Israel en materia militar se han caracterizado por la utilización de mercenarios israelíes en el entrenamiento de grupos paramilitares en Colombia (uno de los casos más famosos es el de Yair Klein) y por el entrenamiento de algunos de esos paramilitares colombianos en Israel (como es el caso del jefe paramilitar Carlos Castaño), sobretodo en la década de los años ’80 del pasado siglo XX.

Cabe recordar, como apunta un artículo de la página web del Colectivo de Abogados “José Alvear Restrepo” (http://www.colectivodeabogados.org), las palabras de Alfredo Baquero, alias ‘Vladimir’, acusado formalmente de ser el autor de las masacres de Honduras y La Negra, en Urabá, y Mejor Esquina, en Córdoba: “Ellos nos enseñaron la táctica inglesa y alemana, que consistía en que al enemigo había que exterminarlo de raíz. Nos dijeron que un guerrillero o un auxiliador de la guerrilla, ubicado en un sitio clave, nos podía hacer mucho daño. Entonces salimos como locos a perseguir a los colaboradores y al brazo armado de las Farc. Y les dimos muy duro. Al que detectábamos le dábamos. Fue apasionante ser alumno de Yair Klein”.

Teniendo en mente esos referentes, no dejan de crear preocupación noticias como la aparecida en la edición del 4 de agosto de 2007 de la revista “Semana” (http://www.semana.com), dónde anuncia que un grupo de ex militares israelíes asesora al alto mando de las Fuerzas Armadas en inteligencia.

Según la noticia, la base de operaciones de este grupo está en la base de Tolemaida (Nilo, Cundinamarca), y su injerencia es al más alto nivel, pues están trabajando en dos áreas que son críticas en todo el sector de defensa: mejorar la inteligencia, y los procesos de comando y control.

A la vez, se anuncian las críticas dirigidas a la cuestión de por qué el Ministro Santos recurrió a un grupo privado –considerado mercenario– y no directamente al gobierno de Israel, o a otros gobiernos como el norteamericano o el británico que ya tienen cooperación con Colombia en materia de inteligencia.

Pero también preocupan los métodos que pueda generar esta colaboración, teniendo en cuenta que el Estado de Israel ha construido todo su aparato de seguridad siendo permisivo con prácticas y métodos cuestionables. Ejemplos hay en operaciones encubiertas fuera de su territorio por parte del Mossad (servicio de inteligencia israelí) o en la presencia de ex militares israelíes en los interrogatorios en la cárcel de Abu Ghraib en Irak.

El discurso “defensivo” de Israel y la vulneración de los derechos humanos bajo el eslogan de la “lucha contra el terrorismo”

El periódico digital “El Reloj.com” (http://www.elreloj.com), linkado desde la página web de la embajada israelí de Colombia, en su noticia del 31 de mayo de 2010 sobre el abordaje del ejército israelí a los barcos que llevaban ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, apunta que “unos diez activistas habrían resultado muertos en combate con fuerzas israelíes durante la incursión de estas últimas al barco Mavi Marmara”. Aquí hay que resaltar la expresión de “muertos en combate”, como si el intento de llevar ayuda humanitaria formara parte de una agresión militar.

Seguidamente el periódico anota que “desde el barco se disparó contra las embarcaciones israelíes lo que obligó a las fuerzas israelíes de devolver el fuego”. Y detalla que “los activistas de diferentes países y en su mayoría palestinos, atacaron a los soldados con armas blancas y con garrotes e intentaban quitar las armas a los soldados”.

Ese mismo periódico sacaba un titular el 1 de julio de 2010 que decía: “soldados israelíes en situación crítica, manifestantes atacan a la Armada con armas de fuego y cuchillos”. Y en el cuerpo de la noticia sacaba las declaraciones del viceministro de Asuntos Exteriores de Israel, Danny Ayalon, quien dijo en una conferencia de prensa realizada el lunes 31 de mayo con respecto a la flota de barcos de ayuda humanitaria: “La armada de odio y violencia que apoya a la organización terrorista Hamás ha sido una provocación premeditada e indignante. Sus organizadores son bien conocidos por sus lazos con el Jihad, al-Qaeda y el Hamás. Tienen una historia de contrabando de armas y terrorismo mortífero”.

Las primeras olas colonizadoras y la creación del Estado de Israel en 1948 se justificaron en nombre de la persecución sufrida por la comunidad judía en Europa. A partir de ahí, cualquier operación de agresión militar del ejército israelí ha ido acompañada de una defensa política “defensista” del Estado de Israel, ya sea de una agresión de un Estado externo, de una agresión de un grupo guerrillero palestino, de una agresión de una protesta civil, o de una agresión protagonizada por el lanzamiento de piedras de un niño contra un tanque.

La acusación de cualquier acción o protesta contra el Estado de Israel, contra su régimen calificado de “apartheid” por asociaciones de defensa de los Derechos Humanos o contra sus agresiones militares, es tildado por los aparatos de propaganda israelíes como de apoyo “al terrorismo de Hamás”. Ya sea esta protesta protagonizada por algún grupo palestino o por cualquier organización internacional.

Pero lo más preocupante es que antes o después de hacer estas declaraciones, viene la acción desproporcionada del ejército israelí. Ahora los ejemplos más claros los tenemos en el bombardeo y la incursión militar dentro de la Franja de Gaza el pasado invierno de 2008 – 2009, con un saldo de unos 1.400 muertos palestinos, con el pretexto de que el grupo Hamás había lanzado cohetes caseros contra territorio israelí (según el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, los cohetes ‘Qassam’ han matado a 16 personas desde junio de 2004). Y otro ejemplo es este último ataque del ejército israelí a los barcos de activistas internacionales que llevaban ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, aún bloqueada por el Estado de Israel.

Después de ver cuál es la actuación de las Fuerzas Armadas y de los servicios de inteligencia del Estado de Israel, después de ver cuál es la relación entre Israel y Colombia en materia de “defensa”, no es descabellado alarmarse, no es descabellado preocuparse por los frutos de esa relación.

Las Fuerzas Armadas Colombianas han sido denunciadas por distintas ONG por violar el Derecho Internacional Humanitario, por los escándalos de los “falsos positivos”, las ejecuciones extrajudiciales, su incursión en territorio Ecuatoriano el pasado marzo de 2008 puso a la diplomacia colombiana en aprietos, el DAS ha sido salpicado por los escándalos de las “chuzadas” (espionaje telefónico y telemático), ciudadanos colombianos han sido detenidos en Venezuela acusados de espionaje, las denuncias por torturas de personas presas y detenidas no son pocas, continúan encontrándose fosas comunas (como la de 2.000 cadáveres encontrada en La Macarena a inicios de 2010), y siguen las denuncias de asesinatos por grupos paramilitares después de su supuesta desmovilización.

La respuesta del hasta ahora gobierno de Uribe Vélez a todas esas denuncias se puede encontrar en su declaración ante las Fuerzas Militares con ocasión de los 100 años de fundación de la Escuela Superior de Guerra de Colombia en mayo de 2009: “Han hecho estas denuncias con odio basándose en falsas imputaciones en contra de la Fuerza Pública”.

Otra de sus respuestas, dirigida concretamente contra las ONG de derechos humanos, y que en su momento causaron gran preocupación, fueron las de “politiqueros que finalmente sirven al terrorismo y que se escudan cobardemente en la bandera de los derechos humanos”.

Esta similitud entre tildar a los grupos que denuncian la vulneración de los Derechos Humanos de complicidad con el “enemigo terrorista”, esta similitud en vincular a la gente que exige unas condiciones de vida dignas con el “enemigo terrorista”, y esta utilización del discurso del “enemigo terrorista” para justificar operaciones militares, junto a la relación militar que tienen Colombia y Israel, hace temer lo peor.

Vivimos en un mundo donde se globalizan los mercados económicos. Entonces es normal que también se globalicen las prácticas militares que los defienden. Sobre eso, el nombre de “Escuela de las Américas” puede darnos argumentos para la preocupación ante tales hechos.

Entonces, las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos también deberían “globalizar” su lucha. Porqué un caso de violación de los Derechos Humanos en Colombia podría tener relación con el ejército colombiano, pero también podría tenerla con el ejército israelí, así como puede tenerla con una empresa colombiana, con una empresa multinacional, con un Estado europeo o con los Estados Unidos de América. Relaciones que debemos estudiar y denunciar.

Es por eso que a las organizaciones que trabajan por la defensa de los Derechos Humanos en Colombia debe preocuparles la impunidad con la que Israel vulnera esos derechos, ya que esa vulneración puede ser exportada a Colombia. Es por eso que se debería presionar al gobierno colombiano para que rompa las relaciones con el Estado de Israel, del mismo modo en que la sociedad colombiana debería adherirse al llamado al Boicot a Israel para terminar la barbarie que se está cometiendo en Palestina y para evitar la exportación de esa barbarie en suelo colombiano.

La mejor forma de romper las relaciones de la barbarie es estrechar las relaciones de la solidaridad.