Patria Grande
Con una historica abstención, Juan Manuel Santos llegó a la Presidencia de Colombia. Ya en la primera vuelta abundaban denuncias de fraude. Las elecciones de ayer fueron la crónica de una sombría victoria anunciada.
La gestión para Santos implica grandes desafíos. La última gestión de Uribe dejó un escenario político difícil: bajo una supuesta desmovilización del paramilitarismo, Santos hereda un ejército de sicarios, operadores de acciones quirúrgicas y menos masivas que antes. Denuncias de espionajes, de falsos positivos, y otras irregularidades han dejado en evidencia la inmoralidad del gobierno colombiano.
La lista de pendientes es larga. Entre éstas figura mejorar el clima con la Corte Suprema de Justicia, contener el déficit fiscal y reducir el desempleo, el más alto de América Latina, y reconstruir las deterioradas relaciones con dos vecinos y aliados históricos, Venezuela y Ecuador.
El nuevo presidente de Colombia ha ofrecido una “nueva era” y muchos se preguntan cómo la logrará.
Santos ha prometido ser un aliado de los países de la región, pero es evidente que no será nada fácil hacerlo. Basta recordar que, mientras Santos fue ministro de defensa, ordenó y comandó la operación militar que violó la soberanía ecuatoriana para bombardear el campamento de las FARC en el que murió el legendario guerrillero Raúl Reyes.
Santos se ha manifestado orgulloso de la acción militar y Rafael Correa ha dejado muy claro que no permitirá que se repita una incursión similar. El recién electo presidente se confesó orgulloso de convertir a Colombia en una Israel de América Latina.
Uribe también deterioró las relaciones con Venezuela. Las dificultades con Venezuela y Ecuador le han generado a Colombia pérdida de mercados y malestar con otros países de la región.
Analistas de derecha invitan a Santos a buscar otros socios en América Latina y formar un bloque político con gobiernos como los de Chile, Perú y México, cuyos presidentes son empáticos ideológicamente.
Es probable que Santos no sea un calco a carbón de Uribe: las acciones que cometió como Ministro de defensa dejaron en claro que sus políticas son mucho más extremas y que hay que prepararse para enfrentarlo como un elemento perturbador de la paz en la región.