Pablo Taricco
La resonante salida del ahora ex Canciller Jorge Taiana y su reemplazo por quién fuera embajador en Washington, Héctor Timerman, dejan un espacio abierto para interrogarse acerca del futuro perfil de la política exterior de la Casa Rosada en su relación con América Latina.
El currículum del flamante Canciller hace prever una continuidad en la política adoptada hacia la administración de Barak Obama, pero poco dicen acerca del perfil elegido por Cristina Fernández en su dimensión sub regional. Algunos analistas adelantan que el nuevo Ministro, podría fortalecer las relaciones con sectores del Partido Demócrata norteamericano y con la muy influyente comunidad judía estadounidense, lo cual implicaría una suerte de “derechización” de la política exterior del gobierno. Sin embargo, no es secreto para nadie que esa dirección ya estaba trazada desde que Timerman fue nombrado al frente de la Embajada argentina en Washington en 2008. Por otra parte, difícil sería acreditar que esa decisión corresponda a un embajador en lugar de a la Presidenta de la República.
Sin embargo, y para agregar un elemento al debate, es conocida la opinión contraria de Timerman con relación al gobierno cubano. En una entrevista publicada por el cuestionado Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (realizada en 2003 en momentos en que Timerman no cumplía funciones diplomáticas sino periodísticas) el ahora responsable de la política externa denunció “la falta de libertad de prensa en Cuba” y aseguró que “Cuba es una dictadura, una dictadura de izquierda”.
Ahora bien, es al menos inconsistente que la mera sumatoria de la ya resaltada relación de Timerman con la política norteamericana y su posición ideológica con relación al gobierno cubano deban dar como resultante un cambio en la política exterior argentina. Sobre todo teniendo en cuenta los últimos movimientos de la diplomacia kirchnerista a nivel regional.
El logro de la Secretaría General de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) por parte de Néstor Kirchner es ya un argumento tentador a la hora de evaluar la dirección estratégica en este area. Pero además hay que resaltar la aceitada relación política del gobierno de Cristina Fernández con Brasil y el resto de los países latinoamericanos para dejar constancia de lo improbable de un cambio de dirección en política exterior
Pero las razones de fondo que llevan a concluir que el cambio de nombres en la Cancillería no determinan otro tipo de alteraciones, son mucho más simples. Es Cristina Fernández, junto a Néstor Kirchner, quienes definen la política diplomática, caracterizada, al igual que el resto de las políticas del Poder Ejecutivo argentino, por la centralización de las decisiones en esas dos máximas figuras del oficialismo. El resto de los funcionarios desarrolla tareas tendientes a concretar los objetivos trazados por el núcleo de decisiones del gobierno. Esta situación resta fuerza a las especulaciones de corte “purista” que interpretan la designación del diplomático como un cambio de rumbo.
Pero hay otra razón, tal vez más importante. Héctor Timerman es conocido y reconocido por su abierta confrontación con el enemigo número uno del gobierno: el multimedios Clarín. Es tal vez el máximo exponente mediático de esa disputa, que entra ya en su fase definitiva y que concluirá con uno de los contendientes fuera de juego u objetivamente debilitado en su capacidad de influencia en la política doméstica. Desde hace varios meses, la ofensiva oficialista contra el oligopolio mediático tiene a Timerman como punta de lanza por su exuberante capacidad de polemizar con periodistas y empresarios de ese y otros grupos económicos ligados a la comunicación. Su designación es un claro gesto que confirma y profundiza esa política, catalogada por el oficialismo como “la madre de todas las batallas”.
Es en ese plano donde debe interpretarse la designación de Héctor Timerman en el Gabinete de Cristina Fernández. Paradójicamente, un Canciller que tendrá su mayor gravitancia en cuestiones internas. En torno a la política exterior, las líneas estratégicass ya parecen haber sido trazadas en cuanto a Suramérica y el resto del mundo. Cabe esperar una continuidad en esa materia.