Agencias

Washington, mayo 1ero – «Obama se enfrenta a su propio Katrina», titulan los medios conservadores. «La Administración Obama actúa de relaciones públicas de British Pretroleum», se lamentan los ecologistas. «El plan para nuevas prospecciones petrolíferas está muerto», proclaman los demócratas en el Senado.

Al presidente le llueven las críticas por todos los lados, mientras la pregunta unánime en el cónclave de pescadores celebrado  anoche en Venice, donde acaba de tocar tierra la marea negra, es ni más ni menos ésta: «¿Por qué ha tardado el Gobierno federal 10 días en reaccionar desde la explosión de plataforma petrolífera?».

La Casa Blanca ha reconocido finalmente que Obama visitará la zona, aunque no se ha precisado cuándo. El presidente podría viajar al delta del Mississippi en las próximas 48 horas, tras la desazón creada por la incursión relámpago de sus dos secretarios: Janet Napolitano (Seguridad Doméstica) y Ken Salazar (Interior).

La directora de la Agencia de Medio Ambiente, Lisa Jackson, ha convocado entre tanto hoy una reunión de emergencia con los grupos medioambientales de la zona, que no perdonan la «complicidad» de la Administración Obama con la compañía BP, pese al «volantazo» dado en la últimas horas.

«Durante varios días, las agencias gubernamentales han actuado como portavoces o relaciones públicas de British Petroleum», denuncia Monique Harden, al frente de Advocates for Environmental Human Rights (AEHR). «El Gobierno se hizo eco de la estimación a la baja de la mancha de petróleo realizada por la compañía. La almirante de la Guarda Costera Mary Landry se ha referido a BP como «nuestros socio». El Departamento de Interior trabaja desde el centro de mando de BP, cuyo afán es limitar las posibles acciones legales y crear una campaña positiva de relaciones públicas».

El demócrata por Florida Bill Nelson ha encabezado por su parte la «revuelta» en el Senado y ha pedido a la Administración Obama que entierre los planes para dar vía libre a nuevas prospecciones petrolíferas en las costas. «Hasta que no sepamos cómo ha ocurrido este accidente, le he pedido al presidente una moratoria en todas las pruebas para nuevos pozos y exploraciones en nuestras aguas», asegura Nelson.

Rush Limbaugh, el crítico implacable de la ultraderecha, ha acuñado el término del ‘Katrina de Obama’ para referirse al desastre del Golfo de México, comparando su reacción tardía con la del presidente Bush hace cinco años.

En el puerto pesquero de Venice, el último pueblo del delta del Mississippi, la ira contra el Gobierno federal y contra BP amenazaba anoche con desbordarse. «Hoy puede ser nuestro último día de pesca en muchos años», se lamentaba Ivan Halvorson, sobre la borda de ‘The Grider’. «Este país está en manos de los ‘lobbys’ y con Obama la situación ha cambiado bien poco. ¿Qué podíamos esperar?».