Pablo Harlen
Pese a la protesta social internacional contra dicho tratado por ser nocivo para los pequeños y medianos productores de ambos continentes, el día de ayer se ha declarado oficial el acuerdo en el marco de la VI Cumbre U.E. y América Latina.

Mientras el Mercosur aún se mantiene en negociaciones, Honduras, Panamá, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Costa Rica ya han acordado comercializar con el bloque europeo, en condiciones de mucha desventaja para la población latinoamerica. Así también lo hicieron individualmente Colombia , México, Chile Y Perú.

Según declaró el presidente del Consejo de la Unión Europea Herman Van Rompuy, en torno al acuerdo se discutió también sobre la situación política, cambio climático, cooperación y estrategias de seguridad en la región.

Rompuy, un ferviente defensor de la supremacía católica, agregó que “…las claves del acuerdo son ambición, realismo, resultados concretos y recobrar la confianza”.

Los representantes de los países que integran la Unión Europea, como también EE.UU., históricamente han estado interesados en los recursos naturales, mercado de consumo, economía y política Latinoamericana, ejerciendo cierto control a través de sus corporaciones y apoyando abiertamente acciones en contra de los intereses de la población, como por ejemplo el golpes de estados del 2002 contra el gobierno de Hugo Chávez o el más reciente en Honduras contra Manuel Zelaya.

Cabe destacar que la mayoría de los gobernantes latinoamericanos de los países firmantes del TLC, son de tendencia neoliberal y se han mostrado reacios a ingresar al ALBA, (organización liderada por Venezuela que busca la integración latinoamerica y el Caribe con enfoque socialista) pero sin embargo han estado muy entusiasmados y prestos a acercarse a la U.E., (cuya economía pende de un hilo) en un tratado que busca profundizar las privatizaciones, explotación de la mano de obra y expoliación los recursos naturales de América Latina, donde los únicos beneficiarios serán las grandes corporaciones.

Con la misma excusa capitalista, La Unión Europea ha buscado afanosamente acuerdos de libre comercio con América Latina, especialmente desde 1995, como respuesta a EE.UU y al ALCA, (Area de Libre Comercio de las Américas) el tratado entre EE.UU. y Latinoamérica (excepto Cuba), que fue detenido por la acción conjunta de varios países especialmente Venezuela y Brasil por considerarlo un arma neoliberal contra la región.

El ALCA se proyectaba como la extensión del NAFTA, tratado de libre comercio entre EEUU, Canadá y México. México es un claro ejemplo de la peligrosidad de los TLC con países de políticas neoliberales, que debido a que fue obligado a entregar los recursos naturales, privatizar la industria, los servicios público y a competir con los productos subsidiados desde Canadá y EEUU, sufrió la banca rota del sector productor mexicano, la pérdida de tierras y un interminable éxodo de las población agrícola a las ciudades o a EEUU.

Aunque en ocasiones la U.E. y EE.UU. coinciden en sus objetivos, en realidad se encuentran en una guerra geopolítica cada vez más voraz y mientras algunos países latinoamericanos como Venezuela , Boliviana, Cuba y Ecuador caminan por el sendero de los pueblos libres, otros países especialmente en Centro América todavía cargan el yugo de las políticas capitaslistas.

Actualmente la U.E. tiene diversos tratados bilaterales con varios países de América, pero el verdadero objetivo desde 1995 es acaparar al Mercosur, por ser el mayor sector económico de latinoamérica.

Haciendo uso de los Tratados de Libre Comercio, las grandes potencias se empeñan en eliminar las barreras de protección económica de América, para dejar el camino libre al comercio y la explotación a través de sus corporaciones, mientras por otro lado restringen y criminalizan en libre tránsito de los seres humanos que han sido empobrecidos y desplazados por dichas corporaciones.

Así es como a través de los siglos la ingenua América Latina sigue entreganto todas la riquezas y mano de obra a cambio de las misma mentiras colonialistas de progreso y bienestar, donde el resultado por todos conocido es de constante hambre y desolación.

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