Brasil y Turquía fueron los gestores de la Declaración de Teherán, firmada el 17 de mayo, en la que Irán se compromete a enviar a territorio turco 1200 kilos de uranio enriquecido al 3,5 por ciento y recibiría de vuelta el producto enriquecido al 20 por ciento para ser usado con fines médicos. Aunque en un primer momento parecía que ambos países actuaban con un guiño de la Casa Blanca, luego se comprobó que no era así para disgusto de Lula, que no deja de criticar que ahora Barack Obama se oponga a lo mismo que el mes pasado les había pedido en una carta. Hillary Clinton aseguró el miércoles que su país tenía “muy serios desacuerdos con la política diplomática de Brasil hacia Irán”.
Ayer, durante la reunión del Foro de la Alianza de Civilizaciones –que justamente apunta a unir el mundo occidental y el árabe–, en Río de Janeiro, el presidente brasileño salió a responderle. Sin dar nombres, Lula criticó con dureza a Estados Unidos cuestionando a quienes usan la “tesis sobre una supuesta fractura de civilizaciones” como “pretexto para acciones bélicas, llamadas preventivas”.
Lula lo acompañó al afirmar que el pacto con el régimen iraní fue el inicio de una solución negociada “para un conflicto que amenaza mucho más que la estabilidad de una región importante del planeta”.
Otro de los participantes del Foro en Río fue el secretario general de la Liga Arabe, Amr Moussa, quien pidió tiempo para evaluar el acuerdo nuclear entre Irán, Brasil y Turquía, pero que en principio lo apoyaba. “Crearon una nueva oportunidad para eliminar las dudas sobre este problema”, consideró. “Ahora, la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA) debe dar su posición y el próximo paso es ver las reacciones y esperar”, agregó el egipcio, que lleva nueve años al frente de Liga Árabe.