Mamadou Traoré
“Hay que hacer un puente entre Venezuela y África,
un puente de afecto, de cooperación, de acercamiento en lo cultural,
en lo político, en lo económico que es fundamental para la vida”.
H. Chávez
2010 es un año cargado de símbolos y esperanza para América Latina, pero también de desafíos que quedan por alcanzarse. En concordancia, el proceso emancipador que se inició en 1810 consiguió la independencia formal, pero aún falta, dos siglos más tarde, la independencia real – política, económica y cultural – de los pueblos del continente.
Venezuela, hoy como hace 200 años, es un actor clave en los intentos por materializar el sueño del Libertador de una verdadera integración regional, a través de mecanismos novedosos como el ALBA, UNASUR, Petrocaribe, Misión Milagro, por hablar solamente de las iniciativas más resaltantes.
Pero Venezuela va más allá. Contextualiza y adapta su lucha al mundo globalizado del tercer milenio, tratando de borrar las fronteras geográficas mediante la integración solidaria y complementaria de los 2 continentes históricamente más golpeados por el sistema de mercado: África y América Latina.
Cruel paradoja en efecto es la que planifica la condena a la miseria y subordinación de los viveros fundamentales del auge y desarrollo del capitalismo, víctimas del continuo saqueo de sus recursos naturales y humanos. Y luego, se nos dice que estas zonas son “subdesarrolladas” porque no quieren “desarrollarse”, porque su flojera y su afán por elegir a corruptos son más fuertes que su voluntad de trabajar y vivir mejor…
El foro de cooperación América del Sur – África (ASA) nace en el 2006 precisamente para que los países periféricos del sistema asuman un esquema de desarrollo que no dependa exclusivamente de las inversiones y “recetas” de los países centrales capitalistas. La “Maldita Trinidad”[1] – F.M.I., Banco Mundial y O.M.C. – ya ha demostrado su eficiencia y rentabilidad en la acumulación de ganancias para el Norte, al mismo tiempo que hundía cada vez más a los pueblos del Sur. En este sentido, el ASA quiere ser una ambiciosa alternativa práctica a la globalización neoliberal, que privilegie la cooperación multilateral en pos de la paz y seguridad, del crecimiento económico y social, de la educación y de la cultura. Como lo ha mencionado varias veces el sociólogo I. Wallerstein, hay mayores probabilidades de cambiar de sistema cuando uno se encuentra en su periferia, ya que recibe más daños que beneficios del mismo[2].
Y es que tanto África como América Latina siguen encontrándose en posiciones muy vulnerables a nivel mundial. El primero es el continente más pobre, mientras que América Latina obtiene el “premio” de la región más desigual del planeta. No obstante, el potencial es inmenso, agrupando una población de más de 1.600.000.000 de habitantes, (cerca de una cuarta parte de la población mundial).
Durante la primera cumbre ASA, realizada en 2006 en la ciudad de Abuja, Nigeria, se acordó trabajar en la construcción de una cooperación económica y en la integración birregional, profundizando y reforzando los vínculos históricos y culturales existentes entre nuestros pueblos. Así mismo, surgió el compromiso de crear instituciones y mecanismos apropiados para llevar a la práctica el Plan de Acción ASA[3].
En septiembre de 2009, las 66 naciones de América Latina y África se dieron cita en la isla de Margarita para la segunda cumbre ASA. Las expectativas eran altas, ya que se aspiraba a dibujar los mecanismos de integración Sur-Sur, en plena multi-crisis mundial (energética, alimentaria, ambiental, financiera y económica). Después de intensas sesiones de trabajo, los representantes de los países miembros coincidieron en la necesidad de crear una arquitectura financiera birregional que les fortalezca frente a las crisis, a través de mecanismos propios de financiación que pongan fin a la dependencia del Norte[4].
Para ello, se aprobó, entre otros mecanismos, la creación de una secretaría del organismo, que estará a cargo de Venezuela, y con el pedido de reformar el sistema internacional tanto a nivel político como comercial. Según las palabras del presidente venezolano, la Secretaría ASA será una instancia que se dedicará a “convertir ideas de integración entre ambas regiones en proyectos para concretarla[5]”. En marzo del 2010, durante un acto protocolar en la sede del Parlamento Latinoamericano, se nombró al embajador Jesús Arnaldo Pérez[6] a cargo de la Secretaría permanente. Pérez es un gran conocedor de África y asumía hasta ese momento el cargo de embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Francia.
Como no se cansa de repetirlo el comandante Hugo Chávez, nuestro peor enemigo es el tiempo. De poco sirven las buenas ideas si no logran materializarse en el período adecuado. La tercera cumbre se realizará en Libia en el 2011, y la credibilidad del ASA se evaluará en función de su capacidad a llevar a cabo proyectos y generar resultados palpables en la mayor brevedad posible. No se quiere decir con esto que lo emergente debe aniquilar lo importante, pero es imprescindible coordinar los esfuerzos desde hoy, y avalar así lo dicho en Nueva Esparta, donde se declaró que los objetivos del ASA son más de acción que de teoría.
Los próximos conflictos internacionales se relacionarán cada vez más con el acceso a los recursos naturales (petróleo, gas, agua, etc.). África y América Latina serán otra vez las víctimas del saqueo si no logran consolidarse como un polo fuerte y unido ante las demás potencias. Estas últimas han entendido perfectamente la coyuntura, como se puede evidenciar cuando uno observa las inversiones realizadas por ejemplo en África con miras al control de los recursos del futuro. Estados-Unidos, la Unión Europea, pero también Japón y China están moviendo sus piezas en el “tablero mundial” para asegurar su supremacía, a costilla de nuestros pueblos.
Rafael Correa declaró al ser electo presidente del Ecuador que lo que estaba viviendo América Latina no era una época de cambio, sino un cambio de época. El ASA tiene el potencial para convertir en realidad la aseveración del hermano mandatario, pero un mundo mejor no caerá del cielo por sí solo.
De allí que los pueblos del Sur no pueden esperar más y deben exigir acciones a la altura de la esperanza que el ASA genera para los “olvidados de la historia”.
[2] “Movimientos antisistémicos”, con Giovanni Arrighi y Terence K. Hopkins. Madrid: Akal
[3] Para más informaciones al respeto, véase http://www.abn.info.ve/
[4] Para conocer la declaración final, véase http://www.noticias24.com/
[5] http://informe21.com/ii-
[6] Ex-canciller y ministro del ambiente del gobierno bolivariano de Venezuela.