Javier Monagas Maita
Es difícil salirse del tema del colapso derrapante de la institución política, disfrazada de religión, llamada iglesia Católica. Esa institución poderosa, ha sobrevivido a todas las crisis que se le han presentado a ella como tal y al mundo donde está inmersa desde su fundación por un personaje llamado Pedro, en los albores de la llamada era cristiana. Esa sobrevivencia se ha debido a la complicidad de los demás poderes dominantes en el mundo, que no les interesa un colapso del orden establecido y del cual se lucran también.
En mi concepto la iglesia católica, es el método de engaño y de dominación sicológica mejor elaborado por el hombre. En su composición, se han juntado los peores tahúres de la historia y los más crédulos e ingenuos fieles, engañados por un mito de bondad, pero que solo avala y respalda la maldad. Eso lo conoce la historia. Solo les recuerdo que se paseen por la conformación de los primeros concilios ecuménicos, quienes los convocaron y por que, o de cómo se ejecutaron las cruzadas y la colonización del continente aborigen llamado luego América, de cual fue la posición de esa iglesia y como se benefició.
Si algo ha caracterizado a la institución católica, es el acompañamiento que da a las más horrendas masacres que se producen en el mundo después de su conformación como religión universal. No ha existido ninguna cruzada o acción de guerra donde no esté presente la cruz identificativa de ese instrumento de dominación. Fíjense por ejemplo en el caso del Banco Ambrosiano y la Logia p2. Las investigaciones posteriores, que concluyen entre otras cosas; que el papa Juan Pablo I, fue envenenado, como una acción de las luchas internas de esa mafia por el poder, también quedaron al descubierto los nexos con el narco trafico, con las dictaduras de América Latina y otras regiones del mundo, con el negocio de la trata de Blancas, con la usura bancaria mundial, el negocio de bienes raíces explotadores y el despojo de las tierras a los campesinos.
Esa iglesia católica, se atribuye la potestad de velar por los preceptos de un Dios benévolo que murió en una cruz por la humanidad, pero que en la practica, solo sirve para atraer riquezas y obras de arte costosas, para ser depositadas en unas arcas, de la cuales no salen nunca jamás. Paradójicamente esas riquezas son testigo silentes de la muerte de millones de seres de hambre, enfermedad y sed a su alrededor y sus poseedores no mueven un solo centavo para calmar esa pena. Solo rezos, plegarias preñadas de hipocresía y peticiones a otros, es el aporte de esa iglesia a la calma de la desdicha de la mayoría de la humanidad. Ahora en el clímax de la inmoralidad se destapa una aberrante práctica no tan nueva, de VIOLACIONES SEXUALES DE NIÑOS fieles, a la que llaman pedofilia, lo mas grotesco es que la solución que presentan como pago de pena, es la cancelación de los favores en dinero metálico constante y sonante, pero los desgraciados inmorales que cometen los abusos contra los inocentes, quedan exentos de la pena judicial de rigor que deberían pagar por su crimen.
Es cierto que hay una guerra de Dioses. Por un lado el dios de los pueblos pobres y oprimidos que pese a sus carestías, son capaces de desprenderse de lo poco que poseen para aliviar a sus semejantes. Esos seres humanos dignos, se congregan para pedirle al dios bondadoso por la paz, la sabiduría y el fin de las penas colectivas que le ocasionan otros sectores todos poderosos, que guiados por un Dios de guerra, discriminador y racista, que bendice las armas y bombas portadoras de muerte en todo el mundo. El mismo Dios que se inscribe en la moneda de la nación más criminal y racista de la historia. la misma que asesina a niños, mujeres y hombres inocentes, a miles y miles de kilómetros de distancia de sus fronteras, con la excusa de que son una amenaza para su seguridad nacional.
La lucha que se desarrolla a nivel mundial en este momento, es la lucha de la verdad contra la mentira, del bien contra el mal, de la justicia contra el crimen, de la paz contra la guerra. Es la guerra del dios del dinero malévolo de los capitalistas explotadores, contra el Dios benevolente, humanitario y justo de los pueblos que ante ponen el amor por el prójimo por sobre el interés mercantilista.
Viva el dios de los pobres y los revolucionarios, muera el dios de los ricos y los oligarcas: de sabino Urosa, Baltasar porras, Benedicto XVI y los sádicos violadores de niños.