Javier Monagas Maita

Si algo es necesario en cualquier proyecto que queramos desarrollar en la vida, es el sentido de la comprensión de la realidad y el de sumar aliados. También dentro de esa necesidad debemos enmarcar la de restarle apoyo al enemigo y aislarlo en la mayor proporción posible. El ser cautelosos con las jugadas enemigas, que nos puedan conducir a una trampa que resulte contraproducente para lo que deseamos lograr.

En los momentos actuales, el pueblo colombiano (fíjense que hablo del pueblo) es el comodín que pretende usar la oligarquía traidora de ese país, para dañar la revolución Venezolana y a la vez, distraer a la opinión neogranadina de los tristes y maquiavélicos episodios a los cuales son sometidos: narco trafico, destierro, persecución, despojo, falsos positivos, encarcelamiento, utilización para fines perversos, asesinatos, prostitución y cuanta empresa pervertida le pueda rendir dividendos económicos. Amen de esa dantesca realidad, esos inhumanos seres oligárquicos, tienen a la vez que rendirle cuentas a un patrón más inhumano que él: al imperialismo sionista yanqui.

Pero como dice en el titulo, preocupa que gente que se dice tener claridad de ideas y de visión, caigan en el juego chouvinista de descalificar a los hermanos colombianos; ya de por si vilipendiados y maltratados por el enemigo común a ambos pueblos. Primero que nada la vieja conseja de “divide y reinaras” es usada, por los monstruos que se han deleitado toda la historia de las guerras provocadas intencionalmente entre quienes pierden todo y nada ganan (los pueblos), pero que mueven como peones para impulsar sus racistas economías y mantener un orden social que es en realidad un desorden moral. El pueblo colombiano, al igual que cualquier pueblo del mundo, es victima de las elites sin sentimientos humanos que solo se ocupan y les interesan los dividendos obtenidos mediante cualquier método y, que son capaces de hacer lo que sea con tal de mantener sus privilegios enfermizos.

Mundialmente existe una peste con forma humana, a la que se le llama burguesía. Es una especie de mantis religiosa, con forma humana, que además de devorar a su pareja, también devora a sus semejantes, tan solo por poseer bienes materiales, con los que alimentan su enfermo ego, y satisfacen la vanidad delante de sus iguales avaros.

Para mi entender, lo procedente es traer al sufrido pueblo colombiano al carro de la vida, unirlo en la causa de la libertad universal popular y de la definitiva destrucción desde la raíz de la avara clase burguesa capitalista, asesina y explotadora de los hombres. No es que el pueblo de Colombia, no luche, lo que pasa es que en su suelo se han anidado las peores alimañas sin sentimientos y en alianza con el mayor criminal de la historia de la humanidad – el sionismo internacional capitalista gobernante en USA y otras naciones – y a punta de terror y barbarie, han destrozado el animo de muchos del pueblo, sembrando apatía, pero por encima de esa cruz, todavía queda animo y fortaleza en otros sectores de la población que mantienen coraje y corazón para la batalla. Es ese sector, la esperanza del gran pueblo, pero necesitan nuestra ayuda. Una ayuda que al final nos favorece a los demás.

El enemigo de los pueblos, en su afán de mantenerse reinante, siembra cizaña y usa lacayos desclasados como peones, con la finalidad de romper la unidad de la lucha. No hay diferencia en los pueblos de Colombia, Ecuador, Brasil, Argentina, Honduras, Venezuela, etc. Solo hay diferencias de oportunidades por el poder de los explotadores en algunas naciones, pero los intereses de todas las poblaciones humildes de la región y el mundo están íntimamente ligados a su conciencia y predisposición a ser libres. Esa liberación no se alcanzará mientras no nos unamos en una sola lucha mundial por la vida y la libertad. En cada espacio que ganemos en cualquier parte del mundo, debemos establecer bases de apoyo y multiplicar fuerzas para fortalecer la lucha donde más se necesite. La internacionalización de la solidaridad, más allá de la sola frase, es necesaria y urgente. El enemigo está unificado por una fuerza que somete a quienes pretendan salirse del esquema, de esa manera las oligarquías solo son subsidiarias del sionismo asesino mundial gobernante en USA e Israel; una especie de subyugación del subyugador.

No son entonces los pueblos los enemigos de la revolución Bolivariana. Una parte de esos pueblos son sometidos a procesos de lavado cerebral y desclasamiento, que luego son usados contra su propia gente, pero éstos son minoría y al final nos imponemos los pueblos luchadores. Ejemplos hay muchos.

javiermonagasmaita@yahoo.es