El portavoz del Departamento de Estado, Philip Crowley, dijo ayer en la capital federal norteña que su gobierno está preocupado por la situación actual en Nicaragua y apoyaría que la Organización de Estados Americanos (OEA) se involucre «si eso facilita una solución pacífica a la crisis actual», según se conoció aquí.
Crowley aludió a las manifestaciones populares de esta semana en la capital nicaraguense, donde quedó evidenciada la ira acumulada en la población por la actuación opositora, que mantuvo prácticamente paralizado el Parlamento durante casi cuatro meses, mientras se mantienen en espera numerosos proyectos de ley de gran impacto social.
El gobierno del presidente Daniel Ortega rechazó ayer los pronunciamientos de Insulza, a quien le pidió que se abstenga de brindar declaraciones con ribetes injerencistas.
Por su parte, la congresista de origen cubano Ileana Ros-Lehtinen, conocida por sus posiciones de ultraderecha, estrechamente vinculada a las organizaciones contrarrevolucionarias cubanas en La Florida y protectora de los golpistas hondureños, no perdió la oportunidad de atacar una vez más al gobierno sandinista y pidió a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, tomar cartas en el asunto.
La declaración del gobierno estadounidense echa más leña al fuego y satisface a los principales líderes políticos opositores, pues de hecho justifica y ampara la beligerancia mantenida durante las últimas semanas contra el gobierno sandinista.
Con ella, Washington da un nuevo paso en sus planes de desestabilización de la Revolución Sandinista, desarrollada, hasta ahora, a través de personeros locales.