Revolución
La humanidad y los ecosistemas del planeta están frente a una emergencia ambiental. Pero esa frase no capta el alcance de lo que tenemos enfrente.
Imaginemos que estamos en un satélite que sobrevuela la Tierra y que podemos bajar a ver la situación en tierra.
Llegamos primero a las afueras de Accra, la capital de Ghana, en África occidental. Vemos jugando a niños tan chiquitos como de cinco años. Pero al mirar más de cerca, vemos que su patio de recreo consiste en grandes montones de computadores desechadas: lo que se llama “e-desechos”. Vemos que los niños están desmantelando las computadoras y quemando el cableado sobre fogatas de espuma aislante de refrigeradores. Cuando les preguntamos, nos dicen que no están jugando sino quitando el metal para venderlo, y que así se mantienen.
Estos computadores fueron enviadas desde Estados Unidos, Europa y Japón, como “donación”. Pero esos donativos en realidad son inútiles. Y peor aún, contienen plomo, cadmio, químicas orgánicas y otras sustancias que causan cáncer o perjudican el desarrollo cerebral y reproductivo. Esos “donativos” son tóxicos para los niños y, en la temporada de lluvias, entran en los ríos y lagunas donde contaminan la vida ahí también.
Regresamos al satélite y vamos a la selva amazónica del norte de Ecuador, en Sudamérica. Desde arriba tenemos una vista de una bella selva. Pero una vez en la tierra, esa vista es opacada por los pozos que rezuman tóxicas aguas residuales. Los ríos y arroyos son negros por el petróleo. La gente sale de sus chozas para hablarnos sobre los muchos seres queridos que están muriéndose o ya se han muerto de cáncer. Lloran por sus niños que padecen leucemia o tienen defectos de nacimiento. Aquí en el Oriente, una zona del tamaño del estado de Rhode Island, la petrolera Texaco ha creado uno de los peores desastres ambientales de la historia humana. Texaco derramó y echó al río y a la selva 17 millones de galones de petróleo crudo y miles de millones de aguas residuales tóxicas. La gente que conocemos vive en esta selva. Son miembros de seis grupos indígenas, 30.000 personas, que dependen de estos ríos y esta selva para vivir.
Ahora la petrolera Chevron ha comprado Texaco. Chevron trata de pintarse como “amigo de la ecología”, pero está peleando en los tribunales acusaciones de haber causado la devastación del medio ambiente y al menos cientos de muertes.
Luego viajamos en el satélite al Polo Norte. Desde los cielos, las capas de hielo parecen extenderse al horizonte. Pero si las comparamos con el tamaño que tenían hace treinta años, veremos que al final del verano el hielo habrá perdido secciones del tamaño de California y Texas en conjunto. Están derritiendo a medida que el planeta se calienta. Ahora el hielo marino está derritiendo más temprano también, lo que hace difícil la vida de los osos polares, que en momentos críticos cazan desde los trozos de hielo. Los osos son fuertes nadadores, pero ahora algunos están muriendo porque para cazar tienen que nadar distancias más largas de un trozo de hielo flotante a otro. Y eso no afecta solamente a los osos polares; el calentamiento global amenaza todo el ecosistema ártico. Es más, el derretimiento del ártico causará peligrosos efectos de retroalimentación que calentarán el planeta aún más.
Vamos luego al Polo Sur. Ahí encontramos que enormes capas de hielo de la península antártica ya se han derretido. Una científica que trabaja ahí nos habla sobre este ecosistema severo, pero ricamente abundante, y nos guía para ver pingüinos, focas, ballenas, peces y muchos pájaros. Explica que estos animales enfrentan amenazas actuales que aumentarán en el futuro, debido a dos cambios grandes: primero, el derretimiento del hielo marino; y segundo, la disminución de los números de krill, o camarones antárticos. Muchos animales dependen de vastas cantidades de krill para alimentarse. Los krill forman la base de la cadena alimenticia del antártico, pero ahora su población va en descenso. El calentamiento global está derritiendo el hielo marino que contiene algas que el krill come y, por otra parte, la industria de pesca busca el krill como alimentación en la piscicultura y para otros usos. Un descenso mayor en los números de krill afectará no solo a Antártica, sino a ecosistemas marinos en lugares mucho más lejos.
Desde el nordeste antártico vamos a las naciones isleñas de Indonesia y Malasia. Encontramos selvas tropicales de maravilla, pero también vemos selvas en llamas. Al aproximarnos más a la tierra, podemos divisar grandes franjas de tierra donde se ha destruido la selva y solo queda uno que otro tocón. En otras regiones, hay vastas plantaciones de palma; estas plantaciones reducen seriamente la diversidad biológica, al favorecer la especie de planta que está bajo cultivación.
Llegando a la región selvática de Borneo, entramos en un mundo de plantas y animales maravillosas: bellas orquídeas y otras plantas de flor, y muchos tipos de pájaros. Una vez en tierra, conocemos a un activista que ha participado en bloquear la destrucción de la selva por las compañías inmobiliarias. Se le ilumina la cara cuando describe la inmensa variedad de animales que todavía viven en la selva, como simios, tigres asiáticos, anfibios, reptiles y hasta elefantes. Pero se le encienden los ojos cuando explica que se está exterminando rápidamente toda esta riqueza viva al destruir la selva. El 75% de la selva tropical de Indonesia, que era inmensa en un tiempo, ya no existe. Nos dice que si no se pone fin pronto a ese proceso, este vasto y rico ecosistema dejará de existir, todos estos animales y plantas desaparecerán, y las consecuencias afectarán a todos nosotros.
Seguimos sobrevolando el planeta y llegamos al río Khosi que atraviesa Nepal y la India. Cuando aterrizamos, los campesinos nos muestran lo que una vez fueron sus tierras. Ahora es un arenal de seis pies de profundidad, tras los aluviones masivos que mataron a 1.500 personas y desplazaron a otros tres millones. Ahora no crece nada. Y en otras regiones las sequías o las torrenciales lluvias de monzón han empeorado, debido al cambio climático. Los campesinos dicen que no saben qué harán para sobrevivir.
Luego llegamos a nuestro destino final… Nueva Orleáns. Caminamos por el barrio del distrito nueve, donde la mayoría de la gente es pobre, negra o las dos cosas. No podemos creerlo, pero las casas siguen principalmente en ruinas… cinco años después de su destrucción por el poderoso huracán Katrina. Este barrio fue dejado a pudrir por un gobierno y un sistema económico que no satisfacen las necesidades del pueblo. La gente de Nueva Orleáns nos muestra fotos de sus seres queridos que murieron abandonados en sus hogares y nos dice que la policía y los soldados se les vinieron encima con armas, cuando la gente necesitaba ayuda. Katrina fue un monstruo, alimentado por las aguas más calurosas del golfo de México. Katrina es una señal de lo que viene: los huracanes y tormentas más fuertes que con toda probabilidad ya están pasando y que llegarán a ser más comunes a medida que avance el calentamiento del planeta.
El contexto más amplio: La destrucción de los ecosistemas
Esta reseña demuestra la emergencia, pero miremos ahora el contexto completo.
Muchos de los ecosistemas de la Tierra, sus complejas redes de vida, están siendo debilitados, puestos en peligro y hasta destruidos. Cuando decimos ecosistema, queremos decir la manera en que todos los organismos vivos de una zona —las plantas, los animales y los microorganismos como la bacteria— interactúan entre sí y con el entorno topográfico (los rasgos naturales como ríos, montañas, desierto, etc.) en una red compleja de vida. Estos organismos son interdependientes y se interactúan entre sí. Si “se saca un hilo del tejido”, o sea, si se destruyen una o más especies clave, es muy posible el colapso de todo el ecosistema.
¿Qué tan mala es la crisis de los ecosistemas? La ONU, en su Informe Milenio de la Evaluación del Ecosistema de 2005, calculó que el 67% de los “servicios proveídos por la naturaleza a la humanidad están en declive en todo el mundo”. Eso indica que todo lo que sacamos de la naturaleza y de que dependemos para vivir —la producción de alimentos y agua y muchas medicinas, el aire que respiramos, el control del clima y de las enfermedades, el abastecimiento de sustancias nutritivas y la polinización de los cultivos, además de los beneficios culturales y recreativos— se está agotando y lo estamos degradando.
Pero, ¿cómo es posible eso? Cuando visitamos lugares naturales o vemos los programas de televisión sobre la naturaleza, en muchos aspectos todo parece ser como siempre. Y, de hecho, todavía hay grandes partes del mundo donde las maravillas naturales nos asombran y hay una rica diversidad de vida. Pero cuando hacemos un “zoom out” para ver el contexto completo y cuando miramos debajo de la superficie de los cambios ambientales, sale a la vista un panorama gigantesco y muy aterrador.
Consideren estos hechos básicos:
* Aproximadamente la mitad de los bosque pluviales del mundo ya no existen, habiendo sido taladas para la agricultura, la industria maderera y la ganadería. Están concentradas alrededor del ecuador.
* Muchas tierras que antes estaban bajo cultivación ahora son estériles o desierto, debido al mal uso de la tierra o el cultivo excesivo. Este es un problema especialmente en el 40% de la Tierra que es árido (seco) o semiárido. En estas zonas vive un 25% de la gente de Asia, África y Latinoamérica.
* La contaminación del agua y del aire es un problema mundial; por ejemplo, ¡ya no hay vida acuática (peces, plantas, etc.) en el 80% de los principales ríos de China! La contaminación del aire afecta muy severamente a los ancianos, los enfermos y los niños chiquitos en particular, causándoles cánceres pulmonares y otras enfermedades del pulmón, bronquitis y enfermedades cardíacas. A nivel mundial, tres millones de personas mueren cada año como consecuencia de esa contaminación.
* Por último, tenemos el calentamiento del planeta. De acuerdo a la Organización Mundial de Salud, el calentamiento ya mata a 150.000 personas cada año debido a la mayor frecuencia y fuerza de las sequías, las tormentas, las inundaciones, las olas de calor y las enfermedades parasitarias. De 2000 a 2008, mientras los científicos daban la voz de alarma repetidamente sobre el calentamiento global, las emisiones de efecto invernadero (los gases como dióxido de carbono y metano que causan el calentamiento global) subieron en un 29% y su ritmo de concentración sigue en aumento. Ahora la elevación del nivel de los mares, causada por este calentamiento global, amenaza la mera existencia de muchas naciones bajas, desde las islas del Pacífico Sur a países como Bangla Desh.
Es importante señalar que en todos los ejemplos mencionados arriba, la devastación ambiental se concentra sobremanera en las regiones de Asia, África y Latinoamérica. Eso no es por casualidad ni por mala suerte. Por siglos esas naciones han estado bajo la dominación de los países más ricos de Estados Unidos, Japón y Europa. Hoy, esa dominación significa que las potencias imperialistas consumen una porción enormemente desproporcionada de los recursos mundiales… y que las naciones oprimidas soportan una porción sumamente desproporcionada del peso y castigo de la crisis ambiental.
Los gobiernos han dicho que esa situación es un problema, como hicieron hace poco en diciembre durante las discusiones sobre el clima en Copenhague. Sin embargo, en vez de tomar medidas para solucionar el problema, en realidad han aumentado la quema de combustibles fósiles, además de la búsqueda de carbón y “petróleo sucio” que son los contaminantes más peligrosos. ¡Estos Nerones de los tiempos modernos están tocando el violín mientras todo el planeta arde!
El eminente climatólogo James Hansen ha advertido: “Nuestro planeta está ahora peligrosamente cercano a ‘un punto de inflexión’… un medio ambiente que está muy fuera del patrón que ha experimentado la humanidad. No habrá retorno que pueda ser imaginado en el tiempo de vida de cualquier generación y el viaje exterminará una fracción grande de las especies sobre el planeta… Para tener un buen chance de evitar la puesta en marcha de cambios climáticos imparables con efectos irreversibles, debemos movernos en una nueva dirección energética en una década”.
Hay diferencias de una región a otra en cuanto a la manera en que se desarrolla la emergencia ambiental, con algunas regiones más afectadas que otras. Pero la crisis es real, global y está avanzando.
La crisis de la extinción y el colapso del ecosistema
Hoy, están extinguiéndose más de tres mil especies al año y esto podría alcanzar decenas de miles por año. En África la población de leones ha disminuido de 200.000 a 20.000 en los últimos 30 años. Los chimpancés y gorilas, los parientes más cercanos de la humanidad, están enfrentando la amenaza de la extinción, de dejar de existir totalmente. Son el objetivo del “tráfico de carne de caza ilegal”, la eliminación de sus hábitats de la selva y la muerte por enfermedades. En los océanos del mundo cerca del 90% de la población mundial de peces depredadores (como atún y pez espada) han desaparecido a causa de la sobrepesca.
Por malo que sea eso, esta imagen no capta la profunda amenaza para la biodiversidad de la tierra por muchos factores y el grado en el cual se están alterando radicalmente ecosistemas enteros y en algunos casos ya están desvaneciéndose de la tierra. Existe un peligro real de que se ponga en marcha una cascada de efectos negativos que afecte la salud global del planeta. La combinación de suficientes colapsos de ecosistemas a escala local o regional podría provocar un colapso del ecosistema global. Para repetir: la combinación de suficientes colapsos de ecosistemas a escala local o regional podría provocar un colapso del ecosistema global.
Hoy en los océanos, casi todos los grandes peces, mamíferos y tortugas, también como muchas aves y otras especies están aproximándose hacia la extinción. ¿Por qué? Por un lado, debido a la pesca de arrastre con grandes redes en el fondo de los océanos por compañías capitalistas. Esta clase de pesca saca demasiados peces y destruye su hábitat (el ambiente en el que pueden vivir); pero ésta es la forma más rentable de hacerlo para los capitalistas y por eso así es cómo se hace. Por otro lado, la contaminación en general y el cambio climático amenazan a estas especies, un fenómeno que se debe, como demostraremos en este número, a la innecesariedad de la producción capitalista en general.
Estos cambios en los océanos son ampliamente extendidos y representan un gran problema. En algunos casos la actividad humana ha eliminado a los depredadores de la cima de la cadena alimenticia. Con la salida de estos depredadores, algunas especies de las que éstos se alimentaban se han reproducido fuera de proporción y diezmado a otras especies más abajo de la cadena alimenticia. En otros casos, como en los estuarios, la contaminación y la sobrepesca han disminuido las ostras y otros comedores por suspensión. El problema es que en un estuario sano, los comedores por suspensión mantienen controladas las algas y las bacterias y sin ellos, estos organismos crecen sin límite, contaminando las aguas y playas con limo y toxinas.
Ecosistemas enteros en los océanos están amenazados y en algunas regiones, ya están en colapso. Los arrecifes de coral son de particular importancia. De acuerdo a un artículo reciente de Brian Skoloff, “Death of Coral Reefs Could Devastate Nations” (La muerte de los arrecifes de coral podría devastar a naciones), la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA en inglés) dice que el 27% de los arrecifes del mundo ya no existen y si la situación continúa así, otras dos terceras partes desaparecerán para el 2032. Ocurre la degradación de los arrecifes de coral por la contaminación y el desarrollo en las costas, la sobrepesca y las prácticas destructivas de pesca. Estos factores están interactuando incrementadamente con el calentamiento de las aguas oceánicas debido al calentamiento global, lo que provoca la muerte de las algas que viven dentro de los corales y los alimentan, causando que los corales se vuelvan blancos y mueran.
Skoloff dice: “Los arrecifes de coral son parte de la base de la cadena alimenticia de los océanos. Cerca de la mitad de los peces que las personas comen en el mundo construyen sus hogares alrededor de estos arrecifes. Cientos de millones de personas en el mundo —según algunas estimaciones, mil millón únicamente en Asia— dependen de los arrecifes para su alimentación y sustento”. Carl Gustaf Lundin de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza dice que la muerte de los arrecifes de coral implicaría que “la existencia de naciones enteras estará bajo amenaza”.
Kent Carpenter, un profesor de la Universidad Old Dominion que dirigió un censo mundial de las especies marinas, dijo que si el calentamiento global continúa sin control, todos los corales podrían llegar a extinguirse en 100 años. Carpenter agrega: “Se podría alegar que un colapso completo del ecosistema marino sería una de las consecuencias de la pérdida de los corales… Tendrá una enorme cascada de efectos para toda la vida en los océanos”.
Cosas similares están sucediendo en tierra. Las selvas de Asia, África y Suramérica tienen una gran multitud de especies. La comunidad científica aún no ha llegado a conocer muchas de esas especies. Pero las selvas son objetivo de la tala y la quema, lo que amenaza con grandes extinciones de especies y el colapso de estos ricos ecosistemas.
El peligro catastrófico del calentamiento global
Las selvas tropicales no sólo contienen la más grande diversidad de especies, también sacan del aire las enormes cantidades de dióxido de carbono que están causando el calentamiento global. En cambio estas selvas emiten enormes cantidades de oxígeno que los organismos necesitan para respirar. Se han llamado estas selvas “los pulmones del planeta”. La tala y quema de estas selvas libera más carbono en enormes cantidades en la atmosfera, lo que incrementa más el calentamiento del planeta.
Las selvas tropicales afectan el clima. Éstas absorben agua del suelo y la usan para crecer y luego liberan grandes cantidades de vapor de agua. La selva amazónica, la más grande extensión de selva tropical que queda sobre el planeta, tiene un tremendo impacto sobre el clima. Esta selva interactúa con los vientos alisios, lo que genera sistemas meteorológicos que afectan grandes regiones y regulan las temperaturas de los océanos. Pero cerca de una quinta parte del Amazonas ha sido completamente destruida y más del 20% más ha sido dañado por la industria maderera. En algunos años recientes con el calentamiento del planeta, las sequías han golpeado el Amazonas y hay un temor real que más años de sequías con mayores cambios climáticos causen un punto de inflexión donde el Amazonas empiece a ir muriendo y que hasta se convierta en praderas o en un desierto.
Esta deforestación y la quema de petróleo, carbón y gasolina (combustibles fósiles) están causando que la tierra se caliente. La quema de estos combustibles y la tala y quema de bosques libera dióxido de carbono que es el principal “gas de efecto invernadero”. La acumulación del dióxido de carbono y otros gases invernaderos en nuestra atmosfera está calentando el planeta, lo que hace que cambie el clima. El hielo polar y los glaciares se están derritiendo a un ritmo acelerado. Naciones isleñas enteras y los litorales costeros donde viven cientos de millones de personas podrían correr peligro en las próximas décadas con la elevación del nivel de los océanos por el derretimiento de los glaciares y las capas de hielo. En conjunto, el promedio de las temperaturas sobre el planeta está subiendo y algunas regiones, sobre todo en las regiones oprimidas de Asia, África y América Latina, están más afectadas que otras. Once de los últimos 14 años han tenido las temperaturas más elevadas que se han registrado. Existen evidencias que ya se están dando los extremos climáticos —inundaciones más devastadoras en algunas regiones, severas sequías en otras, olas de calor y huracanes más poderosos en ciertas regiones— y los modelos del clima mundial predicen que esas cosas se tornarán mucho peores a medida que continúe calentándose el planeta.
El clima es un factor clave que afecta los ecosistemas, tal como la posibilidad de que una planta o animal pueda vivir en un lugar particular. A medida que se calienta el planeta, muchas especies se están mudando hacia las zonas de los polos y a alturas más elevadas donde pueden sobrevivir. En las zonas de los polos, las especies no tienen un lugar más frio a donde ir. En períodos “normales”, el clima suele cambiar a través de miles y aun millones de años — y las especies se pueden adaptar. Pero ahora, Anthony Barnosky dice que el cambio climático causado por los seres humanos “ha estado acelerándose más rápidamente que nunca antes durante la evolución de las especies y ecosistemas — muchas especies simplemente no tienen la capacidad biológica de adaptabilidad de su rango geográfico a la velocidad que se requiere para poder sobrevivir”.
Además de eso, cuando muchas especies responden modificando su rango, se estrellan con las ciudades y el desarrollo donde no pueden sobrevivir y a través de la cuales no pueden desplazarse. El desarrollo urbano, la expansión urbana descontrolada y otras destrucciones del hábitat natural han estado fragmentando y hasta erradicando los rangos naturales de las especies. A menudo, ni siquiera existe más hábitat hacia el cual migrar. El cambio climático combinado con la destrucción del hábitat implica un golpe doble que amenaza no sólo a las especies sino a ecosistemas enteros. Barnosky dice: “Como resultado, comunidades y ecosistemas enteros podrían dejar de operar tal como su evolución ha dictado durante miles y millones de años”.
El colapso del ecosistema y las consecuencias para nuestro futuro
Los ecosistemas están conformados de unas redes complejas de interacción y de interrelación de vida. La extinción de especies claves tales como los krill en la Antártica, los lobos y otros depredadores importantes, o grupos de especies, puede causar que se transformen fundamentalmente o hasta se “desenmarañen” ecosistemas enteros, en formas altamente destructivas. Se ha comparado las especies en los ecosistemas con los remaches de las alas de un avión. Quite uno y no necesariamente será un problema (a menos que éste sea un tornillo central o de control), pero retire unos cuantos más y el ala se debilita y pierde el equilibrio. Y otros más y la estructura entera colapsa.
En algunos ecosistemas muy importantes, entre ellos las selvas tropicales y los arrecifes de coral que contienen la vida más rica sobre la tierra, pero también otros, están ocurriendo la devastación total y en algunos casos el colapso ya o de plano la eliminación total. Otros, tales como el Ártico, están padeciendo severos efectos. Los ecosistemas se combinan, interactúan y pueden impactarse tremendamente entre sí, lo que afecta el ecosistema global entero. Los seres humanos dependen del funcionamiento de ecosistemas vivientes para nuestra propia supervivencia.
Tenemos que confrontar esta realidad. La eliminación de especies individuales y grupos de especies puede desenmarañar los ecosistemas y los colapsos de éstos pueden caer como fichas de dominó. Ahora muchos factores, siendo el cambio climático la punta de lanza, se están juntando para presentarnos con la amenaza no sólo de una extinción en masa de especies, sino el colapso de algunos ecosistemas y la amenaza de un impacto en cascada sobre el ecosistema global de la tierra y su transformación en una clase diferente de planeta que potencialmente podría amenazar hasta la propia existencia humana. No podemos predecir todos los caminos y resultados, pero ésta es la trayectoria que ya está dándose y debemos detenerla.
Los científicos y las organizaciones dedicadas de la conservación de la naturaleza han estado estudiando todo esto y saliendo con muchas soluciones posibles, muchas cosas que hacerse para conservar núcleos de las zonas y corredores naturales a los cuales las especies pueden migrar y por los cuales pueden desplazarse, nuevas tecnologías que podrían ser sustentables y hasta maneras de “aislar” el dióxido de carbono, de sacarlo de la atmosfera y contribuir a revertir el cambio climático. Muchos otros están luchando enérgicamente contra el desarrollo y la destrucción ambiental. Ya se han tomado algunas iniciativas importantes que están teniendo efectos positivos y muestran el potencial de salvar la naturaleza. Pero el funcionamiento del sistema está frustrando muchos esfuerzos y caminos. Hace falta hacer mucho, mucho más, se puede hacer mucho, mucho más, y mucho, mucho más clama por que se haga.