Pepe Escobar
Asia Times Online
Los países del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) se juntaron con éxito el jueves en la capital brasileña, Brasilia. Después de reunirse con el presidente chino Hu Jintao, y de condenar una vez más una “globalización asimétrica y disfuncional,” el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva se mostró entusiasta: “Ha nacido una nueva geografía económica global.” Bueno, no en realidad. No todavía.

Cualquiera en el mundo que esté aburrido con los problemas del comercio global causados por piratas somalíes en trajes Zegna está interesado en lo que se proponen (potencialmente) los miembros del BRIC. Los mayores países en desarrollo del mundo, que sin duda serán el motor de la economía global durante los próximos cuatro decenios, se proponen esencialmente lo que el presidente ruso de entonces, Vladimir Putin, describió en su famoso discurso en Múnich en 2007: formar un nuevo consenso global. Llámese el ascenso de la periferia (los mundos “Segundo” y “Tercero”. Llámese el alba del consenso posterior a Washington.

No deja de ser irónico que los principales protagonistas de la actual arquitectura financiera global estén siendo obligados a reconocer que las “placas tectónicas económicas y políticas [globales] se están desplazando”. No, no fue Lula, sino el jefe del Banco Mundial nombrado por George W. Bush, Robert Zoellick, quien incluso se sintió obligado a dar el golpe de gracia al concepto condescendiente de “Tercer Mundo.”

¿Despierta finalmente el Banco Mundial ante el/los mundo(s) reales? Los miembros del BRIC se reunieron en Brasil aproximadamente una semana antes del festival de amor anual del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional en Washington. Puede que el viejo orden lo resienta, pero la voz del BRIC es y seguirá siendo cada vez más insistente. No es sorprendente, están contribuyendo con más fondos al FMI, por lo tanto deberían tener más influencia en la decisión sobre el uso del dinero. Quieren una antítesis de Wall Street: transparencia. La crisis financiera de 2008 –que de ninguna manera ha terminado– fue desencadenada por un casino financiero con un sesgo de Wall Street.

Estratégico y transparente

El BRIC se reunió por primera vez oficialmente en Ekaterinburgo, Rusia, en junio de 2009. Entonces ahondaron profundamente en la discusión de la crisis financiera global y plantearon la posibilidad de dejar de lado el dólar como moneda de reserva mundial.

Ahora su estrategia común es mucho más sutil. Los dirigentes de esos cuatro países saben que todavía es demasiado temprano para pensar en una moneda común; primero necesitan un potente ideal unificador. El resultado inevitable será un mercado común, y luego una moneda común. El nacimiento del euro tardó 50 años.

Por lo tanto no es sorprendente que, por el momento, como lo describió el ministerio de exteriores de China, el ambiente sea todavía algo suave, con mucha retórica sobre “cooperación Sur-Sur”. Pero el llamado a “más transparencia” es muy concreto; se insistirá una y otra vez ante estadounidenses y europeos durante la próxima reunión del Grupo de 20 (G-20) en Canadá en junio.

A diferencia de EE.UU., la salud del BRIC es buena; no hay una crisis financiera crónica, hay tasas de crecimiento decentes. Todos estos países son líderes regionales. A diferencia de EE.UU. –y el resto del mundo se ha dado cuenta– todos han preservado un rol muy privilegiado para la inversión pública en su modelo de desarrollo.

El BRIC puede representar un 42% de la población mundial, aproximadamente un 15% del producto interno bruto del mundo, y casi un 30% del comercio mundial. Pero ni siquiera está constituido como un bloque comercial como los bloques comerciales de la Unión Europea o del Mercosur. Por lo menos no todavía.

De modo que el camino será largo. El BRIC comienza a ajustar su labor comercial –como el establecimiento de una colaboración más estrecha entre los bancos de desarrollo en Brasil, India y China para una serie de proyectos de cooperación.

Por ejemplo, los expertos discutieron en Brasilia la experiencia entre Brasil y Argentina de comercio en monedas locales, el real y el peso – y no en dólares de EE.UU. La próxima etapa, como ha señalado con entusiasmo el presidente ruso Dmitry Medvedev, incluye acuerdos múltiples de cooperación en tecnología agrícola, energía nuclear, ingeniería aeronáutica, exploración espacial y nanotecnología.

El nuevo orden mundial.

El BRIC está repleto de contradicciones internas. China e India se enfrentan por la preeminencia en Asia. A China no le complace exactamente que India trate de obtener un sitio en el Consejo de Seguridad de la ONU. China e India compiten encarnizadamente por obtener tanto petróleo y gas de Asia Central como sea posible. Rusia es muy consciente de la expansión china en Siberia. A India no le complace demasiado que Brasil –uno de los principales exportadores de alimentos del mundo– quiera reducir los aranceles para productos agrícolas. El ministro de finanzas brasileño Guido Mantega suena como un funcionario del Tesoro de EE.UU. cuando llama a que el yuan sea revalorizado; importaciones baratas destruyen a fabricantes brasileños como lo han hecho con los de EE.UU.

Pero esas contradicciones internas palidecen en comparación con la agenda común de los miembros del BRIC de no enemistarse con Washington. Porque saben perfectamente que el nuevo mundo multipolar no puede tener un centro –que por el momento está en Washington que, con la excepción de la hegemonía militar, es en gran parte impotente– China, por ejemplo, ha edificado una economía en competencia con Japón para convertirse en la segunda economía del mundo por su tamaño, aprovechando el actual sistema centrado en EE.UU.

Los miembros del BRIC se pueden complementar mutualmente en numerosos aspectos (Brasil y China son el mejor ejemplo; China ha superado a EE.UU. como el mayor socio comercial de Brasil). Pero un problema clave es que no pueden hablar por el resto del mundo en desarrollo y subdesarrollado –China seguirá exportando exitosamente su “modelo” de poder suave, su creencia en la multipolaridad, en la no interferencia política, en el desarrollo integrado y la transferencia de tecnología.

En todo caso el mundo nunca llegará a ser “plano” – es una absurda fantasía neoliberal y simplista. Un nuevo consenso político global tendría que ser formulado por las Naciones Unidas –pero no por una ONU dominada por EE.UU.; idealmente tendría que ser una ONU reformada, con un Consejo de Seguridad expandido y plenamente representativo. Una cosa es segura: las elites arraigadas tanto en EE.UU. como en Europa (que para todos los propósitos prácticos es ahora un enano en la arena global) se resistirán a brazo partido a la dilución de su poder.

En todo caso los países del BRIC seguirán insistiendo en la reestructuración de la arquitectura financiera global –y eso comienza por profundas reformas de las instituciones de Bretton Woods. Serán cada vez más poderosos dentro del G-20 –y eso ya ha reducido al Grupo de Ocho a la irrelevancia. Es muy instructivo ver cómo han desarrollado su posición común sobre temas candentes como el expediente nuclear iraní: una vez más han subrayado en Brasilia que quieren diálogo, no confrontación, sanciones y amenazas.

De modo que el nombre del juego del BRIC puede ser evolución –no revolución. Pero el juego en sí está claro; a toda velocidad hacia el consenso post-Washington.

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Pepe Escobar autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su nuevo libro, que acaba de aparecer es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009).

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Central_Asia/LD17Ag01.html