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Marco Aurelio García, asesor de política exterior del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó ayer que «no es cierto» que se esté negociando la instalación de una base militar estadounidense en Brasil como señaló el secretario adjunto para América latina de Estados Unidos, Arturo Valenzuela, en Quito.

«No, no es cierto; no hay ninguna posibilidad de que haya una base militar estadounidense en Brasil», enfatizó el principal asesor de Lula en política internacional y dirigente histórico del Partido de los Trabajadores (PT) en declaraciones a Télam.

Aclaró, en un contacto teléfonico desde Brasilia, que «hay un programa de cooperación» con Estados Unidos contra el narcotráfico, pero sostuvo que no tiene nada que ver con la posibilidad de instalar una base militar estadounidense en su territorio.

«Nosotros no tenemos doble discurso», precisó García, al recordar la fuerte crítica que realizó el gobierno del presidente Lula a las bases militares que Washington acordó instalar en Colombia.

Por su parte, el secretario adjunto para el Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Arturo Valenzuela, ratificó ayer en Quito que Washington «está tramitando» la instalación de una base militar en Brasil para combatir el narcotráfico, según informó la agencia noticiosa italiana ANSA.

«Estados Unidos está tramitando como siempre lo hace, porque cuando uno tiene una relación fluida con otros países del mundo lo que uno busca es establecer acuerdos marcos de cooperación», dijo al abandonar la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), donde ofreció una conferencia.

El diario O Estado de Sao Paulo informó el pasado 1 de abril que el gobierno brasileño ha comenzado las negociaciones con Estados Unidos para crear en Río de Janeiro una base para vigilar el tráfico de drogas en la región, similar a las existentes en Key West (Florida) y en Lisboa.

Valenzuela confirmó que al momento los gobiernos de Estados Unidos y Brasil adelantan las conversaciones para finiquitar el acuerdo que «es parte de la política ordinaria» de su país para «buscar establecer distintos marcos de acuerdos».

El funcionario estadounidense agregó que entre los temas de negociación con Brasil figura también un acuerdo, del que prefirió no comentar nada más porque «todavía se está tramitando, no se ha concretado todavía».

El jefe de la diplomacia estadounidense para América Latina descartó que esta negociación pueda generar una nueva polémica con la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), que criticó la instalación de siete bases similares en Colombia.

«Nosotros explicamos muy bien cuáles fueron las intenciones de la cooperación que tiene Estados Unidos con Colombia, en su momento, y creo que las explicaciones que dimos fueron aceptadas por la región. Insistimos en asegurarnos de que todo el mundo entendiera de que era un acuerdo bilateral sin ninguna intención de extraterritorialidad», afirmó.

Valenzuela llegó el lunes a Quito y se reunirá ayer con el presidente Rafael Correa con quien analizará una posible reunión entre los mandatarios de la Unasur y el presidente Barack Obama para tratar temas de seguridad. Sobre este tema Marco Aurelio García dijo que esa reunión del mandatario estadounidense con sus pares de la Unasur «sería deseable».

«Lula había planteado esa idea para septiembre pasado durante la reunión de la Asamblea General (de Naciones Unidas), pero por razones de agenda no pudo realizarse», recordó el asesor de Lula.

Agregó que el gobernante de Ecuador, Rafael Correa, como presidente pro tempore de la Unasur, volverá a plantear esa iniciativa a Valenzuela. Finalmente, García afirmó que «ya está definida» la elección de los nuevos aviones de combate que Brasil comprará entre las propuestas del Rafale de Francia, el F-18 de la Boeing estadounidense y de un aparato de la empresa sueca Saab.

«El presidente Lula lo dará a conocer en los próximos días», señaló. Esa elección, según el ministro de Defensa de Brasil, Nelson Jobim, se realizará en función de la empresa que garantice total transferencia de tecnología como para que el gigante sudamericano pueda montar la fabricación de esos aparatos en su territorio y exportarlo a otros países de la región y el mundo.