Para sustentar estas afirmaciones, se hace necesario hacer un análisis en detalle de lo ocurrido, tomando para esto, unos cuantos ejemplos muy ilustrativos.
La primera constatación es la pérdida de votación en las principales ciudades capitales, especialmente, La Paz, donde el oficialismo tenía su bastión. Otra de las sorpresas es Oruro, plaza ganada de manera muy sorpresiva por la candidata, mujer, del Movimiento Sin Miedo. Otra victoria significativa del MSM y por ende, derrota oficialista, es Llallagua, donde el MSM se hizo de la Alcaldía en desmedro del MAS. En realidad, las únicas Alcaldías ganadas en ciudades capitales son dos: Ana Lucía Reis, lo que no se pude considerar un voto partidario, ya que la mencionada candidata tiene un liderazgo personal, independientemente de que sigla utilice para postularse, ya que antaño fue de candidata del MNR y también gano en comicios nacionales y por último El Alto, donde Edgar Patana consiguió una victoria muy escueta, con una Soledad Chapetón casi pisándole los talones. Esto se hace significativo en una ciudad como El Alto que se suponía era un bastión indiscutible del MAS-IPSP. Una Alcaldía que hasta este momento que escribo aún se considera empatada es la de Cochabamba, entre Unidad Nacional y el MAS que ambos se encuentran con 39% de votos, razón por la que deberemos esperar a que estos resultados se diluciden para realmente saber si el MAS ganó o no ganó Cochabamba.
Una sorpresa que merece mencionarse es la del ex disidente del MAS-IPSP, Lino Villca cuya organización ganó en seis alcaldías, especialmente, Achacachi y alcaldías de los Yungas, anteriores bastiones del Movimiento al Socialismo.
Hago esta pequeña reseña de la situación a la fecha porque sirve de introducción para evidenciar desde la óptica política y no solamente aritmética, la situación del MAS-IPSP a partir de estos resultados. Queda claro que la votación demuestra que el partido oficialista ha perdido plazas importantes, pero además, que debido a las peleas con su otrora principal aliado, han debilitado su imagen y han modificado la intención de voto en ciudades capitales. De hecho, solamente tres alcaldías es un número bastante pobre para una partido oficialista que ganó las elecciones de diciembre con un porcentaje de casi 64%. Pero además, es también importante señalar que la derecha parapetada en la media luna mantiene sus baluartes intactos, lo que puede restar gobernabilidad a la hora de pensar en la nueva estructura autonómica del país y la serie de competencias que habrá que implementar entre gobierno central y gobiernos regionales; eso es la consecuencia de errores políticos importantes, tales como haber escogido como candidatos a personajes cuestionados por un pasado nebuloso desde el punto de vista de su transparencia en el ejercicio del poder, tales como Roberto Fernández en Santa Cruz o personas cuya experiencia política es casi nula, caso de Jessica Jordan en el Beni. Sumamente preocupante es el caso de Tarija, donde en diciembre las elecciones generales dieron la victoria a Evo Morales, pero que ahora es nuevamente ganado por Mario Cossío, una oposición dura y que dará mucha faena la hora de construir autonomías.
Este análisis entonces, nos lleva a pensar acertadamente que el mapa político y las correlaciones de fuerzas en Bolivia han vuelto a cambiar, puesto que las sorpresas que ha dado el MSM lo convierten en la primera fuerza política de oposición pero que es de izquierda, aunque aún la derecha tradicional mantiene bastiones, especialmente en la zona suroriental del país. Por otra parte, las alcaldía ganadas por el MAS son en su mayoría de ciudades intermedias y rurales, lo que da a pensar que las ciudades han retirado su apoyo al gobierno y al partido oficialista, pero esto tampoco es una casualidad, puesto que hay un suerte de ninguneo sistemático de aquellos individuos de clase media comprometidos con el proceso, a quienes solo se les permite una participación tangencial y no del todo activa como parte del mismo, puesto que en este campo, el MAS ase ha encargado de dejar claro que ellos no forman parte, ni del partido ni del reconocimiento tácito de sus acciones de lucha contra las dictaduras y en defensa de la democracia. Más aún hay una actitud de soberbia y triunfalismo que parecería dar a entender que se considera que el proceso se inicia en la lucha de los cocaleros, ignorando más 30 años de lucha con todo lo que eso significa en términos de costos humanos y de país.
Sigo pensando que la derrota de Salguero en La Paz es algo que no debería ser tomado a la ligera; La Paz es la sede del Gobierno y cuya dinámica política determina la dinámica de casi todo el resto del país; si esto ha sucedido aquí habrá entonces que preguntarse por el sentimiento mayoritario de desencanto y frustración que puede fácilmente ser capitalizado por un MSM surgente como fuerza política de inusitada fuerza; fuerza que, lamentablemente, se debe a una serie de errores políticos que fueron cometidos por el MAS, no entendemos con qué lógica y para qué fines.
Un proceso como el que vivimos, debería ser inclusivo completamente, pero no pragmático. Decir que “incluimos a todos”, olvidando conductas y actitudes pasadas, justamente aquellas que decimos combatir y simultáneamente ignorar a aquellos cuyo compromiso es incuestionable pero que son mantenidos al margen u olvidados, no podrá significar una suma, de ninguna manera. La lógica no deberá ser el acceso al poder a como dé lugar, sino la construcción real de un país incluyente y plurinacional tal y como reza el primer artículo de nuestra nueva CPE. De lo contrario, el debilitamiento natural del partido en el poder, podrá correr la misma suerte de aquellos partidos tradicionales que siempre criticamos con tanto encono.
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