Guillem Alsina
Imática
Como en las mejores películas de espionaje y ciencia ficción, parece que nos encontremos ante una conjura para dominar el mundo realizada por parte de una organización secreta. Salvando las distancias, ACTA (Anti-Counterfeiting Trade Agreement) es realmente uno de los proyectos de dimensión mundial que ha gozado de mayor secreto en estas últimas décadas.

Según las informaciones que se han ido filtrando desde 2006 y de las que se han hecho eco diversos medios de comunicación*, ACTA consiste en un acuerdo multilateral entre diversos países para la protección de los contenidos digitales sujetos a copyright en Internet. Por lo que se sabe, los firmantes serían Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Australia, Corea del Sur o Suiza junto a otros. La idea sería dar un primer paso para una legislación global para la Red de redes, atacando un tema tan polémico como los contenidos digitales (música, películas, libros) en Internet, la piratería y el intercambio de archivos.

Por lo que parece -y siempre hablando en términos de información filtrada e imposible de contrastar-, entre las medidas que contempla ACTA se cuenta la obligatoriedad por parte de los ISP de facilitar información sobre los usuarios de sus servicios que empleen programas de intercambio de archivos para descargar contenidos sujetos a derechos de copyright y propiedad intelectual.

La publicación de un borrador de ACTA respondería al hecho de haber llegado a un punto de madurez en el acuerdo entre los distintos países participantes (con sensibilidades diferentes respecto a qué es lo que hay que perseguir y como hacerlo) y de contar, a partir de este punto, con las voces de los internautas.

Y éstas, a buen seguro, serán discordantes en su mayoría. Entidades como la FSF y afines, que se caracterizan por la defensa de los intereses y derechos de los internautas, se posicionarán contra cualquier medida que implique la monitorización y cesión de datos personales a un organismo gubernamental si no es bajo unas condiciones muy determinadas. El ejemplo de todo lo sucedido tras los atentados del 11-S nos da una imagen de lo que puede pasar ahora.

Según se rumorea estos días en Internet, el texto lo suficientemente maduro de ACTA podría ser publicado hoy mismo día 21. Ni siquiera la existencia misma de este proyecto ha sido reconocida oficialmente, pero hoy podríamos encontrarnos ante la que estaría destinada a ser la primera gran regla consensuada por un gran número de países respecto a como afecta Internet al resto de los aspectos de la vida cotidiana. ¿Un paso hacia adelante en la reclamación de Eugene Kaspersky de una policía para la Red bajo un código legal internacional también para Internet? Solo el tiempo lo dirá…

Una iniciativa inútil sin la participación de China y los países de la antigua URSS

Es en estos escenarios donde la piratería y el crimen digital alcanzan sus cotas máximas, con auténticas empresas dedicadas a la creación y comercialización de malware que llegan a disponer, incluso, de hotlines para atención telefónica al cliente. Sin la rúbrica de países como China, Rusia, Ucrania o Bielorrusia, ACTA es papel mojado a la hora de combatir el cibercrimen y el fraude electrónico aunque, eso sí, en la visión de los más críticos solamente servirá para vigilar y amordazar a los ciudadanos de países occidentales, los consumidores de los contenidos pirateados.

Pese a que las pérdidas de la industria audiovisual en todo el mundo se cifran en millones, para ésta algunas voces son discordantes y afirman que ni las pérdidas son tales, ni dicha industria quiere evolucionar su modelo de negocio, anclado en el pasado. Difícil saber quién tiene la razón si hay alguien que la tenga finalmente, pero lo que sí es cierto es que con mayor o menor importancia, la descarga de contenidos protegidos por copyright no es ni de lejos el único peligro que acecha a los internautas de todo el mundo.

El robo de datos personales, las pérdidas causadas por la acción de un virus informático o los problemas derivados del sabotaje a los sistemas informáticos de una empresa o entidad gubernamental, también deben contarse entre los peligros más alarmantes de la Red de redes, e intentar actuar contra ellos sin implicar de alguna forma a los países antes mencionados, es como hablarle a una pared: perder el tiempo para no obtener ningún resultado.

Un apunte en contra de esta posibilidad: probablemente a las autoridades de estos países no les interese ni hablar sobre el tema. ¿Para qué tocar algo que les beneficia?

* Aunque no se han podido contrastar de ninguna manera.

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