Agencias

Moscú, marzo 29 – Apenas pasaban las 7.55 cuando una explosión hizo saltar por los aires los vagones de un tren estacionado en la estación de metro de Lubyanka, una de las más concurridas del suburbano moscovita. A sólo unas calles, en la superficie, el edificio del servicio de inteligencia ruso se mantiene intacto. Bajo tierra, sin embargo, se desata el pánico: «La gente gritaba como si estuviese en el infierno; en cuestión de dos minutos, todo quedó cubierto por el humo», cuenta uno de los testigos citados por la agencia Ria. Unos 40 minutos después, un segundo artefacto estalla a sólo cuatro paradas, en la misma línea, en la estación de Park Kultury. La ciudad queda en estado de shock .

El número de muertos debido a los dos atentados se eleva a 37, uno de los peores que se han registrado en la capital rusa. El terror es la marca que dejan en el rostro de los testigos las imágenes de la masacre , incluso aquellos que permanecen al aire libre, ven salir de ambas estaciones las bolsas negras en las que los servicios de emergencia transportan los cadáveres.

«Todo el mundo gritaba. Hubo una estampida a las puertas. Vi a una mujer abrazando a un niño y rogando que la dejasen pasar, pero era imposible», describe un testigo. Ambas explosiones se dejaron sentir incluso en los accesos a los andenes. Alexei, otro testigo, estaba subiendo la escalera mecánica cuando escuchó un fuerte ruido: «Una puerta cercana al pasillo se combó, fue arrancada y una nube de polvo bajó por la escalera». La gente comenzó a correr, presa del pánico, cayendo unos sobre otros».