31 marzo 2010 – Miles de inmigrantes indocumentados, provenientes principalmente de Centro y Suramérica, son retenidos a su paso por la frontera entre México y Estados Unidos en estaciones que las autoridades mexicanas califican como «albergues», pero que, en la practica, funcionan como centros de reclusión.
La corresponsal de teleSUR en ese país norteamericano, Laura Simón, conversó con un inmigrante colombiano que huyó de su país por la violencia generada tras más de 50 años de guerra civil.
José, nombre dado para evitar ser identificado y extraditado, estuvo en uno de esos albergues y asegura haber caído luego de que fue engañado por una organización que supuestamente ayudaba a personas a pasar la frontera a Estados Unidos o Canadá pero resultaron estafadores.
«Veníamos de un problema de seguridad difícil en Colombia y una red que se hizo pasar por una organización que ayudaba a personas en situaciones de peligro, nos engañó», expresó.
Luego de haberse escapado de esta red delictiva, José se dirigió a las autoridades mexicanas pero fue recluido en una de estas estaciones y no fue tratado como víctima de una estafa, sino más bien como un cómplice de esta red.
Estando en el albergue «me dijeron: ‘esta es tu celda, aquí hay otros compatriotas tuyos’ quédate ahí», recuerda José.
La estación a la que llegó el emigrante se ubica en Iztalapa, al oriente de la capital mexicana y es una de las 47 que existen en todo el país. En estos centros miles de personas indocumentadas son retenidas luego de haber pasado largas y peligrosas travesías para lograr el comúnmente llamado «sueño americano».
La Comisionada del Instituto Nacional de Migración, Cecilia Romero, aseguró que más del 80 por ciento de los emigrantes que son capturados son centroamericanos.
«El número total de emigrantes indocumentados que repatriamos el año pasado es de 63 mil 165, más del 80 por ciento de los que transmigran son centroamericanos», dijo.
Según Simón, estos centros generalmente no son abiertos para los medios de comunicación, pero esta vez la cámara de teleSUR pudo hacer un breve recorrido en una de estas estaciones, durante el que que no se dejaron de escuchar protestas.
Para el representante de la Asociación Civil Sin Fronteras, Emilio Chávez, existen muchos «paradigmas que hacen ver a la migración como una amenaza a la seguridad, es por ello que se implementan controles para evitar esa migración que ni ayudan a tener una mayor seguridad y menos una seguridad humana».
Los emigrantes que ya se encuentran en territorio mexicano son atrapados y conducidos a las conocidas como «casas de seguridad», donde se les exige el número de teléfono de sus familiares y sufren palizas y torturas, según algunos denunciantes.
«(Esos lugares) son infiernos. Sufren torturas. Sirven de ejemplifización para mutilar y asesinar a migrantes reacios a pagar el rescate», describió el reverendo Pedro Pantajo Arreola, del albergue Casa del Migrante Belén.
En 2006, las cifras de secuestros se dispararon, indicó el director del albergue Hermanos en el Camino de la Esperanza, Alejandro Solandide, pero el problema se expandió en 2009 como una «masacre lenta y silenciosa», que deriva de «la descomposición moral» del Estado mexicano y la creciente violencia organizada e impunidad judicial.