Radio del SUR / Patria Grande



 

La negativa del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, de acudir la tumba del fundador del sionismo, Teodoro Herlz, y la confirmación de que depositará una ofrenda floral en el mausoleo del histórico dirigente palestino Yasser Arafat, crearon polémica durante la visita oficial del mandatario sudamericano a Israel, con el boicot por parte Avigdor Lieberman, el ministro judío de Exteriores, célebre por su nacionalismo radical.

Lieberman no acudió ayer a la sesión especial parlamentaria en la que Lula pronunció un discurso, en protesta por lo que considera un grave incumplimiento del protocolo.

La relación de brasileños y palestinos data del siglo XIX, y en la actualidad unos 100 mil inmigrantes de origen árabe adoptaron a la nación sudamericana como su hogar. En 2009, cuando el jefe de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, visitó Río Grande do Sul, dijo que ahí residían 20 mil de sus paisanos.

Históricamente, Lula da Silva ha comulgado ideológicamente con Yasser Arafat. Una de las posiciones más claras del presidente sudamericano fue el 22 de septiembre de 2004, cuando el entonces mandatario de Estados Unidos, George W. Bush, llamó implícitamente a la comunidad internacional a aislar a Yasser Arafat. Lula, respondió: “Del hambre y de la pobreza jamás nacerá la paz”.

 

Previo a este episodio, cuando Lula era el máximo dirigente del Partido del Trabajo (PT) y Arafat, del partido Al Fatah, ambos fueron signatarios, junto con otros dirigentes como Fidel Castro, por ejemplo, del documento a favor del trabajo de la Cuarta Internacional Socialista, esto a fines de 1960.

Curiosamente, Lula no pudo asistir a la exequias de Arafat, en noviembre de 2004, porque el sudamericano se quedó en su país por la visita del presidente chino Hu Jintao.

Ayer, mientras Lula mantenía un encuentro privado con el jefe de Estado israelí, Simon Peres, el jefe de protocolo del Ministerio de Exteriores, Yitzhak Eldan, preguntó una vez más a su homólogo brasileño, George Prata, si Lula había cambiado de opinión respecto al asunto, a lo que Prata respondió con un firme “no”, informó el diario “Jerusalem Post”.

Y la ofensa para Lieberman es mayor todavía, pues Lula no oculta su amistad con su homólogo iraní, Mahmoud Ahmadinejad, a quien el Gobierno de Jerusalén considera un enemigo, al grado que hace semanas el ministro de la diplomacia judía dijo sobre la visita del brasileño: «No podemos abrazar a quien abraza a un hombre que niega el Holocausto y pide la destrucción de Israel».

El pasado 3 de marzo, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, visitó Brasil en busca de que Lula apoyara a la comunidad internacional con sanciones contra Teherán, y lo que consiguió fue sólo un nuevo respaldo del brasileño al Gobierno de la República Islámica. “Lo prudente es establecer negociaciones, no acorralar a Irán contra la pared».

En su primera visita al Estado judío, Lula apostó por la paz y por un mundo sin armas nucleares. “El Estado de Israel debe vivir al lado del Estado palestino. Debe haber  una coexistencia”.

Propuso el país que preside como ejemplo de coexistencia puesto que 10 millones de árabes viven en él en armonía con miles de judíos, un modelo que, según él, puede ser utilizado para lograr un más profundo entendimiento en Medio Oriente.

El presidente brasileño no mencionó la crisis iraní en su discurso, pero sí la sacó a relucir Benjamín Netanyahu, quien instó a Brasil a “unirse a la coalición internacional que se forma contra Irán”.

“Esta coalición reúne a numerosos países que quieren impedir a Irán dotarse del arma nuclear”.

Y es que Irán es el principal tema de discrepancia entre Israel y el  gigante sudamericano.

El presidente brasileño, cuyo país ocupa el puesto no permanente del  Consejo de Seguridad de la ONU, aboga por un diálogo con Teherán, mientras que Israel quiere verlo aislado y sometido a duras sanciones por su programa nuclear.