William Sanabria


El pasado 8 de Enero el Presidente Chávez anunciaba la decisión del Gobierno de establecer un nuevo cambio oficial dual entre el bolívar fuerte (BF) y el dólar. La cotización oficial de la divisa estadounidense pasaba de 2,150 BF a 2,60 BF en el caso de dólares destinados a importaciones relacionadas con el sector alimentario y la salud, maquinaria y tecnología y 4,30 BF para el resto de productos.

Los objetivos enunciados por el Gobierno al tomar esta medida son varios. En primer lugar, incrementar el ingreso del estado para mantener los gastos sociales en un contexto de recesión económica. Cada dólar ingresado por la venta de petróleo representaría ahora un 50% más de dinero en bolívares. Junto a ello los responsables de la política económica del Gobierno plantearon otros dos objetivos relacionados como el de sustituir importaciones (que ahora serán más caras) por producción nacional y el de combatir la especulación en el mercado paralelo de divisas intentando reducir el diferencial entre el dólar oficial y el paralelo. Según los promotores de esta medida esto debería permitir que una parte de esos capitales que durante los últimos años han ido a especular con la moneda afluyan a la inversión productiva.

La voluntad del Presidente Chávez para querer resolver de un modo revolucionario problemas como la inflación, la especulación por parte de los capitalistas o la ausencia de una industria productiva nacional y la dependencia de las exportaciones parece indudable. Pero la pregunta es ¿servirán realmente las medidas que se están aplicando (devaluación, emisión de bonos cambiarios, estímulos a los empresarios privados para sustituir importaciones…) para conseguir los objetivos planteados? ¿Es este el camino que debe seguir un gobierno que se define como socialista y revolucionario para hacer frente a estos problemas? En nuestra opinión, lamentablemente, la respuesta a estas preguntas es negativa. En distintos artículos los marxistas hemos analizado (y lo seguiremos haciendo) cada uno de estos problemas, la respuesta ofrecida hasta el momento y cuál pensamos que debería ser la alternativa. En éste artículo nos centraremos en el crecimiento desaforado de la especulación monetaria y financiera y cómo luchar contra ella desde una óptica marxista.

¿Cómo luchar contra la especulación?

La especulación en el mercado paralelo de divisas por parte de los bancos y empresas radicados en Venezuela aprovechando la brecha entre la cotización oficial del euro y el dólar y sus respectivas cotizaciones en el mercado paralelo ha alcanzado durante los últimos años, y especialmente a lo largo de 2009, niveles escandalosos. El dólar oficial (2,150 Bolívares) llegó a negociarse en el mercado paralelo a entre 7 y 8 bolívares fuertes, 9 e incluso en algún momento a 10 BF. El euro paralelo también alcanzó en algunos momentos precios de venta que multiplicaban hasta por 4 su cotización oficial. «El mercado paralelo negoció 3.200 millones de dólares durante el año 2008, mientras que en 2009 esta cifra alcanzó los 12.000 millones de dólares» (El Mundo, 9/02/10). !En un sólo año los capitalistas han dedicado a la especulación monetaria el equivalente a 1/3 del total de las reservas de divisas que posee la nación!.

Este crecimiento de la especulación monetaria y financiera que –como más adelante veremos- es resultado en última instancia del carácter parásito del capitalismo y la incapacidad de la burguesía venezolana para desarrollar seriamente las fuerzas productivas, de manera dialéctica, se ha convertido a su vez en un elemento reforzador de ese parasitismo e incapacidad. La especulación actúa como una especie de virus que mina la salud de la economía productiva, ayuda a incrementar todavía más la inflación y contribuye a desequilibrar toda la economía nacional.

El gobierno revolucionario instauró el control de cambios precisamente con el fin de frenar la evasión de capitales del país y poner límites a la especulación capitalista. Sin embargo, como siempre hemos explicado los marxistas, el control de cambios -para lograr sus objetivos de frenar la salida de capitales del país, derrotar la especulación y proteger la industria productiva- debe ir necesariamente acompañado de la estatización bajo control obrero y social de los medios de producción, es decir: de la totalidad de los bancos y empresas importantes, así como del monopolio estatal del comercio exterior.

Al no haber sido así hasta el momento, los empresarios privados utilizan el enorme poder económico que siguen teniendo (el 70% del PIB venezolano sigue siendo generado por el sector privado) para desarrollar todo tipo de mecanismos que permiten burlar dicho control y especulan con la diferencia entre la cotización oficial del dólar establecida por el gobierno y la cotización paralela que en la práctica fija el propio mercado capitalista.

Los empresarios engañan y saquean al estado

Esta actuación por parte de la burguesía, además de incrementar la inflación y distorsionar el conjunto de la economía, representa un saqueo de la riqueza nacional, y una burla al Gobierno y al pueblo venezolano.

«Grandes empresas «muy prestigiosas y reconocidas» solicitaban grandes masas de divisas al órgano de control, CADIVI, con diversas finalidades aparentes (alimentos, vehículos, insumos agrícolas, electrodomésticos, etc.), de las cuales una alta proporción era aprobada por CADIVI y cuyo destino final, por parte de las empresas, era doble: una parte para inyección directa al mercado ilegal, cuyo margen de beneficios llegó a ser, en el 3er trimestre de 2009, hasta de 450% (compra a CADIVI en Bs. 2,15 y venta al mercado paralelo hasta en Bs. 10 por cada dólar) y otra parte ejecutada para aquello que se solicitaron, no por interés en brindar el servicio comercial habitual, sino para mantener la fachada que les permitía inyectar dólares al mercado ilegal, que se convertía en la gallina de los huevos de oro».

Paralelamente, muchos comerciantes recurrieron a una vil trampa en la fijación de precios de los bienes importados, consistente en que muchas empresas importadoras o comercializadoras recibían los dólares por parte de CADIVI a precio regulado, es decir en Bs. 2,15 por dólar, y calculaban el precio de venta de dichos bienes en nuestro país como si hubiesen comprado los dólares para su importación a precio de mercado ilegal, es decir, Bs. 8, 9 y hasta 10 por dólar(…) Esa situación generaba una situación en la que todos los importadores y comerciantes, tanto los que compraban los dólares en mercado ilegal como los que se los compraban a CADIVI, calculaban los precios de venta de las mercancías partiendo de un tipo de cambio ilegal(«Notas sobre la devaluación del bolívar, A. Suárez González, www.aporrea.org, 18/01/10).

Los límites de las expropiaciones parciales

El Presidente Chávez ha denunciado en varias ocasiones, y en términos bastante duros, estas maniobras de los capitalistas tanto en el mercado de divisas como especulando con los precios de los productos, especialmente de los alimentos y otros bienes de primera necesidad. El Presidente ha amenazado con expropiar a los empresarios que continúen por ese mismo camino y ha tomado ya algunas medidas en ese sentido. Las más recientes han sido la nacionalización de algunos bancos de pequeño y mediano tamaño (Central, Real y Confederado) en el mes de diciembre y la nacionalización en enero de una de las principales cadenas de distribución del país: la cadena CATIVEN, propietaria de los hipermercados Éxito y los supermercados Cada y Q,precio.

Los marxistas apoyamos estas y otras expropiaciones anteriores pero al mismo tiempo hemos explicado insistentemente que no pueden limitarse a un sólo sector de los capitalistas y deben abarcar el conjunto de la banca y las empresas fundamentales e ir acompañadas por el control y gestión directa de las mismas por parte de los trabajadores. La experiencia nos demuestra que si sólo se nacionalizan algunas empresas -por importantes que sean- pero se mantiene el resto en manos capitalistas; y si, además, las empresas nacionalizadas no son gestionadas por los trabajadores y el pueblo sino por funcionarios y burócratas al margen del control de las masas el resultado será el contrario al buscado. Como decíamos anteriormente, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) el sector capitalista privado sigue representando un 70% del PIB nacional de Venezuela. El resultado es que las leyes que siguen rigiendo la economía son las del capitalismo.

Las empresas están reduciendo la inversión. El sector manufacturero privado redujo la producción el año pasado un 7,2 % y la Formación Bruta de capital Fijo, que mide la inversión en nuevas plantas y maquinaria, según el BCV se redujo en 2009 un 7,9%. La tasa oficial de desocupación ha subido de 6,7% a 8% en noviembre de 2009 (Informe del Presidente del BCV) y la tercerización del empleo existente también aumenta. Distintas fuentes calculan que calculan que un 30% de la población ocupada venezolana está tercerizada. Los empresarios están condenando a bajos salarios y condiciones de trabajo cada vez más precarias a los trabajadores. Incluso la gran mayoría de las empresas nacionalizadas, lamentablemente, siguen siendo gestionadas por los gerentes y burócratas con criterios capitalistas y reproducen lacras del sistema como la corrupción, el burocratismo o la tercerización… Si esta situación continúa el resultado será, como ya empezamos a ver, defraudar a las masas y poner en grave peligro la revolución.

Los precios de los productos suben y el mercado paralelo de divisas no baja

El problema de fondo es que la idea predominante en la política económica del gobierno es la de que resulta posible construir el socialismo de manera gradual, a lo largo de varias generaciones y con la participación de los llamados sectores «patrióticos» de los empresarios; a los cuales mediante una combinación de amenazas, ayudas y la competencia de las empresas del estado se considera posible comprometer con la inversión en la industria productiva y el desarrollo del país.

Lo que está ocurriendo con las últimas medidas monetarias del gobierno es una nueva advertencia de lo profundamente equivocada y peligrosa que resulta esta concepción. La devaluación del bolívar está siendo utilizada por esos mismos empresarios a los que se llama a invertir en la producción (y también por un sector de la burocracia del estado) para saquear los fondos del estado y seguir especulando como han hecho siempre.

Nada más anunciarse la devaluación, los capitalistas, con el cinismo que les caracteriza, han aprovechado la coyuntura para subir nuevamente los precios de la mayoría de productos, en particular de aquellos que resultan más necesarios para la población. En enero de 2010 el índice de precios al consumidor volvió a aumentar un 1,7% a nivel nacional y en el área metropolitana de Caracas lo hizo un 2,4%. Todo ello tras cerrar 2008 con 30% de inflación y después de que el año pasado –pese a la contracción de la actividad económica en un 2,9%- ésta volviese a incrementarse un 25%. También se han detectado problemas de desabastecimiento de varios rubros. Y esto es sólo el principio. A pesar de que el dólar oficial para importar maquinaria y productos alimenticios está a 2,60 BF los empresarios -como ya hacían anteriormente con el dólar a 2,15 BF- aprovecharán la coyuntura para poner los precios a dólar del mercado paralelo.

Por el contrario, pese a que uno de los objetivos proclamados por los ministros económicos del gobierno cuando se estableció el nuevo cambio del bolívar era precisamente el de reducir el diferencial entre el dólar oficial y el paralelo, tanto la cotización del dólar no oficial como la especulación en el mercado paralelo de divisas parecen mantener su vigor. Aunque (por ahora) el dólar paralelo ha incrementado menos rápidamente su diferencia respecto al oficial que durante el año pasado, el diferencial entre ambos sigue entorno a un 30% y con tendencia a crecer. A 9 de Febrero, el dólar paralelo, que poco antes de la devaluación rondaba los 6 BF, ya había alcanzado los 6,7 BF.

Con el objetivo de evitar que la cotización del dólar paralelo se dispare y escape de control, el Banco Central (BCV) ha intervenido en el mercado financiero emitiendo los llamados bonos cambiarios. Estos bonos de deuda pública vendidos a precio de dólar oficial (4,30 BF) son canjeables, según informaba el diario económico El Mundoal cabo de 90 días a 4,98 BF por dólar. Un buen negocio para los capitalistas, y sin riesgos de ningún tipo.

A pesar de todo, tras más de seis emisiones, los bonos como era previsible lejos de calmar la fiebre especuladora de los capitalistas la están incrementando. «El Gobierno creó los bonos cambiarios venezolanos para bajar la presión sobre el mercado paralelo (…) La implementación de un cambio dual, aunado al mecanismo de subastas por parte del BCV, hizo suponer a las autoridades financieras y monetarias que podrían contener el aumento de la cotización de la divisa. Sin embargo, luego de las dos primeras ofertas realizadas en el mercado interno a mediados del mes pasado, cuando se observó una reducción de 4% del dólar paralelo, este comenzó de nuevo a incrementarse tirando por la borda el objetivo del Gobierno»(El Mundo, 9/2/10)

¿Esperando la recuperación de la economía mundial?

Los sectores reformistas del gobierno están convencidos de que el nuevo repunte de los precios petroleros y el incremento de ingresos del estado permitirá aumentar el gasto público durante todo este año y que ello combinado a una recuperación de la economía mundial a finales de 2010 o a partir de 2011 hará que todos los problemas puedan ser superados o al menos minimizados y la situación de la economía vuelva a los índices de crecimiento de 2005, 2006 y 2007.

Pero en primer lugar esto no es para nada seguro. La recuperación de los precios del petróleo (que en las últimas semanas se han estabilizado alrededor de los 70 dólares e incluso rondado en algún momento los 80) tiene más que ver al menos hasta el momento con los movimientos especulativos en el mercado mundial que con el mantenimiento del crecimiento de China y una posible recuperación en EE.UU. Esto significa que igual que han subido pueden volver a bajar.

Por otra parte, los propios economistas burgueses no tienen claro ni cuándo se producirá la recuperación ni sobre todo (y esto es lo más importante) qué impulso, profundidad y carácter tendrá ésta cuando se produzca. La posibilidad de que tras un primer repunte sobrevenga un estancamiento e incluso una nueva caída es muy real. Para Venezuela, sobre todo si se sigue manteniendo la política de mano tendida hacia los llamados empresarios patriotas, esto podría tener consecuencias dramáticas. Pero incluso en la hipótesis más favorable: que los precios del petróleo se mantengan o suban un tiempo y la recuperación económica mundial ayude por lo menos a mantener alto el listón del ingreso petrolero, estas políticas de apostar por la incorporación de una parte de los empresarios al desarrollo de la industria nacional ya están pasando factura a la revolución y lo harán aún más en el futuro.

¿A quién benefician y para qué están sirviendo los bonos cambiarios?

En la práctica, esta política económica significa que, en lugar de declarar la guerra a los especuladores y acabar con la especulación, se intenta convencerlos de que especulen ordenadamente y con una mayor parte de ese dinero afluyendo -vía impuestos y otras- a las arcas del estado. Todo ello a costa además de incrementar la deuda pública lo que, por más dinero que entre, significa que fondos que podrían y deberían ir directamente a desarrollar el país y financiar los gastos sociales acaben en los bolsillos de estos parásitos.

Los bonos cambiarios se están vendiendo sólo a personas jurídicas y únicamente a quienes compren un elevado volumen de deuda. Es decir, sus destinatarios están siendo las grandes empresas y bancos privados, para los cuales representan un jugoso negocio ya que en el peor de los casos estos bonos les ofrecen una ganancia mínima del 12% en pocos meses y sin riesgos. (El Mundo, 10/2/10)

A 11 de febrero –esto es: poco más de un mes después de la devaluación- el gobierno había emitido bonos cambiarios por nada más y nada menos que 260 millones de dólares. El jueves 12 de febrero el BCV, reconociendo que estas emisiones no estaban sirviendo para contener a los especuladores, se extendió el rumor de que el BCV iba a realizar una nueva super-emisión por otros 500 millones de dólares más. Finalmente la misma no fue realizada (por el momento) pero no está descartado que pueda tener lugar si la tendencia al alza del dólar ilegal continúa. En cualquier caso, millones de dólares que podrían y deberían ser destinados a gastos sociales en favor de la revolución han ido ya en la práctica a manos de los capitalistas. Y todo ello con la vana esperanza de poder mantener controlada la especulación.

No obstante, intentar controlar la tendencia a especular de los capitalistas es como pretender saciar la sed con agua salada. Algunos economistas burgueses ya han sugerido que si el gobierno quiere mantener el dólar paralelo bajo control debería destinar además de los millones de dólares ya emitidos otros 7.000 millones de dólares de las divisas que tiene el BCV en sus reservas internacionales a hacer nuevas emisiones de deuda a lo largo de los próximos meses. Este camino sólo llevará a un mayor endeudamiento del estado y una mayor inflación, y no servirá para desarrollar una industria nacional productiva. El resultado, si no es corregida urgentemente, sólo puede ser que los síntomas de escepticismo y desencanto que ya se observan entre sectores de las masas (a un ritmo más rápido o más lento dependiendo de la evolución de la economía mundial y nacional) continúen y aumenten.

El gobierno tiene que dar un giro drástico a la izquierda en su política económica, incluida la monetaria. La lucha contra la especulación sólo puede tener éxito acabando con la propiedad capitalista de los medios de producción.

La prohibición de los mutuos y la intervención de las casas de bolsa

El gobierno ha tomado medidas como prohibir a las casas de bolsa y otras entidades financieras no bancarias operar con los bonos cambiarios, ha intervenido varias de estas sociedades de bolsa y ha planteado eliminar instrumentos financieros como los llamados «mutuos». Estos consisten en la reventa en el mercado por parte de particulares y empresas de los distintos bonos de deuda pública emitidos por el estado venezolano (Gobierno, PDVSA…) a lo largo de los últimos años. Una buena parte de los capitales amasados especulando con el dólar o el euro paralelos afluía también a este mercado especulativo de deuda pública. Esto generaba enormes ganancias en muy poco tiempo. Además, en un contexto de alta inflación, en el que mantener los ahorros o rentas inmovilizados en un banco significa que pierdan anualmente un 25 o un 30% de su valor, sectores de pequeños y medianos ahorradores también se han visto atraídos a este mercado paralelo de deuda pública por la promesa de ganancias seguras y rápidas.

La prohibición de los mutuos y la intervención en las casas de bolsa tiene también como objetivo limitar la especulación. Pero una vez más esto resultará imposible pues no existe una línea de separación entre los empresarios especuladores y los productivos. Los bancos y grandes empresas que acuden a las reuniones del gobierno con los empresarios a recibir ayudas para la inversión productiva son los mismos que especulan con la moneda y que ahora hacen negocio con los bonos cambiarios.

Toda la experiencia del capitalismo, en Venezuela y en todo el mundo, nos dice que es imposible controlar y regular los movimientos especulativos de los empresarios. Ellos forman parte de la naturaleza de un sistema que como el propio Presidente Chávez ha explicado se basa en la búsqueda del máximo beneficio posible en el menor tiempo posible, sin importar ni en qué se invierte ni qué consecuencias tiene ello para la sociedad.

Sólo la estatización de la economía podrá acabar con la inflación y la especulación

El problema va mucho más allá del debate «devaluación sí» o «devaluación no» en el que intentan centrarlo los economistas burgueses y reformistas. Es imprescindible comprender las causas de fondo que han hecho que las anteriores devaluaciones y los anteriores llamados a los empresarios a invertir hayan fracasado. La causa del insuficiente desarrollo industrial de Venezuela, como hemos explicado en numerosos materiales, no hay que buscarla en las políticas monetarias coyunturales sino en la incapacidad orgánica de los capitalistas para desarrollar las fuerzas productivas. El desarrollo histórico del capitalismo en Venezuela ha creado un tipo de burguesía parasitario, que obtiene el grueso de sus beneficios de saquear al estado (lo que en primer lugar y ante todo significa saquear el ingreso petrolero) sin importarle nada más. Esta burguesía parásita además está completamente vinculada por miles de lazos al imperialismo y depende de él para su sostenimiento.

La tendencia de los empresarios nacionales (y de los inversores extranjeros en Venezuela) a abandonar la inversión productiva y sustituirla por el saqueo de la renta petrolera y la especulación es «cuento viejo». Esta tendencia a sustituir la inversión productiva por la especulación, como explicaba Marx en el tercer tomo de El Capital, es además algo consustancial al propio capitalismo y que en las últimas décadas se ha convertido en uno de los principales elementos de desequilibrio del sistema a escala internacional.

Intentar comprar una tregua con los capitalistas para que, por así decirlo, especulen dentro de un orden es como intentar calmar a una bandada de pirañas picando una torta. Te quedarás sin torta y lo único que habrás hecho es incrementar su voracidad. Aunque la diferencia entre el dólar paralelo y el oficial disminuya y la ganancia que proporciona especular con esta diferencia baje a la mitad o incluso a un tercio, el problema es que sigue siendo mayor, más rápida y segura que la que proporciona cualquier inversión productiva. Máxime si tenemos en cuenta que el capitalismo está en crisis a escala internacional, la lucha por los mercados entre las distintas burguesías se intensifica y por si fuera poco en Venezuela existe una revolución que choca con los planes y políticas de explotación salvaje de la clase obrera que necesita la burguesía nacional.

Lo que el gobierno debe hacer, y de manera urgente, no es emitir más bonos ni crear más fondos de ayuda a los empresarios que no servirán para industrializar el país, sino expropiar al conjunto de la clase capitalista, tanto a las pirañas de los grandes bancos y empresas que en este momento están recibiendo su porción de la torta de los bonos cambiarios como al resto de pirañas burguesas que se quejan de trato preferente y falta de transparencia, pero lo único que quieren es una mayor parte del botín. Desarrollar las fuerzas productivas, industrializar Venezuela y convertirla en una nación con soberanía productiva y alimentaria pasa necesaria y obligatoriamente por la eliminación del capitalismo. Mientras esta tarea no sea llevada a cabo la revolución estará seriamente amenazada.