Agencias

Las consecuencias relacionadas con el consumo de agua no potable provocan cada año más víctimas mortales en todo el mundo que cualquier tipo de violencia, incluida la guerra, es el dato demoledor difundido por la ONU con motivo de la celebración, este lunes, del Día Mundial del Agua, una jornada instaurada en 1993.

Este año, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) quiere destacar la importancia del acceso a un agua de calidad, focalizando sus esfuerzos en concienciar a los ciudadanos, pero sobre todo a los gobiernos y centros de poder, para que se comprometan activamente en la lucha contra la contaminación, el reciclaje de aguas y la recuperación de recursos hídricos.

En total, se estima que en todo el mundo siguen habiendo 884 millones de personas sin acceso al agua potable, según la ONU, un bien fundamental que repercute en la sanidad, la seguridad y la calidad de vida, especialmente de menores y mujeres. Por ejemplo, las enfermedades que se propagan por el agua causan cada año la muerte a más de 1,5 millones de niños.

Una vez más, es el África subsahariana la región en la que sus habitantes sufren las peores consecuencias por los problemas del agua.

Se estima que más de 2 500 millones de personas en el mundo viven sin un sistema adecuado de saneamiento. Cada día, 2 millones de toneladas de aguas residuales son vertidas sin control alguno. El problema es más grave en los países en desarrollo, en los que más del 90% de los desechos sin procesar y el 70% de los desechos industriales sin tratar se vierten en aguas superficiales.

Las repercusiones del cambio climático —como las inundaciones y sequías frecuentes o prolongadas— y el crecimiento del número de fuentes de contaminación vienen a añadirse a los retos confrontados por la calidad del agua.