Carlos Gutierrez R.
La atribulada realidad política argentina atraviesa otro momento de zozobra creado por sectores políticos que representan intereses claramente contradictorios con las personas “de a pié” comúnmente denominado y olvidado “Pueblo”.
Quienes en el pasado reciente plantearon ajustes económicos de consecuencias sociales catastróficas, se oponen hoy a la utilización del excedente de las reservas dinerarias del Banco Central para el pago de capital de deuda externa. Junto a ellos se asocian quienes en el pasado han cuestionado el origen fraudulento de la deuda, pero que acompañan el proceso opositor al gobierno de los Kirchner.
Mientras tanto, un gobierno progresista es quien ha remitido al exterior miles de millones de dólares, como pago de capital e intereses de la cuestionada deuda, a pesar de la renegociación impulsada en años recientes por néstor Kirchner.
Así, el clima destituyente -denunciado por el gobierno y negado por la oposición y los medios de comunicación- mantiene indiferentes a quienes ven a dos sectores con similares objetivos políticos (el pago a los acredores) que difieren en los instrumentos (ley o decreto), o parecen desesperarse por quien es el responsable del pago ante sus «socios externos», pero que no se avergüenzan de utilizar una inmensa masa de recursos que disponibilizados hacia las necesidades populares crearían un impresionante desarrollo social.
Las supuestas bondades del modelo económico vigente se asemeja cada vez más a uno ya fracasado (el neolliberal), que paradójicamente parece resurgir desde el Parlamento Nacional de la decadente democracia representativa, y amenaza con quedarse en el gobierno a partir del 2011, o antes.
Los aliados k parecen asustarse por el clima destituyente pero no han sabido construir mecanismos de defensa popular para esta vez ser aplicado al ¿»pago de la deuda externa»?