Juan Pablo Darioli

 

 

 

“Hubo una serie de actores políticos e institucionales que estuvieron involucrados de una u otra manera en el terrorismo de Estado y que optaron luego por un discurso trasvestido de democrático. Esa transmutación se reconoce facilmente como una mentira política que distorsiona el pasado pero, sobre todo, contamina el presente.”
“La experiencia concentracionaria” de Pilar Calverio

 

La reestructuración que vino a imponer la última dictadura abarcó todos los aspectos: económico, social, cultural y político. Luego del 83, en el terreno del sistema político el resultado fue una limitación de los canales de participación popular, en un fuerte contraste con etapa previa al golpe, y la imposición de una democracia altamente restrictiva. Un reaseguro necesario junto con la represión dictatorial para aplicar sin límites la transformación económica que insertó al país en un sistema global donde se privilegia el capital financiero transnacional por sobre el capital productivo y se suprimen todas las barreras fiscales generando concentración del capital, desinversión industrial y grandes cantidades de excluidos. El objetivo era impedir la llegada de cualquier política popular al gobierno y despojar al peronismo de su potencial tansformador.

Entre las excusas del golpe que apuntalaron el trabajo de Martinez de Hoz estaban el aislamiento del anterior modelo que impedía la llegada de inversores y la inflación (fantasma recurrente al que acuden los conservadores para crear desánimo en los sectores populares). Ninguno de los dos problemas fueron solucionados por el equipo del de facto ministro de economía. Los capitales comenzaron a llegar a montones pero todos se orientaron a explotar las liberadas tasas de interes y a la especulación, marginando la inversión productiva y dejando irresoluto el problema del crecimiento industrial. A la par, el Estado fue corriéndose del lugar central que había ocupado y, entro otras cosas, liberando gradualmente de impuestos a las exportaciones, tanto agropecuarias como industriales, lo que produjo el superávit comercial pero redujo la recaudación estatal. A pesar del aumento en la tarifa de los servicios públicos, el déficit fiscal crecía y se empezó a saldar con la toma de préstamos, así se formó la base de la deuda externa argentina.

La reestructuración económica se completó en los noventa con las privatizaciones, la flexibilización laboral, la exclusión social y más toma de deuda. En lo político las alternativas fueron marginales y las fuerzas populares se acomodaron en la resistencia. Hasta que todo explotó. La crisis política del 2001 abrió el juego dentro del mismo bloque dominante y permitió la llegada de Nestor Kirchener a la presidencia de la Nación. Tanto la coyuntura como sus concepciones lo llevaron a aplicar un modelo que generó la recomposición económica y la lenta inclusión social que vive el país desde el 2003. Algunas cosas se le permitieron por la debilidad que atravesaba la clases política, pero quedó claro que no están dispuestos a permitírselo al gobierno de Cristina Fernandez.
Desde el 2007 se empezaron a notar algunos esbozos de proyecto nacional de contenido popular, con la recuperación del dinero de las AFJP, con el aprovechamiento del Repro que protegió el trabajo de miles de argentinos durante la crisis, con la Asignación Universal, y finalmente con la designación de Mercedes Marcó del Pont en el Banco Central. La llegada de Marcó del Pont en sí misma tiene gran relevancia por sus convicciones en materia económica, donde promete reorientar las inversiones hacia la industria, privilegiando las pymes que son las que hoy en día no pueden conseguir financiamiento. Para ésto es de suma importancia la coordinación que llevarán de aquí en adelante el Ministerio de Economía y el Banco Central. Porque, como asegura Arturo Jauretche “la economía moderna es dirigida. O la dirige el Estado o la dirigen los poderes económicos. Estamos en un mundo económicamente organizado por medidas políticas, y el que no organiza su economía políticamente es una víctima”.

Aquí llega el momento de explicar el porque del título y a quién le cabe la referencia: la oposición. La contaminación del presente en algunos casos es evidente y no hace falta más que mirar la cadena del fascismo que recuerda el programa 678, contando entre sus personalidades con jueces, diputados, senadores y, como no, periodistas, mezclados con represores. Otros voceros de la oposición no tiene antecedentes procesistas pero defienden una estructura económica que tuvo inicio en la dictadura y se completó en los 90. Implicados y/o no en el terrorismo de Estado defienden la fase actual de acumulación capitalista y la inserción mundial del país en los términos en que comenzó a aplicar la dictadura. Las fuerzas apátridas de la oposición que defienden los intereses del capital foráneo comenzaron a judicializar la política con el objetivo de limitar las iniciativas populares del gobierno. Como afirma Kirchner «nos atacan no por lo que nos falta hacer o hicimos mal, sino por lo que hicimos bien”.

Las alternativas por izquierda no pueden eludir los aciertos del proceso iniciado en el 2003, y menos igualar al actual gobierno con el menemismo. Es decir, cualquier alternativa que excluya al kirchnerismo es inviable, porque se trata de profundizar y no de volver a empezar en el camino de acumulación de poder dentro del movimiento popular. Éste es un buen piso para seguir adelante pero es bueno también tener en claro que el kirchnerismo mostró su techo en el camino de consolidar un movimiento nacional revolucionario que conquiste la liberación de la patria. Hoy por hoy, lejos de lecturas pre-revolucionarias, es un buen desafío derrotar a la restauración conservadora que se nuclea en el Grupo A y así transformar la sociedad dejando atrás toda herencia neoliberal. ¿Las fuerzas de izquierda y el nacionalismo popular revolucionario tendrán la madurez necesaria para dar esta batalla?.

Profundización del modelo o restauración conservadora. Modificar la estructura económica implicaa restringir los beneficios que se le otorga al capital financiero y especulativo, poniendo la economía al servicio de la industria nacional y el pueblo argentino. Éstas son las cadenas que hoy nos someten. Seamos libres, lo demás no importa nada.

Blog del autor: http://la-montonera.blogspot.com/