Pedro Echeverría V

1. Hace 15 días, el pasado 21 de enero, la Corte Suprema de los EEUU dictaminó que el Gobierno no puede prohibir que las grandes compañías empresariales aporten cantidades millonarias en las elecciones. Para los editores de The New York Times, el fallo «golpea el corazón mismo de la democracia» al haber «facilitado el camino para que las corporaciones empleen sus vastos tesoros para inundar [con dinero] las elecciones e intimidar a los funcionarios elegidos para que obedezcan sus dictados “Ahora, los gerentes de las compañías podrán, de hecho, comprar directamente comicios, eludiendo vías indirectas más complejas. Es bien sabido que las contribuciones empresariales, en ocasiones envueltas en paquetes complejos, pueden inclinar la balanza en las elecciones y, así, dirigir la política. La Corte acaba de entregar mucho más poder a ese pequeño sector de la población que domina la economía”.

2. En México el PAN –partido empresarial- lleva décadas peleando, para beneficio propio, porque se reduzca el dinero público en las campañas políticas y que se otorgue amplia libertad a los sectores privados para invertir en ellas. Incluso antes de 1987 el PAN se negaba a recibir los subsidios públicos oficiales con el fin de engañar con su “independencia” y una falsa honestidad. Basta con contabilizar el origen y la actividad de cada uno de sus principales dirigentes y gobernantes para ver cómo el 90 por ciento de ellos tiene origen empresarial y clerical. Fox, siendo presidente lo declaró de manera abierta: “soy un gobierno de empresarios y para empresarios”. Por eso al aprobar la suprema corte de los EEUU que “no se puede prohibir que los empresarios aporten…”, el sector privado mexicano tiene la oportunidad de legitimar, de hacer legal su abierta intervención para que legisladores estén en la nómina de las empresas.

3. Hasta los años ochenta el PRI –que monopolizaba todo- repartía abiertamente las candidaturas para legisladores, gobernadores, incluso el presidente de la República, entre los tres sectores en que se dividía su partido, por ejemplo: 80 para el “sector campesino”, 100 para el “sector obrero” y 150 para el “sector popular”. Los políticos buscaban al sector que los pondría en su lista y se encargaría de cubrirlo en su campaña. El gobierno federal y de las entidades se encargaban de pedir cuotas a los empresarios para cubrir las campañas políticas. Muchos de éstos colaboraban en especie poniendo aviones, autobuses, automóviles, hoteles, restaurantes, etcétera. Los magnates no compraban directamente al funcionario o diputado priísta, pero eran compensados con políticas de gobierno a su favor. El gobierno aún era más fuerte que la iniciativa privada e imponía su política. En 1982 los empresarios se adueñaron directamente del poder.

4. El PRI perdió, con sus tres sectores, el monopolio del gobierno; ahora todos son legisladores y funcionarios por partido, aunque es público que la empresa Televisa tiene directamente a por lo menos 20 legisladores, que el empresario Slim tiene otros tantos, pero la mayoría de ellos actúan en función de las determinaciones de sus partidos. En los EEUU los legisladores se reeligen de manera permanente porque son empleados de las empresas más poderosas: las petroleras, las del acero, las del automóvil, las armamentistas, etcétera y, con la aprobación por la Corte, ahora las empresas no tendrán que esconder nada y podrán convertir a todos los legisladores en sus simples empleados. Incluso el gobierno ya no tendrá que gastar en campañas políticas todo lo pagarán los empresas a cambio de que las cámaras sólo estén bajo sus órdenes. La reforma de Calderón ha recibido con ello un fuerte respaldo.

5. En México el gobierno espurio de Calderón insiste en que se apruebe su reforma política en la que propone la reelección de legisladores y presidentes municipales con el fin de profesionalizarlos. Se propaga que así los electores tendrían la oportunidad de “reelegirlos si cumplieron y de no votar por ellos si fallaron”. Es una falacia absoluta. Desde hace más de un siglo en México los electores “han elegido” a sus representantes sin conocerlos y luego sin haber recibido ninguna información y menos alguna visita de ellos. La realidad es que el 95 por ciento de los votantes apenas se enteran por la televisión y la intensa propaganda que llena con plásticos las calles como si fuera un carnaval. Se acude a la casilla a votar por el partido que más regalos haya repartido, por el que más se haya propagado o por el que su vecino de más confianza le indique. La gente sale a votar por las presiones y para “cumplir”.

6. La reforma política-electoral de Calderón se aprobará como siempre se ha hecho, mediando las negociaciones entre el PRI y el PAN, pero también estando muy cerca el PRD. ¿Puede algún inocente observador imaginarse cuantas determinaciones de política son producto de acuerdos entre partidos? Se cambian gubernaturas, por senadurías, presupuestos económicos o reformas políticas; se negocia todo y el voto sólo es una farsa. Los electores –mucho menos el pueblo- no tendrán algo que ver con las reformas porque en México no existe el plebiscito, el referéndum o algún tipo de consulta pública. Los legisladores son representantes indiscutibles y pueden hacer lo que les de la gana; no necesitan consultar la orientación de sus votos en las cámaras. Los planteamiento de “servir al pueblo” o de “gobernar obedeciendo” son simples frases populistas para los políticos ávidos de poder.

7. En EEUU los legisladores de los partidos republicanos y demócratas son verdaderos gansters empistolados que, rodeados de mafiosos, imponen intereses empresariales a los diferentes gobiernos. Los diputados en adelante formarán parte de las nóminas de empleados y se ordenará cuantas reelecciones sean necesarias mientras estén cumpliendo con el grupo empresarial. El voto ha sido siempre dirigido y lo grave es que los electores siguen pensando ilusamente que son independientes. La lucha contra los legisladores será mucho más difícil si no es poder económico delincuencial frente a otro poder igual. Si ahora un legislador nuevo tarda un año para aprender todas las mañas y acomodarse al sistema, en adelante los parlamentarios serán unos experimentando, unos “sabios” para aprovecharse de todas la trampas que el sistema. ¿Será el futuro de México?

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