Desde medianoche, los transportes aéreos y marítimos estaban paralizados, lo mismo que casi todos los servicios ferroviarios.
Los buses y una línea de metro funcionaba en Atenas para permitir a los huelguistas ir a las manifestaciones prorgramadas por los sindicatos en el centro de la capital a partir del mediodía.
Los taxistas no participaban en la huelga.
Otras manifestaciones debían tener lugar en la grandes ciudades griegas, en particular a Salónica (norte), la segunda ciudad del país.
La huelga debía provocar el cierre de las escuelas, administraciones y tribunales, mientras que los bancos, hospitales y grandes empresas del sector público funcionaban a ritmo reducido.
El país también está privado de toda información de radios y televisión debido a la participación en el movimiento del sindicato de periodistas.
Los diarios no aparecerán el jueves.
El movimiento es iniciativa de la poderosa Confederación general de los trabajadores griegos (GSEE, 1 millón de adherentes) después de que el gobierno anunció medidas de austeridad destinada a reducir drásticamente el inmenso déficit del país y que prevé en particular aumentar hasta 63 años y medio la edad de la jubilación.
La Federación de funcionarios Adedy (300.000 miembros), que representa la categoría más afectada por las medidas de austeridad, en particular la disminución del monto de los salarios, llamó a sus miembros a unirse a la huelga, después de un primer paro el 10 de febrero.