Por Oscar Laborde (*)

 

Eduardo Duhalde siempre quiso ser Presidente de la Nación. Lo intentó en 1999 y lo fue interinamente en el año 2.002.

El sabe que en situaciones de “normalidad” democrática con los recambios que plantea la Constitución Nacional no tiene posibilidades, pues es el político argentino con mayor imagen negativa, a pesar de que el “lobby” mediático lo quiere presentar como un estadista. Duhalde sabe que con los votos no llega; Necesita, por lo tanto, mostrarse ante situaciones de crisis, como el hombre capaz de “timonear y llevar a buen puerto” las mismas.

Ahora, son nuevas las opiniones que el tiene sobre la participación de las fuerzas de seguridad en la vida política?

Los asesinatos de Kosteki y Santillán en manos de la Bonaerense en coordinación con la SIDE y la Prefectura Nacional fueron responsabilidad de su gobierno, El repudio popular ante la matanza impidió, no sólo, que continuara al frente del Ejecutivo nacional, sino que avanzara en ese proyecto sostenido por algunos sectores del establichment económico.

En su época de Intendente de Lomas de Zamora trabaja para el Gobernador Calabró, que fue un articulador político con las FFAA antes del golpe y durante la dictadura. Esa relación le garantizó tranquilidad personal cuando todo el campo popular era perseguido, apresado y desaparecido

En circunstancias en las que era Jefe de la Bonaerense el Comisario Pedro Klodczyk, la caracterizó como “la mejor del mundo”, frase que quedó definitivamente estereotipada cuando los hechos marcaron claramente la relación de “la maldita policía” con la droga, las zonas liberadas, el gatillo fácil la corrupción y fundamentalmente, él fue el que permitió y facilitó la connivencia de parte de la política, parte de la policía y parte de la justicia con la delincuencia, que en muchos casos sigue hasta hoy. En ese “acuerdo “la policía garantizaba control social a cambio de autonomía operativa.

La misma fuerza que en los eventos del 19 y 20 de Diciembre de 2001 jugó un papel –no sólo represivo- sino de permanente provocación y hostigamiento a la gente que se manifestaba; a la vez que colaboraba con el proceso de renuncia de De La Rua y de los presidentes por horas Puerta, Caamaño y Rodriguez Saa, situación que, casualmente, terminó con él como presidente interino.

Hace algunas semanas atrás Eduardo Duhalde, después de haber anunciado su intención de competir nuevamente por la presidencia del país, sostuvo que el gobierno nacional debe «dejar de humillar» a los actuales militares y aconsejó «darles participación» en la lucha contra el delito violento, como ocurre en Brasil y en México, agregando en el mismo reportaje que “Cobos no tiene que renunciar”.

Es necesario poner de manifiesto, entonces, que su concepción ideológica expresa la intervención del conjunto de las fuerzas policías y militares en los temas de seguridad interna; hecho este que no sólo reviste el carácter de inconstitucional sino que en la historia argentina reciente reconoce las peores atrocidades, y no ha contribuido a solucionar en absoluto, los problemas cotidianos de los argentinos.

Ahora, pretende que el gobierno electo en el año 2011 respete «al que quiere a Videla y al que no lo quiere»; es decir, esboza nuevamente la teoría de los “dos demonios”, llevando a la consideración pública al dictador mas emblemático del golpe del 76.

Estemos advertidos. Esto es lo que nos espera con Eduardo Duhalde.

(*)  Dirigente del Frente Transversal y ex Intendente de Avellaneda