Antonio Peredo Leigue
Entristece y duele haber asistido al espectáculo de esa pugna por candidaturas que no tuvo ni siquiera un atisbo de intención política. Se trató, simple y llanamente, de una pulseta para comprobar si la prepotencia y arbitrariedad estaba por encima del proyecto político. Después, en un cierre de espectáculo, sacaron a relucir su soberbia anunciando que formarían su propio partido. Los medios de comunicación, todos en el tobogán del sensacionalismo, pusieron su parte con titulares escandalosos, imágenes tragicómicas y comentarios grotescos. Lamentablemente, de la otra parte, cayeron en la trampa y jugaron el juego sensacionalista. Las caretas de este carnaval llevarán la imagen del protagonista.
Las elecciones de abril próximo, a poco más de un mes, no tienen sentido político. La campaña no se inició. Todo está girando en torno al triste escándalo del forcejeo por una candidatura. Nadie, en este momento, conoce cuáles son los propósitos y los objetivos que tiene cada uno de los candidatos. Es más: nadie conoce a los candidatos. Así no se hace política.
Durante cuatro años ideologías diversas, pero encaminadas en el mismo sentido, trabajaron en conjunto por un programa de cambio que provoca gran expectativa y beneplácito en la mayor parte del mundo. La organización política que dirige este proceso tiene una meta claramente trazada que se proclama en la consigna: vivir bien. Se trata de restituir la dignidad de un pueblo sometido a la humillación, a la expoliación y al ultraje. Es extraordinario cómo se han logrado dar pasos gigantescos en estos primeros años para alcanzar las metas necesarias para lograr el objetivo de vivir bien. Reconstrucción política, social y económica de un país que fue formado a imagen y semejanza de una minoría depredadora. Ahora se está construyendo un Estado renovado, obligado a rendir cuentas al pueblo. Alimentación y trabajo, educación y salud, vestido y vivienda, respeto mutuo y vinculación son los elementos que levantarán esa estructura. No faltaron las dificultades, las incomprensiones y los errores, pero se está construyendo las bases de este proyecto. Ha ocurrido, más de una vez, que el gobierno no reconoce sus faltas; pero el proyecto sigue avanzando y, si todos asumimos responsabilidad, la marcha no podrá detenerse.
En estos cuatro años, se han producido desprendimientos del instrumento político que conduce el cambio. Todos, sin excepción, han ocurrido en razón de inconvenientes personales. Ninguno de los disidentes se fue por discrepancias ideológicas o políticas. Algunos, de entre ellos, anunciaron y hasta pusieron en práctica, la formación de un partido que, según sus expresiones, lucharía contra la fuerza que está a la cabeza de este proceso. Razonablemente, habrá que preguntarse cuáles son las bases ideológicas o políticas que les lleva a formar partido. ¿Partido sobre la base de una persona?, ¿partido en función de un cupo de poder?, ¿partido para expresar un resentimiento? Estos son los sucesos que desprestigian la política.
El 4 de abril debe elegirse a 9 gobernadores de los departamentos, más de 330 alcaldes, cientos de concejales municipales y casi dos centenas de consejeros departamentales. Ese día, también, una provincia y un distrito originario, decidirán si se declaran autónomos. Es muy importante que, cada persona con derecho a voto, tenga suficientes elementos de juicio para tomar la decisión correspondiente en la elección que haga. Desde hoy, sábado 13 de febrero hasta el jueves 1 de abril, los candidatos y las entidades políticas que los propician, tienen apenas 47 días para dar a conocer sus propuestas; no pueden perder el tiempo en juegos que desprestigian la función pública.