MS/EFE
Luiz Inácio Lula da Silva y su Partido de los Trabajadores (PT) han allanado hoy el camino con el que aspiran a llevar a la ministra Dilma Rousseff a convertirse en la primera mujer que presida Brasil.
Rousseff, una economista de 62 años, separada y con una hija, fue proclamada por el principal partido de izquierdas del país su candidata presidencial para las elecciones del próximo 3 de octubre, en las que seguramente tendrá como rival al socialdemócrata José Serra, que hasta ahora la aventaja en las encuestas.
El acto de proclamación clausuró el IV Congreso Nacional del PT, ante el que Rousseff, actual ministra de la Presidencia, presentó como su gran oferta electoral la «continuidad» de las políticas de Lula, a quien calificó como «el verdadero líder», e hizo un guiño a las mujeres a «abrir nuevos espacios» en la política.
La ahora candidata repasó en su intervención todos los avances sociales, económicos y políticos que ha experimentado Brasil desde que en 2003 Lula, un antiguo obrero metalúrgico, llegó al poder.
«Tenemos el rumbo trazado y la experiencia para construir el tercer Gobierno democrático y popular de la historia de Brasil», dijo Rousseff, quien llegó a decir que su eventual gestión sería «un tercer mandato» de Lula.
La candidata afirmó que si gana las elecciones «no habrá retrocesos ni aventuras», pero dijo que con las bases sentadas por el actual gobernante de izquierdas «será posible avanzar mucho más rápido».
Rousseff, que jamás ha sido candidata a cargos de elección popular, puso en evidencia su falta de carisma con un discurso frío, pocas veces interrumpido por aplausos, pero repleto de alusiones a la gestión de Lula, a quien nombró más de veinte veces en poco más de una hora.
Sin embargo, marcó una diferencia fundamental que puede ser una de sus cartas fuertes en un país como Brasil, en el que algo más de la población está constituida por mujeres.
«Para muchos, las mujeres son la mitad del cielo, pero nosotras queremos también ser la mitad de la tierra, con plena igualdad de derechos, de salarios y de oportunidades» hasta en la política, afirmó la candidata, que instó a «las mujeres de Brasil» a ayudarla a «abrir nuevos espacios en la vida nacional».
En ese punto también incidió el propio Lula, quien intervino en el acto antes que su ministra y pidió al PT que aproveche la campaña para las elecciones de octubre para «acabar con los prejuicios contra la mujer» en la política y la sociedad.
«Mujeres de mi querido Brasil, esta es una oportunidad única para que ustedes se arremanguen las camisas y muestren lo que son y lo que valen», afirmó el presidente, quien subrayó que las mujeres «aún son tratadas como objetos de segunda clase» y que «eso no se cambia con una ley, pero tal vez sí con una elección».
«No saben lo que es discutir con esta mujer»
Con su habitual simpatía, Lula hizo reír al auditorio con varias anécdotas en las que hizo alusión al duro carácter de Rousseff, a quien muchos califican de «Dama de Hierro» del gabinete.
«No saben lo que es discutir con esta mujer», dijo Lula medio en broma, sobre la fama de antipática que tiene Rousseff, quien en la adolescencia se involucró en grupos armados que luchaban contra la dictadura y pasó tres años en prisión, donde sufrió torturas.
Lula también hizo referencia a esa página de la vida de Rousseff y alertó al PT de que la oposición, durante la campaña que comenzará oficialmente en el próximo mes de junio, «posiblemente la acusará de secuestradora y dirá que estuvo presa».
Sin embargo, acotó que esa campaña deberá servir también «para explicar que, en una época, en este país los presos eran los que luchaban por la democracia, la libertad y los derechos humanos».
Por las leyes electorales, la candidatura de Rousseff deberá ser ratificada por el PT en una convención nacional que se celebrará antes de junio, cuando se abrirán los registros oficiales para las elecciones.
Esa campaña promete tener un inédita fragancia de mujer, pues además de Rousseff se barajan como posibles candidatas Marina Silva, ex ministra de Lula, y la marxista Heloísa Helena Lima, expulsada del gobernante PT por sus críticas a las políticas neoliberales del partido.