Chevige González Marcó
Patria Grande
Todo indica que Washington y su maquinaria de propaganda, están preparando el terrewno para una nueva guerra imperialista. El nuevo objetivo: Yemen, una nación estratégica por su ubicación geográfica, puerta de entreada al Mar Rojo, de salida al Golfo de Adén, en la península arábiga y frente al cuerno africano.

A partir del presunto atentado frustardo del pasado 25 de diciembre, cuando, cuento hollywoodense mediante, un pasajero común y silvestre evitó que un «terrorista» estallara una bomba en una aeronave que debía aterrizar en Detroit. Desde entonces, todos los informes estadounidenses, reproducidos profusamente por la prensa mundia, indican que Yemen fue el territorio donde se preparó el supuesto atentado y se preparan muchos otros.

Tanto Estados Unidos como Gran Bretaña anunciaron el cierre de sus embajadas en Yemen, argumentan amenazas. Precisamente los británicos tienen un largo historial de intervenciones en la nación árabe. Estuvieron de parte de la monarquía, hasta que un movimiento popular derrotó al Rey y comenzaron la construcción de un proyecto socialista. Luego promovieron la división y crearon Yemen del Norte y promovieron dos guerras civiles entre un mismo pueblo. Yemen se reunificó en 1990, en el contexto de la caída del campo socialista. Los británicos volvieron por sus fueros, esta vez acompañados por Washington.

Recientemente el director del Centro Nacional contra el Terrorismo, Mike Leiter,describió a Yemen como un «campo de batalla clave» y, potencialmente, «una base regional para las operaciones de Al Qaeda, desde donde se pueden planear ataques y entrenar a militantes».La misma historia de Afganistán y Pakistán, ahora aplicada a Yemen. Junto a la campaña para justificar la inminente agresión, la Casa Blanca pretende glopear otros objetivos como en una partida de boliche. Revivieron las listas de países que según ellos apoyan el terrorismo y quieren encontrar las perfectas justificaciones para le existencia de prisiones clandestinas e ilegales, como Isla Diego García y Guantánamo.

Según Washington el presunto líder de Al Qaeda en la península arábiga, Said al-Shihri, fue prisionero en Guantánamo durante seis años tras su captura en Pakistán en el 2001 por presuntos nexos con Al Qaeda.

En noviembre del 2007 E.U. lo entregó a autoridades saudíes que, luego de someterlo a un breve programa de rehabilitación, decidió liberarlo. Según la historia que vende el Pentágono a los pocos meses, cruzó la frontera hacia Yemen y se reintegró al grupo. ¿Quién comprueba que Al Shihiri es en realidad todo lo que dice la Casa Blanca de él? Tanto Guatánamo, como las cárceles flotantes, como isla Diego García, son prisiones al margen del derecho internacional y de la justicia. Allí los derechos humanos no existen, han sido suspendidos por el gobierno estadounidense.

El cuento de Al Qaeda cada vez se parece menos a algo racional. Una banda de fundamentalistas religiosos, como lo dibujan las agencias, es capaz de burlarse de la OTAN entera, el mitologizado Osama Bin Ladem, puede sobrevivir a los ejércitos más poderosos del mundo unidos. La CIA nos señala que esta gente son atrasados, que detestan la tecnología y el progreso, que sólo piensan en el odio y la venganza. Es decir, que cualquiera con un pico y una pala puede hacerse invencible ante armas atómicas, químicas y biológicas como las que posee la alianza de la guerra imperialista.

En el Pentágono ya se respiran los aires de una nueva guerra. Aviones estadounidenses ya han ejecutado bombardeos contra presuntos objetivos en Yemen, han informado que las autoridades yemeníes han coordinado con ellos esas acciones. El gobierno de la nación árabe lo niega. Ya EEUU y Gran Bretaña anunciaron el financiamiento de una unidad antiterrorista que funcionará en Yemen. El viejo cuento para una nueva guerra circula rápidamente en los medios de comunicación que sirven al Imperio. En pocas horas han convertido a Yemen en un santuario del «diablo». Al Qaeda es revivida con una rápida respiración artificial. Es como «Batman vuelve».