Prensa Latina

Quito, 3 enero de 2010.- La denuncia del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, sobre una conspiración en proceso para desestabilizar el gobierno y preparar un golpe de Estado tipo Honduras, mantiene hoy amplia repercusión en los medios de prensa nacionales.

Uno de los acusados por Correa, el asambleísta Gilmar Gutiérrez, ex capitán del ejército y hermano del ex presidente y ex coronel, Lucio Gutiérrez, ambos dirigentes del Partido Sociedad Patriótica, retó al mandatario a mostrar pruebas de la conspiración.

En su cadena radiotelevisiva, Correa, aseguró la víspera «tenemos informes de inteligencia que demuestran con datos, cifras, que están incluso recibiendo ayuda, ni siquiera del gobierno de Estados Unidos, sino de organizaciones de extrema derecha» de ese país.

El jefe del Estado advirtió que en las conspiraciones podrían estar involucrados ciertos miembros de las Fuerzas Armadas de su país ligados a grupos de oposición, y señaló que la confabulación también podría expresarse en las manifestaciones anunciadas para enero.

Correa aclaró no referirse a la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), que ha anunciado protestas este mes, señaló que intentos desestabilizadores podrían provenir de otros grupos de ese colectivo, como también del movimiento montubio, campesinos de la zona costera.

«Esa es la nueva metodología para desestabilizar a los gobiernos progresistas que no quieren seguir con la campanita en el cuello, obedeciendo las órdenes extranjeras», dijo tras señalar como ejemplos los correos electrónicos que circulan con infundios en los cuarteles. La estrategia de los sectores de la extrema derecha -apuntó- ya no pasa por un enfrentamiento directo y político, porque saben que son vencidos en las urnas siempre, sino que ahora prefieren apoyar la generación de movilizaciones, descontentos sociales financiados desde el extranjero.

«Tenemos los informes concretos, (pero) no puedo agregar muchas cosas más por cuestiones de seguridad nacional; ustedes saben que yo no hablo por hablar», remarcó.

El presidente ecuatoriano dijo que enero «va a ser un mes durísimo» para su gobierno, pero subrayó que las intenciones desestabilizadoras serán contrarrestadas por el pueblo.