El Tiempo
Ocurre en el país más poderoso, donde cada año se despilfarran 75 mil millones de dólares en comida

Washington; 12 Enero 2010 – Para los Blackwell, una familia de cinco personas residente en el estado de Virginia, el peor día del 2009 fue el de la Navidad. «Es triste no poder darles regalos a los niños en este día tan especial. Pero es más triste ni siquiera ofrecerles un buen plato de comida.

Era final de mes y nuestra alacena ya estaba completamente vacía», recuerda Clarissa, la madre del clan y quien aún agradece el gesto caritativo de los vecinos de su barrio que la ayudaron a sobreaguar tan penosa situación.

Aunque su situación económica nunca ha sido boyante, se puso peor a comienzos del año pasado, cuando su marido perdió su empleo en una constructora del área metropolitana.

Desde entonces Clarissa, que ya trabajaba tiempo completo como cajera en una farmacia, tomó un segundo empleo en un restaurante. Charles, el esposo, recibe un subsidio de desempleo y la familia está inscrita en un programa de asistencia alimenticia que financia el gobierno federal.

Los niños -de 5, 7 y 9 años- están inscritos en la escuela pública James Polk, de Alexandria, donde reciben un almuerzo gratis también patrocinado con fondos del estado.
«Pero ni así -dice esta mujer de 39 años-, nos alcanza para pagar cuentas. O es el mercado o la cuenta del doctor, o la renta. Algunos días nos defendemos con una sola comida y hay noches en las que nos vamos a la cama con el estómago vacío».

El drama de los niños

El drama de los Blackwell no es para nada único. De acuerdo con las últimas estadísticas de la Oficina del Censo en E.U., más de 45 millones de estadounidenses viven en niveles por debajo de la pobreza, es decir, el 17 por ciento del país (el total de población colombiana).

De ellos, más de 30 millones pasan, literalmente, hambre. Lo que más llama la atención de este último dato es que al menos nueve millones son niños. De hecho, según la organización Feeding América, una ONG que se encarga de distribuir comida entre los más necesitados, uno de cada cuatro menores en el país no recibe una alimentación adecuada.

Las cifras, por si solas escandalosas, sorprenden en un país como E.U., considerado de los más ricos del mundo, famoso por sus porciones supersize (extragrandes) y donde anualmente se desperdician, según un estudio de la Universidad de Arizona, unos 75 mil millones de dólares en comida que va a parar a la basura.

Si bien la situación no es nueva, se ha agudizado con la crisis económica que estalló a finales del 2008 y que está golpeando con rigor a los más pobres. En los últimos 12 meses, más de 1.3 millones de personas han pasado a vivir en la pobreza y se han perdido cerca de 6 millones de empleos. La tasa de desocupación se ubicaba en noviembre pasado en 10,2 por ciento, la más alta en 26 años.

Pero lo que mejor redondea la crisis es la situación alimenticia. «Una cosa es quedarse sin empleo algunos meses. Otra, es tener que pasar hambre. Lo que estamos viendo es la peor crisis en las casi tres décadas que llevamos trabajando en esto», dice Vicki Escarra, presidenta de America’s Second Harvest, el ‘banco de comida’ más grande del país.

Según ella, en este periodo su organización ha visto un incremento del 30 por ciento en solicitudes de personas buscando asistencia alimenticia. Desafortunadamente, los fondos de estas entidades sin ánimo de lucro han caído últimamente pues las grandes empresas han disminuido sus donaciones por la emergencia económica.

Otro indicador de la gravedad de la situación está en las cifras del Programa Complementario de Asistencia Alimenticia (SNAP, por su sigla en inglés). Desde 1969, SNAP, o Food Stamps como antes se llamaba, ha sido el vehículo a través del cual el gobierno federal subsidia la alimentación para los más pobres.

Durante el 2006 y el 2007, SNAP otorgó subsidios a unas 26 millones de personas. En el 2008 esa cifra subió a 28 millones y medio y luego, a 34 millones en el 2009. Es decir un 23 por ciento de aumento en sólo dos años.

Y el programa, que en el 2006 costaba unos 30.000 millones de dólares, ahora cuesta 50.000 pues los subsidios han sido ajustados para reflejar la inflación en el sector alimenticio.

Actualmente, una persona que califica para SNAP recibe en promedio 124 dólares al mes, mientras una familia de cuatro, recibe unos 275 dólares. Pero eso, dice Escarra, es insuficiente pues un mercado normal puede costar cerca de 500 dólares para ese mismo periodo en Estados Unidos.

Quizá por ello hay casos como el que narra Ann Johnson, directora de la escuela primaria James Polk. «Hemos visto a niños guardando comida del almuerzo para llevársela a sus casas o pidiendo los sobrados a otros compañeros. Eso nunca había pasado. Según los profesores, los estudiantes dicen que sus padres los han instruido a que lo hagan», sostiene Johnson.

Los economistas afirman que se trata de una situación pasajera: familias que se aprietan el cinturón mientras pasan estos momentos difíciles. Y predicen que para el 2011 los niveles de pobreza y, por ende, las personas que requieren seguros alimenticio y de empleo, volverán a ubicarse dentro del promedio histórico.

E.U., además, no es un país del Tercer Mundo, donde a veces la plata ni alcanza para ofrecer este tipo de beneficios. Sin embargo, si es difícil entender como en la nación más poderosa del mundo, donde se gastan más de 100 mil millones de dólares anuales en guerras y otros 20 mil en asistencia a otros países, el 16 por ciento de sus niños estén pasando hambre.