Página 12 / Aporrea.org

Arturo Valenzuela verá el martes a Aníbal Fernández. Arriba en el marco de una gira por la región, que lo recibe con desilusión por la postura de Barack Obama en Colombia y la crisis en Honduras. En el Gobierno no cayó bien la posibilidad de que se reuniera con Julio Cobos.

Buenos Aires, 13 Dic. 2009 – El gobierno argentino no se preocupa en disimular el poco entusiasmo que le despierta la llegada del funcionario de Barack Obama para la región, el subsecretario de Asuntos Hemisféricos, Arturo Valenzuela, quien mañana arrancará una rápida recorrida por la región y el martes aterrizará en Buenos Aires, donde será recibido por el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. “Si Obama tardó un año en mandar un funcionario para acá, ya está todo dicho”, resumían en la Cancillería. Hay dos motivos concretos para esa desilusión regional con el ya no tan nuevo ocupante de la Casa Blanca: las bases militares en Colombia y la crisis en Honduras. Pero para el caso específico argentino se agregaba un motivo adicional de malhumor por la visita: en un gesto bastante inusual, Valenzuela se reuniría con el vicepresidente Julio Cobos.

Hasta mitad de año, Obama mantenía su crédito intacto. Sus discursos seguían siendo tan buenos como los de la campaña electoral, diciéndole a cada interlocutor más o menos lo que quiere escuchar. Así lo hizo con los presidentes latinoamericanos con quienes se reunió en abril, en la Cumbre de Trinidad y Tobago. Allí habló de una agenda de integración a futuro y prometió que no habría más intervencionismo yankee a la vieja usanza. La gestión norteamericana dio luego una primera señal alentadora al dar su consentimiento al reingreso de Cuba a la OEA.

Lo que vino después malogró el panorama. Primero, el anuncio de la instalación de siete bases militares en Colombia con un pretendido objetivo de combatir al narcotráfico que nadie creyó, sino que más bien recordó aquel intervencionismo que se había prometido dejar en el pasado. Luego, la voltereta dada en el aire a propósito del tema Honduras. La administración Obama comenzó con una condena contundente al golpe que secuestró a Mel Zelaya y entronizó a Roberto Micheletti. Pero con el paso de los meses su postura se fue desdibujando, hasta terminar quince días atrás en la aceptación del resultado de las elecciones que ganó el derechista Porfirio Lobo.

En la parábola tuvo que ver Valenzuela. Los republicanos bloquearon su designación en el Senado hasta que no aceptara la salida pergeñada por el régimen de facto de Micheletti. La gestión Obama, abrumada por problemas internos y externos más urgentes, terminó aceptando el trato.

“La agenda de Estados Unidos en la región no es política, es de defensa”, sintetizaban en la Cancillería argentina. Lo que siguen prevaleciendo, entonces, son los intereses norteamericanos y la prometida ayuda al desarrollo de la región brilla por su ausencia. El discurso de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, del viernes a propósito de la relación de Estados Unidos con América latina fue revelador. Más allá de una convocatoria muy general a la “cooperación”, lo que más repartió Hillary fueron amenazas. Además, a nadie se le escapó que en sus advertencias a Bolivia y a Venezuela por los acercamientos a Irán se le “olvidó” nombrar a Brasil, pese a que Lula también recibió días atrás a Mahmud Ahmadinejad.

“Son arbitrarios, además no dicen nada acerca de que Argentina es el país de la región que más confrontó con Irán”, subrayaba un funcionario. Cristina Kirchner hizo un duro reclamo a Ahmadinejad en la Asamblea General de las Naciones Unidas, pero no mereció ningún comentario público por parte de Wa-shington. “Tenemos puntos de vista común en seguridad nuclear y terrorismo, y ellos lo valoran”, corregía un diplomático de contacto permanente con el Departamento de Estado.

Lo cierto es que, más allá de estas coincidencias, hasta ahora Obama no mostró interés en reunirse con la Presidenta argentina, como sí lo hizo con Lula, el mexicano Felipe Calderón, el colombiano Alvaro Uribe y la chilena Michelle Bachelet. Hubo cartas, algún llamado telefónico y hasta una conversación informal sobre Honduras en Nueva York, pero nunca un encuentro bilateral y eso, aunque difícilmente lo admitan en la Casa Rosada, es motivo de malestar.

Menú frío
Ahora el que llega es Valenzuela, un académico chileno ligado a los sectores de derecha del Partido Demócrata. Anteriormente cumplió un papel destacado durante el gobierno de Bill Clinton, otra gestión que no mostró mayor interés por lo que sucedía en Latinoamérica. Valenzuela es amigo de ex presidentes como Ricardo Lagos o Fernando Henrique Cardoso, los tipos de líder que prefiere en lugar de los Hugo Chávez o Evo Morales. Su viaje arrancará mañana en Brasil, seguirá el martes en Argentina, luego pasará por Uruguay y Paraguay.

Cristina Kirchner no lo recibirá, dado su carácter de subsecretario. Aunque, por cierto, lo hizo varias veces con su antecesor en el cargo, Tom Shannon. “Es que una relación hay que hacerla, con Shannon ya eran amigos”, explicaban en la Cancillería. Tampoco verá al canciller Jorge Taiana, quien consideró que la reunión no ameritaba postergar su viaje a la cumbre por el cambio climático en Copenhague. Y no viajará desde Washington el embajador Héctor Timerman, quien suele acompañar la visita de los funcionarios norteamericanos. En definitiva, Valenzuela se encontrará con Aníbal Fernández y con el vicecanciller, Victorio Taccetti. La agenda es imprecisa.

“Vamos a escuchar qué tiene para decir”, respondían con cierto escepticismo en el Palacio San Martín. “La verdad es que no vemos este viaje con particular interés porque no entendemos el motivo”, añadía otro funcionario que sigue de cerca la relación bilateral. “Valenzuela fue el autor del Plan Colombia”, deslizaba, como para darles motivos a las prevenciones.

Muy probablemente el chileno se reúna con dirigentes de la oposición, lo que está dentro de la lógica de este tipo de visitas en las que se busca trazar un panorama de la situación. Pero lo que terminó de embroncar a la Casa Rosada era la posibilidad de que se encuentre con Cobos, una información que dejó trascender el viernes la embajada norteamericana en Buenos Aires, que encabeza Vilma Martínez. “¿Cuándo se vio que un enviado extranjero se reúna con un vicepresidente? Eso no pasa en ningún lugar del mundo”, mostraba su enojo un diplomático. Prevalecía la idea de una “mojada de oreja” de parte de Valenzuela, que no será atendido por la Presidenta pero sí por el vice, que conjuga la originalidad de ser también líder opositor y el dirigente mejor ponderado en las encuestas.

Valenzuela adelantó el viernes que su gira apuntaría a plantear una relación en “un nuevo tono” basada “en el respeto mutuo y el compromiso común”. “Vamos a escuchar”, sostuvo el chileno. Curioso: por acá dicen que lo quieren escuchar a él.