Ernesto Nar
Tierra arada, monte arrasado…
Miles y miles de hectáreas de monte topado… y ahora fumigado prolijamente con el veneno que mata toda maleza y toda vida alrededor…
Solo resiste la soja, el maíz, el girasol modificado… mutado, cambiado… Apto para ser amontonado en silos y fermentado en verdes billetes… (restando las «retenciones»)
La sequía fue larga, tal vez demasiado… Trajo muerte y mucha pobreza pero durante la seca, al menos, se callaron las fumigadoras y las sembradoras. Algo parecido a la calma… pero no a la paz…
Ahora volvieron y prolijamente recorren la tierra sembrado…
La tierra desnuda, despojada, arrasada y humillada se entrega mansa y en silencio a las máquinas fumigadoras (que a veces «pasan volando»)… y  a los sembradores.
Los vientres de las mujeres (pobres) siguen gestando vida… Aunque el veneno haga que esa vida, muchas veces, se malogre o nazca mal formada…

Hace tiempo fue la violencia brutal de los obrajes que  organizó el saqueo del monte.
Después la dura necesidad del carbón, la leña  y las hachas labradoras de postes…
Ahora solo queda el ruido «estacional» de las máquinas que fumigan, siembran y cosechan …   y los camiones y vagones que se llevan… nunca traen…
Por algún tiempo, la tierra se vestirá de verde.
Un verde «estacional» y controlado que sólo durará el tiempo que la ansiedad de los avaros no  pudieron robarle a la semilla…
Pero durará poco…
Vendrán otra vez las máquinas a desnudar la tierra y a dejarla más sola, mas desierta, más humillada…
Los hijos de esta tierra hacen silencio…
¿Qué palabra sabrá nombrar a la muerte?
¿Habrá palabra que al nombrarla la sepa expulsar?
Hay tanto ruido de máquinas…
Tantas palabras «ruidosas» que dicen cosas y esconden muchas más…
Tantos hablan… Hablan tanto!!!
  • Barrigas ceñidas de púrpura y cuellos envueltos en simulados pañuelos de paisano, dicen palabras que ensucian… Nombran la pobreza ( y a los pobres) reclamando justicias que no les comprometa su «propiedad» (siempre muy privada…)
  • Solidarios conductores y comprometidos periodistas «describen» en pablaras inseguridades que matan… Porque así las sembraron ellos mismos, cuando  muy «seguros» se quedaron con todo… Aunque ahora a eso le llamen «trabajo y esfuerzo»…
  • Religiosas palabras de denuncia que olvidan a sus «propios funcionarios» bendiciendo Policías y gendarmes que traen muertes (bien seguras) a pobres «reclutados» para hacer el trabajo sucio a cambio del paco que viaja en patrulleros y autos oficiales…
Palabras que hacen mucho ruido y arrasan con todo
Pero pasan rápido, como los fumigadores, matando «malezas» y cualquier vida que no sea la que ellos quieren sembrar… y cosechar (para ellos).
  • Profundos «analistas» y gobernantes describen y declaman derechos, promesas y futuros… Mientras reparten limosnas de vergüenza que hacen cobrar en prolijas colas  de trámites y bancos (que nunca sirven para «sentarse…» Porque las colas hay que hacerlas bien de pie, SIEMPRE…).
  • Ruidosos actos (oficiales o sub oficiales) que amontonan realidades de ocasión que solo duran el tiempo de un discurso inaugural… y reparten «vueltos» entre amigos…
  • Pestes y  epidemias «controladas» por el poder de la palabra (de quién manda) que esconde realidades antiguas y evidentes… pero que no salen por televisión…
La tierra sigue arrasada…
El pobrerío HACE el silencio ante  tanta palabra sembrada por otros… Los de siempre…
Y espera alguna Palabra que nombre a la muerte sin confundir, sin esconder…
Y la expulse para siempre de la tierra….
Alguna vez, en tierra arrasada por la violencia prepotente y la avaricia cómplice, supo NACER LA PALABRA… Hacerse carne…
Nombrar la muerte y en la entrega Divina de su vida, derrotarla.
El pobrerío lo sabe… Es más, así lo siente…
Recuerda con cariño «las palabras que valían más que un documento…»
Y en silencio, para nada resignado, calla y espera ESA palabra…
Creo que estas cosas las vi en los ojos de los changos y chinitas de estos pagos, cuando miran y alumbran pequeños «nacimientos» figurados,
que los «mayores» les saben armar para que nunca se les olvide LA ESPERANZA.
Mirando ese «milagro» (y escribiendo demasiado mal y largo…):
FELIZ NAVIDAD y que la Virgencita nos regale un año lindo, con palabras claras que sepan hacer retroceder a la  mentira y la muerte…
Para que VUELVA PRONTO ESA PALABRA HECHA CARNE que haga morir la muerte…
Y nos empuje a la revolución de jugarse la vida por esa justicia que se hace urgente y tan necesaria.