José Prudencio Silva

Cuenta la historia, que en los días del imperio romano, el gobernante Herodes, ante el comentario popular del advenimiento de un rey que acabaría con la hegemonía imperial y sus oligarcas socios en la Judea de entonces, dio la orden de secuestrar y asesinar a todos los niños en la región de la hoy llamada Palestina. En un lugar muy pobre, se encontraban un pastor y una mujer recién parida cuya única posesión era una cueva, una mula y un buey. Hasta allí llegaron las tropas armadas hasta los dientes en procura del terrorista infante que amenazaba la estabilidad del imperio y su procónsul. De nada valieron los argumentos de la madre impotente y llorosa y del padre enflaquecido por la miseria imperante, que el niño no seria rey, si no, otro pastor más que le pagaría impuestos de donde no tenía a la corona romana. Pero el niño de pocos meses de nacido, le fue arrebatado a la fuerza a la debilitada madre; llevado a las mazmorras secretas de la prisión de máxima seguridad; en un sitio desconocido, fue torturado, guindado con los pies hacia abajo, acosado con perros entrenados, rabiosos y hambrientos. Le pedían que delatara a sus cómplices y donde se encontraba el conspirador bautista que dirigía la organización terrorista de esos tiempos. Después de tantos golpes, torturas y submarinos aplicados el niño falleció, su cadáver desaparecido y hasta los días de hoy no se sabe donde lo enterraron

Los servicios de inteligencia del imperio ante el descontento popular por el criminal encarcelamiento, le hizo tomar el lugar del niño a un agente de su organización, entrenado para engañar, se lo entregó a la familia de María y José, que ya no tenían ni mula ni burro ni buey, pues se los arrebato el imperio para cubrir gastos del encarcelamiento secreto. Bajo amenaza de muerte de èllos y sus familiares, ambos padres tuvieron que consentir en decir que ese agente camuflado era su hijo. Así pasó el tiempo, ante la cada vez más galopante popularidad del renegado predestinado a acabar con la injusticia, la dominación imperial, el saqueo de las materias primas, los abusos y violaciones en contra de los pobres oprimidos de la Palestina de ayer y que seria ejemplo para el mundo de la verdadera democracia popular.

Los dueños de los monopolios económicos vieron que con la complicidad de los voceadores mediáticos podían sacarle provecho a las simpatías por el neo nato libertador, e implementaron una jugada estratégica para crear una iglesia que obligaría como fieles a los creyentes a pagarles sumas de dineros, propiedades, prendas, piedras preciosas y toda clase e riquezas como diezmo, a la vez mediatizaban los anhelos de libertad y les propondrían el sacrificio y la miseria como una forma de tener el cielo cuando mueran. Por supuesto que para darle forma a esa entelequia llamada cielo, deberían crear líderes y estructuras con las cuales difundir el mensaje engañador y adormecedor de la conciencia. Así nacieron los sacerdotes y la misa. Como debían resolver el asunto de una sede central, decidieron que fuera la capital del imperio romano, ese fue el inicio de «EL VATICANO», n poder omnipotente, supra estatal. Desde allí se proyectaría a todo el mundo, el mito de un dios benevolente, que le exige a los pobres que no protesten ni reclamen el despojo y las humillaciones que los ricos les hacen, como una de las condiciones para ir al cielo después que los maten de hambre miseria, palo y enfermedades. Pero como había que ponerse a resguardo de esos desgraciados ateos, que podían conspirar contra el engaño, inventaron la confesión, para que fueran delatados y no sentir culpa después.

A ese hombre que sustituyó al niño Jesús, le dieron 33 años de plazo para predicar por un cielo intangible, que seria la salvación después de la muerte, también tenia que crear su contraparte a la que llamó el infierno, lugar al que irían los que no se dejaran explotar y quitar sus pertenencias y violar sus derechos. Luego lo crucificaron públicamente como muestra de lo que le esperaba a quienes se rebelaran contra el naciente capitalismo explotador y saqueador. Y como era necesario mantener una esperanza encendida para que la desesperación total no cundiera, le hicieron creer a los pobres explotados, que ese Cristo regresaría algún día. De esa promesa ya han pasado 2010 años, no son cuantificables las cantidades de asesinatos, robos e injusticias que se han cometido en el mundo, en nombre de ese dios que nunca llega, cuya vida fue arrebatada al poco tiempo de nacer y que dio origen a un mito que se ha convertido en el mayor negocio de la historia de la humanidad, y por sostenerlo; ha originado todas las guerras habidas y por haber, desde aquella macabra fecha. Hoy esa farsa está aliada con el sionismo internacional y es parte del imperialismo capitalista cuya cabeza es Estados Unidos y se asocia con los oligarcas europeos e israelitas. Precisamente en este momento los poseedores originarios de las tierras donde nació el mito católico, son sacados y asesinados en sus hogares por los sionistas de Israel, encerrados en la mayor cárcel cielo abierto existente y los que no, son desterrados. Todo eso en nombre de dios, el capitalismo y la democracia burguesa.

josprude29@gmail.com