China estimó sin embargo haber jugado un papel «importante y constructivo» en esta conferencia que según el primer ministro danés, Lars Loekke Rasmussen hubiera terminado sin acuerdo «sin la intervención de los jefes de Estado».
El primer ministro británico, Gordon Brown, instó este lunes a «aprender las lecciones» de Copenhague y de las duras negociaciones que se llevaron a cabo en esta conferencia que culminó el sábado con un acuerdo de mínimos que decepcionó a numerosos países y observadores.
«Nunca más deberíamos enfrentar el punto muerto que amenazó con hacer fracasar esas negociaciones», declaró Brown en un ‘podcast’ (mensaje multimedia) difundido este lunes.
Su ministro de Medio Ambiente, Ed Miliband, fue más directo y acusó a China de haber vetado cualquier intento de alcanzar un acuerdo vinculante.
«La mayoría de países, desarrollados y en desarrollo, cree que sólo construiremos un acuerdo duradero que proteja al planeta si todos los compromisos de acciones y países son legalmente vinculantes», escribió en el diario The Guardian.
«Pero algunos de los principales países en desarrollo se niegan a aprobar esto», agregó.
El consenso logrado permite integrar por primera vez a todos los grandes países contaminantes -industrializados y emergentes- en la lucha contra el cambio climático, pero no fija metas ambiciosas ni un marco vinculante.
Miliband acusó a China de haber vetado el acuerdo que preveía limitar el 50% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) para 2050, y el 80% en el caso de los países industrializados, «a pesar del apoyo de una coalición de países desarrollados y la gran mayoría de los países en desarrollo».
«No podemos permitir otra vez que las negociaciones en puntos realmente importantes sean secuestradas de esta manera», agregó el ministro.
Aunque sólo nombró a China, el entorno de Miliband precisó al Guardian el domingo que las acusaciones del ministro también estaban dirigidas contra Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba, así como Sudán.
China, el país más contaminante del mundo, se defendió este lunes de las acusaciones y consideró haber desempeñado un papel «importante y constructivo» para llegar al resultado de esta cumbre.
El acuerdo «es fruto de los esfuerzos de todas las partes y recabó una amplia aprobación. El resultado no fue fácil y debería ser apreciado», estimó el lunes el primer ministro chino Wen Jiabao en una entrevista con la agencia de prensa oficial China Nueva.
Como los británicos, el resto de países de la Unión Europea hubieran deseado que el acuerdo fuera más lejos, pero coincidieron en que el acuerdo alcanzado tras la intervención de los líderes era «mejor que nada».
«Cuando llegaron los dirigentes, no había ni siquiera un acuerdo marco que discutir y tuvimos 24 horas, un tiempo corto, para hacer un texto que debería haberse negociado durante las dos semanas de la conferencia», señaló el primer ministro danés, anfitrión de la cumbre.
París por su parte responsabilizó también al Congreso de Estados Unidos, «que impide (al presidente Barack) Obama ir más lejos y al «fracaso del sistema de la ONU», que obliga a llegar a un consenso entre 192 países con intereses sumamente «divergentes y contradictorios», según declaró este lunes su ministro de Medioambiente, Jean-Louis Borloo, a la radio privada francesa RMC.
El acuerdo, que recoge también el compromiso de los países desarrollados de movilizar hasta 100.000 millones de dólares para ayudar a los países pobres más afectados por el cambio climático, fue calificado de «una ofensa, una vergüenza» por el presidente boliviano Evo Morales, que defendió los intereses del ALBA con su homólogo venezolano Hugo Chávez y quedó nuevamente excluido del proceso de decisión.
«La deuda ecológica, la deuda climática no tiene precio», agregó en una entrevista con el diario español El Mundo.