Los Estados Unidos están «amenazados por la falsificación y la piratería«

Randy Marshall


Los resortes que articulan al capitalismo depredador requieren de periódicos ajustes para balancear las pérdidas ocasionadas por las crisis de superproducción y subconsumo, en las que finalizan los ciclos de este sistema dominante en materia económica.

La crisis del capitalismo obliga a los conglomerados a rever sus cálculos para asimilar las pérdidas que la actual debacle económica les ha generado, y esperan que los países en desarrollo junto a los más pobres, paguen la crisis.

Ante tal perspectiva, la cumbre del G-8 instaba en 2007, a que se intensificase la aplicación de los derechos de Propiedad Intelectual (P.I.), iniciando una disputa en la OMC sobre el régimen de observancia de los derechos de P.I. en China, y lanzando negociaciones intergubernamentales para llegar a un Acuerdo Comercial de Lucha contra la Falsificación (ACTA, por sus siglas en inglés)

Al mismo tiempo, en los apartados sobre propiedad intelectual de los acuerdos de libre comercio (TLC) que se han negociado en los últimos años, se han introducido obligaciones en materia de observancia de los derechos de P.I. que van más allá de las normas multilaterales incluidas en el Acuerdo de la OMC sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC).

Las recientes iniciativas en otros foros –la Organización Aduanera Mundial, Interpol y la Organización Mundial de la Salud– van en la misma dirección.

Varios países desarrollados han pedido que se lance de nuevo el debate sobre la aplicación de estos derechos en el Consejo de los ADPIC como represalia a países que luchan por su independencia económica. Las transnacionales insisten en ampliar el plazo de protección monopólica de los productos comercializados en por encima de 30 años.

Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), “Aunque esperamos hallarnos cerca de una verdadera recuperación económica, siguen sin estar claros los plazos y el alcance de esa recuperación. La crisis económica no ha hecho sino subrayar el peligro que conlleva el aumento de las infracciones de derechos de propiedad intelectual cuando va unido a la disminución de los recursos necesarios para luchar contra ellas”.

Las mal llamadas “falsificación” y “piratería” son dos términos que surgen como conceptos criminalizantes hacia países que intentan salir de las trampas impuestas por el neoliberalismo.

En general, se falsifican productos cuyos precios han sido fijados de forma exorbitante por sus hacedores “originales” (monopolios y oligopolios transnacionalizados), luego los productos no autorizados son puestos en venta (“pirateados”) por empresarios o vendedores que compiten en el marco de un sistema asimétrico de producción, distribución, puesta en venta y consumo.

Este esquema capta gran parte del salario de los trabajadores a escala planetaria, generando impresionantes flujos de ganancias hacia empresas especialmente de los Estados Unidos: según Gary Locke, Secretario de Comercio de los Estados Unidos, se calcula que “la propiedad intelectual tiene un valor de unos 5 billones de dólares en ese país y genera más de la mitad de sus exportaciones. Además del valor monetario, la propiedad intelectual es el motor del 40% de la actividad económica norteamericana”.

El G‑20, por su parte, estima sus pérdidas en 70 billones de euros en ingresos fiscales.

Los productos “falsificados y pirateados” aparecen en todos los países y sectores industriales de la economía mundial como una respuesta a la dictadura de los monopolios y constituyen una “amenaza” para la misma existencia del capitalismo.

Por este motivo los países ricos piensan subvencionar a los países en desarrollo “pues las empresas de países desarrollados sacan un beneficio directo de una observancia (control y punición) más rigurosa, cabe suponer que está en el interés de sus respectivos gobiernos subvencionar las actividades de observancia en los países en desarrollo”.

Según documentos la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, se trata de unas cifras claramente “preocupantes” que cabe aplicar a cualquier mercado en el que se decida realizar un análisis económico

 

La “falsificación y piratería” son la nueva forma de «amenaza» a los Estados Unidos y el resto de los países ricos.