Oscar Laborde*

Diario El Argentino


Es necesario recorrer la historia como un proceso y en ella, debemos reconocer los logros y avances de las construcciones nacionales y populares en el continente, luego de décadas de dictaduras, represión y aplicación de planes económicos funcionales a los organismos financieros y no a las reales necesidades del conjunto de los ciudadanos, en particular los más pobres.

Un grupo de presidentes irrumpe con medidas coherentes con esas reivindicaciones y plantean un subcontinente que prioriza la unidad y la autonomía.

Los nuevos escenarios latinoamericanos están siendo construidos por los pueblos en base a la movilización y la participación democrática.

Los uruguayos ratificarán el rumbo emprendido por Tabaré Vázquez y el Frente Amplio, en Bolivia la oposición secesionista no logra articular una estrategia única y perderá, seguramente, en las presidenciales de diciembre; Lula y Michelle Bachelet pronto dejarán sus cargos con un altísimo nivel de popularidad. El brasileño consolidando conquistas estratégicas para el desarrollo de su país y la mandataria chilena formalizando un nuevo entretejido de acuerdos bilaterales con Argentina en lo particular, y fortaleciendo el acercamiento con el Mercosur, en detrimento de lo que parecía la inalterable relación comercial con los Estados Unidos de los sucesivos gobiernos trasandinos.

La investigación de la masacre de Pando y la irrupción de Manuel Zelaya en la embajada brasilera, son dos claros ejemplos de que, tras los documentos y las declaraciones, los presidentes efectivizan acciones concretas.

Pero la derecha no descansa. Trata de arrinconar a Fernando Lugo con un juicio político, busca legitimar el golpe de estado que gestó en Honduras y alienta la ingerencia continental con las bases norteamericanas en Colombia.

No son casuales en este contexto, entonces, la carta que Elisa Carrió desea enviarle a las representaciones diplomáticas en nuestro país, alertando sobre la falta de legitimidad política del gobierno de Cristina Kirchner o la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa en Buenos Aires donde no sólo se enuncian y declaman los aparentes atropellos a la libertad de prensa del gobierno argentino con la promulgación de la ley de comunicación de servicios audiovisuales sino que también se reconoce la discusión de estrategias de conjunto frente a las políticas impulsadas por otros gobiernos, como en el caso específico de Ecuador.

De igual manera deben entenderse las declaraciones de Biolcatti y Grondona planteando descaradamente la interrupción del mandato de Cristina Kirchner.

En el año 2008, esa misma derecha, alentaba la partición geográfica y política de Bolivia o remitía notas de apoyo a las patronales del campo de nuestro país..

Hay que advertir que vivimos en un proceso de hostigamiento permanente hacia los gobiernos de la región, que surgieron y se fortalecieron con el voto popular.

Frente a la construcción democrática, se antepone la desestabilización, la prédica del caos, o el golpe de estado.

La democracia, entonces, para la derecha latinoamericana sirve en tanto y en cuanto resguarde sus intereses económicos y sus estrategias de acumulación de más riqueza y nivel de influencia en los países de la región.

Por eso que no hay que equivocarse en el eje, a la hora del debate, o el análisis coyuntural: ante cada avance de los sectores mas vulnerables pero organizados de la sociedad sudamericana, se antepone un modelo que plantea represión y vuelta al mercado como vertebrador de la economía.

Dos concepciones diferenciadas sobre el desarrollo y la equidad social se enfrentan en el escenario continental.

La derecha no descansa, se reorganiza y se quiere modernizar pero los pueblos no dejaran pasar esta oportunidad.


*Embajador  Representante Especial para la Integración y la Participación Social de la Cancillería Argentina