La actitud de esa gente, denota una vez más la lógica de la alienación imperial. Así se comportan quienes por ignorancia o intereses han vivido siempre sumisos ante los poderosos del mundo. El escándalo provocado no es sino una actitud de sometimiento al imperio. Se trata de gente que creció creyendo que los Estados Unidos fueron destinados por alguna providencia para llevar la paz de las armas a la humanidad.
Desde esa lógica del dominado, se sataniza siempre a quien se comporta y conduce alternativamente frente al dominador. Se maldice al que trata de construir un proyecto político que priorice al ser humano por encima de los intereses económicos. El dominado, desde su alienación no puede ver esa realidad o no le conviene verla. Para el hombre sumiso, el dominador es un ángel, es el tío bueno que regala dinero, sonrisas y amenazas a los pueblos empobrecidos del mundo. ¡Que los Estados Unidos instalen bases militares en Colombia es visto con beneplácito y júbilo por estos sectores!
Washington cínicamente arguye que lo hace porque quiere luchar contra el tráfico de drogas (algo así como la “lucha” que realizan contra el terrorismo). Si los Estados Unidos, quisiera realmente luchar contra el flagelo de las drogas, tendría que empezar por cambiar el estilo de vida que promueve el sistema capitalista que ellos defienden; una vida materialista, consumista, individualista, sin felicidad plena ni autoestima. En ese país no son pocos los sectores sociales sin esperanza, sin sentido de vida, gente empastillada, que ocupa la capsula para irse a dormir y para ir a trabajar. Gente que aunque “tiene todo” -o por lo mismo- vive desesperanzada, que busca la felicidad en las drogas. Por eso suena risible escuchar que quieren luchar contra ese flagelo, cuando son ellos quienes más las consumen y depende de ellas. Mientras los Estados Unidos necesiten la droga para un porcentaje muy alto de su población, el negocio seguirá adelante.
Sabemos que la estrategia de los Estados Unidos consiste en aprovechar la lucha contra el narcotráfico para inmiscuirse en los asuntos internos de otros países, sobre todo latinoamericanos, por eso la instalación de bases militares en Colombia. Los pacifistas ingenuos deben preguntarse quién es el que origina las guerras en el mundo y qué es lo que lleva a realizarlas. No es Hugo Chávez el provocador, el provocador es el imperio.
Los Estados Unidos han decidido instalar sus bases militares en Colombia, so pretexto de impedir el tráfico de drogas hacia el norte. Ese pretexto les cae como anillo al dedo, porque así se posicionan amenazantes cerca de Venezuela. Es eso lo que el imperio busca, su objetivo es impedir que el proceso revolucionario bolivariano siga avanzando, y para eso continuará contando con la cobertura de la tiranía mediática que señalará un día sí y otro también todas las “maldades” y “plagas” que Chávez haga en Venezuela y en la región. Motivo ‘suficiente’ para intervenir y atacar. Para todo esto cuenta también con el total respaldo del fantoche gobernante Álvaro Uribe.
Los Estados Unidos no quieren tener una piedra más en el zapato. Suficiente con Cuba socialista. Por eso, de lo que se trata no es de combatir las drogas, sino de combatir el proceso que se viene gestando en la nación de Bolívar. La “inteligencia yanqui” desestimo el liderazgo de Chávez y nunca previó el rumbo que tomaría la revolución bolivariana. En sus inicios no fue capaz de evitarlo. El 11 de abril de 2002, recurrieron a un golpe de Estado, pero no prosperó, porque el pueblo se movilizó y repuso a Chávez en el poder (todos los gobiernos de América Latina con excepción de Francisco Flores presidente en ese entonces de El Salvador, condenaron el golpe). Después vino el paro petrolero -promovido por la oligarquía- de finales de 2002 y principios de 2003, que tuvo en jaque al país, y que concluyó con una nueva victoria del gobierno. Y en los últimos años el presidente Hugo Chávez, varias veces ha denunciado que, contra su vida el imperio ha desarrollado planes para asesinarlo. Pero no han podido.
Visto así a Washington no le quedaba otra alternativa, por lo que descaradamente y bajo la conducción del primer presidente negro, recientemente galardonado con el premio Nobel de la Paz, amenaza a Venezuela instalando bases militares en Colombia.
Por eso Hugo Chávez, auténtico líder bolivariano hizo bien en no quedarse callado, (actitud que molesta a algunos “simpatizantes”) y reaccionar como lo hizo. Ese es Hugo Chávez, un hijo del pueblo a quien no le tiembla la voz para denunciar y acusar las barbaridades del imperialismo. Se equivocan quienes quieren ver en un revolucionario como él a un señorito con “buenos modales”. Un hombre que ama y defiende a su pueblo no puede actuar con vacilación ni cobardía. Que busquen esos “atributos” en Alan García, Oscar Arias o Ricardo Martinelli, políticos de pacotilla que adulan al imperio.
¿De qué otra manera se puede responder ante la matonería imperialista? Las reglas que dicta la diplomacia internacional Washington no las usa para estos casos. Que nadie se llame a engaño, el presidente Chávez se ha expresado como tenía que hacerlo, sin temores ni medias tintas. La provocación viene del norte y desde el sur se responde con hidalguía y soberanía. Ante la prepotencia guerrerista del imperio había que expresarse directo y sin titubeos.
Terminemos aludiendo a un comentario genial que le hace Fidel Castro a Ignacio Ranonet, cuando éste toca el tema de la defensa. Fidel dice: “El enemigo también lleva a cabo una lucha psicológica. Si el enemigo cree que uno lo tolera, si el enemigo cree que uno no hace nada, se le desata lo que biológicamente se pudiera llamar el instinto de persecución…No hay nada peor que darle la espalda al enemigo, porque desarrolla ese instinto de persecución, eso es de las fieras, y un imperio es mucho más que una fiera, hasta la psicología de los que dirigen un imperio y manejan sus armas es la de las fieras” (Cien horas con Fidel, p. 507-508).
¿Acaso no habrá leído Hugo Chávez el libro?
Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2009/11/23/por-que-chillan-contra-chavez/