«Este hombre montó una escena frente a su vecino e intentó instalar una coartada, pero todo indica que estamos ante el autor de la masacre», dijo a Télam un jefe policial.
La data de muerte, el lugar y la forma en la que fueron atacadas las víctimas y el «desorden ordenado» que, según un investigador, se encontró dentro de la casa para simular un robo son los principales elementos que comprometen al padre de familia.
El hecho fue descubierto alrededor de las 22.30 de anoche cuando personal de la comisaría 1ra. de Morón concurrió a una casa situada en General Juan José Valle 540 de esa localidad del oeste del conurbano ante el llamado de un vecino por un múltiple homicidio.
Con el vecino de testigo, Cajal levantó dos persianas de su casa hasta que logró ingresar a su casa y al instante salió por la puerta delantera y le dijo: «Llamemos a la policía, que algo malo le pasó a mi familia».
En el hall de la puerta de entrada de la casa estaba el cadáver de Brian Cajal, su hijo de 7 años; en la cocina, el de su mujer Liliana Fuño Rodríguez, de 26 y embarazada de seis meses; y en una habitación de la plata alta, su hija menor, Rocío Cajal, de 4.
Todas las víctimas presentaban fuertes golpes en la cabeza con un objeto contundente que podría ser una maza y además, puntazos en el cuello realizados con un arma blanca. Ninguna de las dos armas fueron encontrados en la escena del crimen.
Cajal padre, quien trabaja como pintor y albañil, le dijo a la policía que ayer a la mañana se retiró de su casa a las 10 para ir a trabajar a una obra y cuando volvió a la noche no pudo entrar porque no llevaba llaves y porque nadie respondía a sus llamados.
Precisó que esperó hasta que, en presencia de un vecino, ingresó por la fuerza a su propiedad y encontró los cadáveres.
El fiscal Tavolaro y la policía detectaron en el interior de la vivienda lo que llamaron «un desorden ordenado», es decir en apariencia montado, y el único faltante que notaron es un equipo de música, aunque los parlantes quedaron en la casa.
«Nadie comete un crimen con tanta brutalidad por un simple equipo de música sin parlantes», dijo a Télam una fuente judicial.
El trabajo de los médicos forenses que levantaron los cadáveres fue clave para robustecer las sospechas en torno al padre de familia.
Es que según los forenses, la data de muerte sería de unas 10 horas antes del hallazgo, es decir alrededor de las 10 de la mañana, un horario en el que los investigadores creen que Cajal todavía estaba en su casa, según los dichos de algunos testigos.
«Todas las víctimas fueron atacadas por sorpresa en distintos lugares de la casa, como si el asesino fuera un conocido. La madre estaba haciendo el desayuno en la cocina, el nene estaba jugando en el hall y la nena miraba televisión en un cuarto», explicó a Télam uno de los investigadores que recorrió la escena del crimen.
Además, los investigadores fueron a la supuesta obra donde Cajal dijo haber estado trabajando y por el momento no hay testigos que corroboren esa coartada.
El fiscal Tavolaro realizó hoy una inspección en la escena del crimen junto a peritos de la Policía Científica para intentar encontrar más evidencias.
Los voceros explicaron que de la casa se secuestraron varios cuchillos para determinar si alguno fue el empleado en la masacre y ropas del sospechoso para intentar detectar rastros de sangre.
Sobre el posible móvil del crimen, los investigadores se contactaron con familiares de Fuño Rodríguez, quienes dijeron que la relación no estaba en el mejor momento, que Cajal la maltrataba y que el embarazo fue un motivo de discusión porque el hombre aparentemente no quería tener un tercer hijo.
El fiscal Tavolaro no había podido acreditar hasta esta tarde que Cajal tuviera antecedentes penales ni denuncias en su contra por maltrato familiar.