Las olas de familias abandonando sus casas por no poder pagar las cuotas de alquiler y de pago de propiedad, empujadas por unos tribunales diligentes para ponerlos en las calles, las masas de obrero y empleados, tirados a la desocupación de manera imprevista y sin oportunidad de readaptarse o encontrar otra fuente de empleo. Las caravanas de personas buscando un lugar donde poder estacionar en la noche y dormir, por que no pueden estacionar en las calles para dormir dentro de sus vehículos. Hace dos años fue creada una división militar para actuar dentro de EEUU, para reprimir manifestaciones de las personas, que estando abandonadas a su suerte, reclamen atención oficial. La cantidad de seres humanos deambulando para ver donde puedan recibir una precaria atención de salud gratuita, crea una situación de insalubridad que explotará mas temprano que tarde. El rápido incremento de los niveles de pobreza, las altas incidencias de deserción escolar, el elevado incremento de consumo de drogas producto de la incitación mediática y social, los aumentos de embarazos precoces, etc. presentan un panorama muy oscuro para el pueblo Norteamericano, a esa atroz visión, se le suman los aumentos de impuestos y las regalías, como contrapartida, a los dueños de los bancos y grandes monopolios industriales de los dineros del estado, como prestamos o subsidios para salvar los negocios fraudulentos.
la buena noticia para consuelo de ese pueblo, además de las tropas especializadas de represión de su propio ejercito, que les regalo Bush, es la tecnología ultra moderna de aparatos de represión sónicos, que les dañan desde el tímpano hasta el nervio auditivo de todo aquel que se encuentre en su radio de acción, no importa si protesta o no. Ya lo probaron con éxito en Honduras, Palestina y Pittsburg. También tiene unos gases muy efectivos para hacer verter sangre por cualquier canal corporal.
Sucede que cuando vemos la desgracia ajena y no hacemos nada. Tarde o temprano esa desgracia llegará a nosotros; entonces vemos con amargura que nuestra indolencia nos condujo a un callejón sin salida y que lo que ayer ignoramos, hoy, nos toca padecerlo en carne propia. Los Estados Unidos de América, desde su nacimiento como nación se comportan como un país agresor y maligno. Son muchas y muchas las agresiones que se han dado en el mundo, por parte de sus tropas, con excusas o sin ellas, cuando el interés de sus clases dominantes lo consideran necesario, atacan, si no hay justificación la fabrican. El ejercito de las elites, conformado por los hijos del pueblo Norteamericano tiene tras de si una interminable cadena de muertes y ocupaciones territoriales que se reparten por todo el mundo, desde Puerto Rico hoy, pasando por cuba, filipinas, ayer. Terminando con la anexión directa y por la fuerza de la mitad del territorio mejicano, las Islas Hawái. Todo eso con la complacencia y silencio del pueblo Norteamericano.
En su torpeza y engreimiento inducido, se creen lo máximo y mejor de la raza humana, excepción de los hermanos negros, el racismo, la discriminación, el complejo de superioridad, es la constante en gran parte de ese pueblo, triste pero verídico. Ahora les toca ver la realidad que vivieron otros pueblos. Sus gobernantes engañadores, requieren más y más, por lo tanto tendrán que pagar el precio que les reclaman. Los alcanzó el destino por culpa de la desidia. Sentirán lo que está sintiendo el pueblo Hondureño y el haitiano, hoy: acosado, perseguido, encarcelado y asesinado, por su propio ejército y policía; conformado por los propios hijos del pueblo, defendiendo intereses de clases dominantes avaras e insensibles.
Lo escrito aquí no es un deseo. Es la consecuencia lógica por tanta indiferencia a los males del mundo y por tanto tiempo de desidia; es la consecuencia de actitudes de desprecio y desentendimiento del dolor ocasionado a otros pueblos de manera directa o indirecta. Es la mejor demostración de que todo lo que pase en el planeta, tiene consecuencias tarde o temprano y, que por más poderosos que nos sintamos, también seremos afectados.