Modesto Guerrero / Periodista y ex diputado, publicó su libro “Venezuela. 10 años después. Dilemas de la revolución Bolivariana” y analiza la actualidad latinoamericana.


Guerrero analiza en su publicación una década de gobierno chavista

Por Jonathan Rippel

«(…) Hace poco estaba leyendo un nuevo libro que salió por allí llamado ¿Quién inventó a Chávez?  (…) Me lo mandaron y lo leo por partes, y me estaba riendo ahí de algunas cosas que se dicen sobre mi vida, sobre mi persona, que son graciosas, en algunos casos exageradas (…) Pero entonces ahí hay un buen análisis de la situación que había en Venezuela antes del 4 de febrero en esos días, en esos meses, y especialmente el año 91, (cuando) más de 20 estudiantes fueron masacrados en las calles de Venezuela, asesinados por los cuerpos policiales; las universidades estaban cercadas, yo era uno de los cercadores de universidades (…) hasta que un día nos cansamos y dijimos ya basta”, contó el presidente venezolano Hugo Chávez en un discurso en la Avenida Bolívar de Caracas el 2 de noviembre de 2007. Estaba hablando del exitoso libro escrito hace dos años por el periodista venezolano Modesto Emilio Guerrero, quien ha sido diputado y representante de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) en su país, periodista de una extensa trayectoria y autor de varios libros, entre ellos, Reportaje con la Muerte (2002), que fue llevado al cine en 2008 bajo el título “Aunque me cueste la vida”. Guerrero acaba de publicar “Venezuela. 10 años después. Dilemas de la revolución bolivariana”, y de ese y otros temas habla con Buenos Aires Económico durante una hora y media.

-¿Conoció a Chávez personalmente?

-Sí, en el año ’96, tres años antes de que llegara a la presidencia, en el patio de Celanese, sindicato clasista de los obreros de Maracay, donde él iba como un militante revolucionario que estaba aprendiendo sobre la lucha de clases en un terreno distinto a las Fuerzas Armadas. Él dialogaba con los obreros y escuchaba para aprender. Él sabe de mí por mi ex esposa –que fue ministra suya durante siete años-. También, porque fui diputado electo en Venezuela, y tuve una trayectoria sana y libre de toda sospecha. Además, fui director del semanario obrero “La Chispa”, que lo defendió mientras estaba en la cárcel. Apoyamos a él y a varios comandantes, presos de un régimen antidemocrático. Luego quiso hablar conmigo debido a la biografía “¿Quién inventó a Chávez?”. Además, él se refirió a ese libro en tres oportunidades.
-En su nueva obra “Venezuela 10 años después” sostiene que “la más importante conquista de la revolución bolivariana es haber sobrevivido diez años ininterrumpidos de gobierno”, rompiendo un promedio histórico, con la excepción de la Cuba de Castro y el Brasil de Getulio Vargas, de durabilidad de regímenes definidos por su “rebeldía parcial o total al control imperialista”.
-“Getulio Vargas logró sumar 17 años en cuatro períodos. Pero él fue derrocado. Vale el final de la película y no los capítulos. Vargas fue vencido por él mismo por distintas razones. El empezó a reprimir a los oprimidos. Se opuso al imperialismo en algunas cosas pero no fue consecuentemente antiimperialista. Tuvo dignidad para muchos asuntos de la democracia, como la de organizar a los obreros. En ese aspecto es más parecido a Perón que a Chávez. Pero Vargas cometió dos gravísimos errores: no fue consecuentemente antiimperialista. Tú  no puedes encontrar en él, a diferencia de Chávez o Fidel Castro, frases contra el imperialismo en forma sucesiva, sistemática, regular. Y Vargas cometió desde el punto de vista histórico el error más irresponsable de un político. Cuando tú ocupas un lugar en la historia, tienes una responsabilidad social que te trasciende como individuo. Suicidarte es un acto irresponsable porque has movilizado la voluntad, la subjetividad y el sacrificio de millones de personas oprimidas para buscar una liberación de su vida”.

-¿Por qué logró la Revolución Bolivariana mantenerse en el poder durante una década teniendo al establishment en su contra?

-Primero, porque tiene al frente a un hombre convencido de un proyecto. Chávez no ha abandonado su proyecto desde 1992, cuando lo expresó a través de un golpe, hasta hoy.  Segundo, Chávez, hasta el momento, nunca abandonó al movimiento de masas, en contraste con casi todos los líderes nacionalistas previos a él en la historia de América Latina. De hecho, que se siga apoyando en el movimiento de masas es la clave de la sustentabilidad.  Tercero, tal es su concepción social inédita para un nacionalista que Chávez, siendo líder, ha sido el principal impulsor de la autoorganización de las masas. Esa es una paradoja porque los líderes lo que menos quieren es la libertad de organización de las masas porque éstas, de esa forma, lo sustituyen como poder. Desde 1999 y hasta ahora, se han experimentado 23 formas de organización distintas de las patrullas políticas y en Venezuela la gente se organiza como se le da la gana. Si un organismo no le sirvió, lo abandona –o lo deja a un lado- y crea otro.  Cuarto, el gobierno de Chávez tuvo la sabiduría de desarrollar las políticas públicas en educación, salud, arte, tierra y en otras áreas, a través de los organismos barriales o campesinos u obreros. O sea, la Misión Barrio Adentro y la Misión Robinson, de salud y educación, no se habría podido llevar a cabo sin la participación de millones de personas. Más de 40 mil personas de Caracas aportaron una parte de sus casas, el tallercito, algo, para que se instalara un módulo de Barrio Adentro o para que se alfabetizara a un analfabeto. Quinto, hay mucha plata por el petróleo. El dinero facilita la tarea. Pero antes de Chávez había mucha plata y no se hizo nada. Sexto, el contexto internacional, lo favorece.

-¿Qué paralelismo observa entre la revolución bolivariana y el peronismo?

-Hay dos. El primero es que ambos dan origen a un gran movimiento nacional tercermundista de dos países oprimidos por el imperialismo. Un movimiento social que irrumpe en defensa de un presidente preso. Valga aclarar que el movimiento chavista como movimiento nacional surgió previo al apresamiento de su Chávez. Y además, a diferencia de lo que sucedió en Argentina, se originó en una insurrección social. En Argentina fue un movimiento para defender a un ministro que le hacía favores al pueblo. En Venezuela fue una insurrección social llamada El Caracazo que provocó una insurrección cívico-militar.

-¿Y el  segundo paralelo?

-Es que ambos eran líderes militares del nacionalismo militar latinoamericano. Hasta ahí se parecen. En todo lo demás no. El movimiento social que rescata a Chávez en Venezuela no era el movimiento obrero gran industrial de Beriso, Ensenada y otras regiones del país. Venezuela no está en la situación de Argentina de los años ’45 y el chavismo no es el peronismo. El chavismo es la superación histórica del peronismo porque aquel es un movimiento nacionalista de izquierda mientras que el peronismo no lo fue. El chavismo, por otra parte, no necesitó Playa Girón como el Movimiento 26 de julio para abrazar un proceso socialista. Adhirió a éste por una comprensión de la circunstancia internacional y algunas presiones, como el Golpe del 2002, el Golpe petrolero 2003, el referéndum destituyente de 2004, y los mercenarios del año 2005, más un origen biográfico de Chávez con dos fuentes de información intelectual –una del nacionalismo militar, sobre todo venezolano pero también de Perú y Panamá- y dos del marxismo. Chávez supo literariamente de Perón por primera vez en la cárcel en 1992, cuando (Miguel) Bonasso le llevó unos materiales desde Méjico. Eso lo condujo a Chávez a comprender a Perón. Pero no olvides que éste, para la izquierda, fue mala palabra por haber sido socio, amigo y protegido de tres genocidas: el paraguayo (Alfredo Stroessner), el venezolano Marcos Pérez Jiménez y El Chacal del Caribe, El Chivo, de República Dominicana (Rafael Leónidas Trujillo). Y además, terminó con Franco. Chávez no iría nunca bajo protección a dictaduras de ese tipo.

LO QUE GENERA ZELAYA EN AMÉRICA

-¿Cómo evalúa el hecho inédito de que un presidente conservador y millonario como Manuel Zelaya, de Honduras, haya dado un giro a la izquierda hasta el punto de estar en estos momentos arriesgando su vida?

-Zelaya es una de las sorpresas que produce la rebelión latinoamericana, como lo fue Lucio Gutiérrez, un coronel conservador que se hizo chavista y que luego volvió a su  riel. También es sorpresivo que Lula se haya atrevido a más de lo que es, prestándole apoyo a Zelaya en la Embajada en Tegucigalpa. Como lo es que el gobierno argentino se haya atrevido a más de lo que considera como límite. América Latina ha tenido varias sorpresas: Chávez es una de ellas, la más avanzada. Las trayectorias de construcción personal en los líderes o los partidos son fundamentales. La historia tiene mecanismos de regulación, accidentes y sorpresas. Detrás del fenómeno que expresa Chávez en lo individual hay un fenómeno social de rebelión latinoamericana que comenzó con el Caracazo, siguió con una rebelión indígena de Ecuador en el ’91, el zapatismo, Venezuela de nuevo, Ecuador otra vez, Bolivia, Argentina, Brasil, Paraguay, etc. Centroamérica era el lugar más rezagado de esta dinámica Latinoamericana de los últimos diez años. El CAFTA pactado en el 2003 fue una lamida de botas de varios presidentes centroamericanos a Bush. Zelaya apareció después. En su  momento era un pichón de (Roberto) Micheletti pero luego entró en contradicción con el gobierno que quería hacer. Pretendía armar un gobierno de colaboración cercana con el imperialismo yanqui y con sus aliados en Honduras y Centroamérica. Para poder sacar a Honduras de la crisis en que está desde hace varios años, no podía lograrlo sin colaboración de afuera, y los yanquis no estaban dispuestos a ayudarlos. Entonces, Zelaya empezó a buscar aliados, inversiones, y ahí fue descubriendo que había un mecanismo de colaboración llamado ALBA. Y que existía El Pacto de San José y que al sur de su país estaba UNASUR y otros mecanismos. En una reunión de varias horas en el Hotel Sheraton de Buenos Aires en el año 2007, Chávez, que siempre fue un propagandista fabuloso y un militante -aún durante su estancia en las Fuerzas Armadas-, logró convencer a Zelaya de que ALBA y Petrocaribe le podían dar lo que los yanquis no le querían dar.