los medios de comunicación los
llevarán a odiar a los oprimidos
y amar a los opresores”
(Malcolm X)
Y a la voz de la Gran Jefa, la derecha corrió. Huyó de un recinto donde la Democracia, Jefa y Señora, se paseaba pletórica, pues el enemigo, aquel que históricamente amparó y creció bajo el poder de los golpistas y asesinos, se batía en retirada. Por un lado, era esperable que el bolsillo de muchos dirigiera sus votos, pero resultó lamentable observar como, sin descaro alguno, se defendían posturas empresariales a capa y espada, que sólo reivindicaban una Ley de la última Dictadura, como si el simple hecho de que fuera un Decreto de Videla, que amparaba monopolios económicos y limitaba las voces del pueblo, no fuese razón más que suficiente para cambiarlo.
Pero hay buenas noticias, muy a pesar de ellos. Hay buenas noticias porque se votó por ideologías, por convicciones. Los que se fugaron amparados bajo el techo de De Narváez, tienen las ideas muy claras: quieren el poder económico para unos pocos que, casualidad, son ellos. Y los que se quedaron a dar el debate, a expresar sus posturas, son los hombres y mujeres que hacen que tengan sentidos estas líneas. No se trata de oficialistas u opositores, me niego a pensar de manera tan simple. Nunca, en ninguna votación de leyes de envergadura como la de Medios de Radiodifusión, la de Flexibilización Laboral, El Decreto 125 sobre las retenciones, etc., hay lugar para votos no positivos. Siempre es igual, se vota en contra o a favor de los pobres. Pueden disfrazarlo como quieran, pero al final de cuentas, es sólo eso lo que importa. Algunos han venido errando el camino, y resulta agradable verlos cada tanto darse una vuelta por la izquierda.
Lo que se logró con esta media sanción, lo que se logrará cuando los senadores la aprueben en unas semanas, es un paso hacia adelante en la senda de la libertad, alejándonos otro paso de la noche más negra de nuestra historia. A aquellos que se arrastraban en la oscuridad hace 30 años, ganando fortunas por mirar para otro lado, por ser funcionales al genocidio, que vivieron cómodos y cobijados todos estos años, deberán empezar a acostumbrarse que a las ideas ahora no se las calla con las botas, sino que se defienden con los votos.