Hugo Chávez Frías
Luego de concluida esta larga gira son muchas las consecuentes y valiosas reflexiones que de ella se desprenden y en las que debemos ahondar.

Regreso más convencido que nunca de que es absolutamente posible, además de necesario, echar abajo la hegemonía política, económica, cultural y militar que el imperio yanqui pretende imponerle al mundo. No se equivoca Noam Chomsky al plantear radicalmente el gran dilema de nuestro tiempo: hegemonía o supervivencia. Si no echamos abajo la hegemonía imperial, el mundo irá hacia la barbarie.

No podemos seguir reproduciendo ciegamente la miserable lógica que atenta contra el orden ecológico y las condiciones mínimas de la vida en sociedad: una lógica que nos arrebata el porvenir y pulveriza nuestras identidades. Es la lógica imperial, capitalista. Estamos obligados a transitar otros senderos, sin renunciar a los particulares procesos de cada pueblo.

Ante tantos propósitos y celadas que quieren desviarnos del camino, debemos crear nuevas formas de mancomunidad y a la vez propiciar nuestras propias estrategias de resistencia. Resistencia y creación múltiple para poder convertir el destino en conciencia, como decía el escritor francés André Malraux.

Por eso mismo, Venezuela sigue y seguirá luchando –con la misma consecuencia de siempre– por la creación de un mundo multipolar. Ahora bien, el mundo multipolar que queremos no está a la vuelta de la esquina.

Esta gira me ha permitido mirar con mayor claridad el panorama.

Quiero retomar lo que dije en la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos en Moscú: hoy podemos decir que el mundo ha dejado de ser unipolar. Pero ni se ha reproducido un escenario bipolar, ni hay indicios tangibles de la marcha hacia la conformación de cuatro o cinco grandes polos de poder mundial. Es evidente, por ejemplo, que la estructuración de Nuestra América como un solo bloque político no se ve en el horizonte inmediato: no se hará realidad en el corto plazo. Pero igual pasa en África, Asia y Europa.

Lo que sí comienza a hacerse visible es un conjunto creciente de núcleos geopolíticos sobre el mapa de un mundo al que ya pudiéramos llamar ahora sí, el Nuevo Mundo. Se trata de un mundo multinuclear como transición hacia la multipolaridad.

El que se acelere la transición hacia la multipolaridad va a depender de la claridad, la voluntad y la decisión política que se desprenda de los países-núcleo.

Dispersos nos quisieran mantener las fuerzas que aspiran dejarnos en la retaguardia de la historia, siguiendo el mismo juego perverso que bien conocemos por sus nefastos resultados para la humanidad. Sin embargo, con esta larga travesía, cruzando fronteras de tres continentes y abriendo el corazón libertario al mundo, cumplimos con el sagrado deber de profundizar el pacto inexorable entre los pueblos que corremos suertes comunes, apostamos a iguales desafíos y compartimos las mismas esperanzas.

Difícil les será silenciar este canto plural que están entonando múltiples naciones, que frente a la globalización hegemónica que impone el capitalismo han comenzado a edificar globalizaciones contrahegemónicas, para decirlo en los términos del pensador portugués Boaventura de Sousa Santos cuando, en su libro Una epistemología del sur, nos propone pensar en un nuevo movimiento democrático transnacional. En este sentido, sentí en el espíritu compartido entre los pueblos hermanos de Libia, Argelia, Siria, Irán, Turkmenistán, Bielorrusia, Rusia y España, que ante la crisis mundial no bastan los esfuerzos aislados.

Las afinidades que encontramos en los países hermanos van a contribuir en la marcha conjunta. Igualmente, los nuevos y múltiples acuerdos que hemos firmado son una muestra más de que estamos dispuestos, con todas las fuerzas que nos exige la historia, a crecer manteniendo siempre la brújula orientada, con indeclinable firmeza, hacia el logro de la felicidad de nuestros pueblos.

Inmenso es el compromiso: inmenso también es nuestro empeño para no dejarnos tragar por las fuerzas oscuras que pretenden acumular la extrema riqueza para unos pocos, al costo de la desgracia de millones de seres humanos. Esa asimetría descomunal e inhumana hay que cambiarla radicalmente o no habrá vida para nadie en un futuro no tan lejano.

II

En esta semana que concluye se cumplieron 36 años de la tragedia chilena. Creo que una de las lecciones a extraer de ella es esta: para el imperialismo y las clases dominantes lo fundamental es preservar el sistema capitalista, así haya que llevarse por delante a la democracia. El compañero Salvador Allende fue un demócrata ejemplar y sin embargo contra él, y contra su pueblo, perpetraron el más monstruoso de los crímenes aquel 11 de septiembre de 1973.

Allende fue el gran precursor del cambio de época que la América del Sur vive hoy. Se equivocan, entonces, quienes han dicho que la vía planteada por la Unidad Popular era errónea. El socialismo no significa ruptura de la democracia y del Estado de derecho, sino en contrario, su plena realización.

Se cumplieron, también, 8 años del otro 11 de septiembre: el de 2001. Imposible olvidar que aquel día comenzó la más brutal de las escaladas imperialistas. No hay nadie ya que no cuestione la versión oficial –la que diera el Gobierno de Bush– sobre los trágicos hechos ocurridos en la ciudad de Nueva York. Y lo más terrible es que fue tomada como pretexto para desencadenar una «guerra al terrorismo», que le ha permitido al imperio atropellar impunemente pueblos y soberanías. Así sucedió con Afganistán y con Iraq. Allí está, también, el doloroso apartheid que padece el pueblo palestino a manos del Estado de Israel como demostración de quiénes son, en realidad y en verdad, los practicantes del terrorismo a escala mundial.

III

Tomando como inicuo pretexto su rechazo a la Ley Orgánica de Educación, ciertos sectores minoritarios pretenden sabotear el inicio del año escolar. ¿Qué hay detrás de esto? Los turbios intereses de un grupito de mafias que, desde siempre, han entendido a la educación como un negocio redondo. Y que, por ello, no quieren que el Estado docente ejerza plenamente su papel.

Está claro: la contrarrevolución se vale de cualquier cosa en su chapucero intento de calentar la calle a como dé lugar. Fracasarán una vez más.

El Pueblo venezolano, nosotros los padres, ustedes las madres, los maestros y maestras y sobre todo la juventud estudiantil, no vamos a permitir que se ponga en riesgo el normal desenvolvimiento del año escolar.

Quiero llamar al pueblo a la defensa activa de la LOE: a conocerla cada vez mejor y, por supuesto, a difundirla. Es un instrumento legal necesario para alcanzar el más trascendente de los fines: la educación como praxis liberadora y transformadora.

Y seguir por la senda que señala el Padre Bolívar: «Las Naciones marcharán hacia su grandeza al mismo paso con que camina su educación».

¡Patria, socialismo o muerte! ¡Venceremos!