Un desafiante Zelaya expresó desde el recinto diplomático que para él el lema es «restitución o muerte, que es una frase alegórica que se usa desde la Revolución Francesa… estamos dispuestos a todo: al riesgo, al sacrificio».
El gobierno brasileño expresó preocupación por el desalojo y afirmó que cualquier ataque a la sede diplomática será «intolerable». La cancillería brasileña informó el restablecimiento de agua potable y energía eléctrica en el edificio, tras una interrupción de varias horas.
El gobierno de facto dispersó el martes a los seguidores del líder derrocado y horas más tarde dispuso alargar el toque de queda vigente desde el lunes en la tarde hasta las 6 de la mañana del miércoles.
El ministro de Información del gobierno de facto, René Zepeda, dijo que «la medida se adoptó por cuestiones de seguridad nacional». El estado de sitio ha estado vigente por 38 horas consecutivas en Honduras.
El presidente de facto Roberto Micheletti dijo en rueda de prensa que respetará la sede brasileña «si Brasil nos entrega a Zelaya o se lo lleva a a esa nación sudamericana».
No quiso contestar qué haría si no ocurre ninguno de los dos escenarios y se limitó a decir: «reflexionamos intensamente sobre el tema».
El canciller brasileño Celso Amorim dijo en Nueva York que el gobierno de Micheletti envió la víspera a la embajada brasileña una nota «impertinente e inadecuada» diciendo que cercará las instalaciones diplomáticas.
Amorim calificó de «inconveniente» el toque de queda y criticó, en una entrevista difundida por el portal de internet Terra, el cierre de aeropuertos.
Se mostró confiado en que «no habrá un ataque a la embajada brasileña. Eso sería una prueba de brutalidad… no habrá tolerancia para esta situación, queremos una solución pacífica», señaló.
Policías y soldados encapuchados mantienen un anillo de seguridad en un perímetro de cinco kilómetros alrededor de la embajada brasileña.
Unas 77 personas, en su mayoría mujeres y niños, abandonaran el martes la embajada brasileña. Autobuses y camionetas enviadas por la embajada de Estados Unidos y la fiscalía las recogieron frente a las instalaciones, supuestamente para trasladarlas a sus hogares.
El vocero de la Fiscalía Melvin Duarte dijo que «todos ellos decidieron irse de manera voluntaria» de la embajada.
El portavoz de la Secretaría de Seguridad hondureña, comisario Orlin Cerrato dijo a la AP que en el desalojo resultaron golpeados dos policías y fueron detenidas 174 personas, que están concentradas en un estadio y serán procesadas por desorden y vandalismo.
Un médico entrevistado por la radio Globo informó que en el hospital público Escuela, el más grande de la ciudad, fueron atendidas 18 personas con golpes.
«Esto parece una zona de guerra», dijo Antonio López, vigilante de una residencia cercana a la embajada brasileña. Dijo que los policías desalojaron a los manifestantes con gases lacrimógenos y a palos.
Según Cerrato, el desalojo se realizó luego que los zelayistas retuvieron una patrulla policial en las cercanías durante dos horas y la incendiaron.
«Si los manifestantes continúan con sus desórdenes, se podría establecer un estado de sitio en Honduras», afirmó el ministro de Defensa de facto, Alfredo Lionel Sevilla, a la cadena local de radio HRN.
Zelaya ha hablado por teléfono con el presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva, que le pidió el martes no dar pretexto a los golpistas para invadir la embajada de Brasil en Tegucigalpa.
La embajada de Brasil en esta capital podría ser allanada por proteger a Zelaya, dijo a periodistas el asesor de la cancillería de facto, Mario Fortín.